Esta es la segunda vez, aunque en distintas circunstancias, que el expresidente Alan García, recurre al asilo político para evadir la justicia y evitar enfrentar cargos de corrupción, enriquecimiento ilícito y lavado de activos.
Corría el tempestuoso año de 1991, el segundo del régimen de Alberto Fujimori, en medio del conflicto interno contra Sendero Luminoso y el MRTA, la secuela de la peor crisis económica en que el primer régimen de García había sumido al país.
El gobierno, en proceso de consolidar una alianza secreta con las FFAA a través de Vladimiro Montesinos, enfrentaba también una férrea oposición política en el Congreso que se oponía a sus reformas.
En ese cuadro, la oposición también llevó adelante el antejuicio político de AG por graves cargos de enriquecimiento ilícito y corrupción, en los casos de la venta de aviones Mirage a Pakistaán, de los depósitos del Banco Central de Reserva, en el Banco BBC de Panamá y otros, con evidencias en sus propiedades inmobiliarias nuevas, sus famosas casas de Chacarilla del Estanque y de Naplo.
El 18 de octubre de ese año, el Senado aprobó por 37 votos contra 17 acusarlo constitucionalmente y ponerlo ante la justicia. Como en ese tiempo la justicia era muy lenta, la Fiscalía de la Nación y la Corte Suprema demoraron en abrir el proceso y estando en marcha se produjo el autogolpe de Estado de Alberto Fujimori el 5 de abril de 1992.
La huida con cómplice
El expresidente Alan García escapó de ser detenido escondiéndose dentro de un tanque cisterna elevado de su residencia en Chacarilla del Estanque.
De allí, su vecino, el expremier de Fujimori, el ingeniero Hurtado Miller, lo escondió en su casa, mientras Jorge del Castillo y otros apristas gestionaban ante Colombia su asilo político, por ser perseguido político por la dictadura y por gran peligro existente contra su vida.
El 1 de junio, el gobierno de Colombia le concedió la garantía. Al día siguiente, se embarcó en un avión militar colombiano y fue a residir a Bogotá. Pero permaneció allí poco tiempo, pues se trasladó a residir en París, en donde esperó diez años a que su proceso judicial prescribiera. El resto, es historia reciente, sobre la reincidencia del electorado al reelegirlo en el año 2006.
Algo más
Aunque la situación y razones eran diferentes, los allegados de Alan García, como Mercedes Cabanillas, argumentaron que la solicitud correspondía a que “no hay seguridad ni garantías para su libertad y su vida”.
Diario Uno, 19.11.2018