ENTREVISTA. Empresa brasileña se quedó porque el país era una ventana abierta para la corrupción.
Sierralta dice que un alto funcionario o empresario no puede excusarse diciendo que “no sabía”.
PACO MORENO
Antes de 1979, Odebrecht no era una empresa todopoderosa que podía ganar las licitaciones mediante el soborno y tratarse de tú a tú con presidentes y líderes políticos de derecha e izquierda. Era más bien una empresa emergente de segundo orden en Brasil; pero su suerte cambió poco a poco. En el Perú, desplazó con malas mañas a otras constructoras más poderosas y fue creciendo hasta engordar en exceso. Este empuje empezó en el primer gobierno del expresidente García y la historia la cuenta el consultor en comercio internacional Aníbal Sierralta, quien dice que Odebrecht se quedó porque encontró aquí una cultura corrupta; instituciones totalmente aniquiladas o debilitadas, una cultura basada en la codicia voraz.
—¿Es verdad que antes del primer gobierno de Alan García la empresa Odebrecht no era la súper poderosa en que se convirtió?
—A inicios del decenio de 1980 Odebrecht no estaba en el grupo de las cinco empresas más grandes del Brasil: lo eran Andrade Gutiérrez, Mendes Júnior, Camargo Correa, entre otras.
—¿Es en el gobierno de García que empiezan a crecer?
—Durante el gobierno de Fujimori hizo grandes obras; pero en la administración García, como dicen los brasileños, dieron “el golpe del baúl” construyendo Chavimochic. Los precios de Odebrecht eran casi el doble de los que habían propuesto otras empresas como Andrade y Gutiérrez. Usted puede apreciar en los periódicos de entonces las fotografías de Alberto Fujimori y de los exministros de la Administración García en la inauguración de la segunda etapa de Chavimochic.
—¿Cuáles son las primeras empresas constructores brasileñas que llegaron al país y en qué época?
—Las primeras constructoras que llegaron al Perú ahora son subcontratistas de la empresa Odebrecht.
—¿Cree usted que hubo irregularidades y corrupción en el proyecto Chavimochic?
—Hay que investigar los sobrecostos en este proyecto. Además hay que investigar al gobierno regional de La Libertad que hizo obras con Odebrecht.
—¿Por qué Odebrecht se quedó en el Perú?
—Hay dos explicaciones y ellas han coincidido en el tiempo. La primera es que obedece a una estrategia de la internacionalización de servicios de ingeniería que contó con el apoyo del Estado brasileño (cartas de sus embajadores), los objetivos de sus transnacionales, y el soporte de sus universidades desarrollando esos proyectos.
—¿Cuál es la segunda?
—La segunda es que aquí encontraron un mercado propicio: una cultura corrupta impuesta por el fujimorismo; instituciones totalmente aniquiladas o debilitadas; una cultura basada en la codicia voraz, lo simple y lo práctico. Asimismo la pérdida de soberanía por figuras como el arbitraje. Hubo una penetración cultural: formaron una cámara de comercio peruano-brasileña a fin de que actúe como grupo de presión; pusieron directores vinculados a la industria de la construcción en la Cámara de Comercio, auspiciaron gremios sobre infraestructura, utilizaron los medios e incluso financiaron al gremio que aglutina a toda la prensa. Una plataforma cultural destinada a hacer simpática a la empresa Odebrecht.
LAS CERCANÍAS
—¿El expresidente García, en su primer gobierno, tenía cercanía con la familia Odebrecht?
—No sé cuán cercana haya sido esa relación. Hay que juzgar por la toma de decisiones, los decretos y las leyes que se dieron para facilitar las operaciones de Odebrecht. Pero mejor hablemos de la naturaleza de la corrupción.
—¿Hay forma de acabar con la corrupción?
—El hombre es una dualidad. Como dice el poema: “hay rasgos de virtud en el malvado y rasgos de maldad en el virtuoso”. La corrupción no se combate con reglas sino con un respeto a los valores, inculcados desde la infancia. Es una cultura no un reglamento contra la corrupción. No es la búsqueda de la justicia el mayor anhelo del hombre sino la búsqueda del equilibrio: cuán libre dejamos al mercado y cuán fuerte son los ciudadanos y el Estado. Es un equilibrio de poderes. Lo más inconveniente en estos momentos es que los políticos salgan a decir que el Poder Judicial es corrupto. Hay muchos jueces honestos, que son los más. Entonces hay que dejarlos que tomen su decisión. Ello requiere en estos casos de tranquilidad y paciencia.
—¿Por qué cree usted que Toledo, Humala y hasta PPK están presuntamente implicados y sobre García, Barata no ha dicho nada aún?
—Desconozco cuál es la razón; sin embargo, usted no puede olvidar que varios de sus ministros y varios funcionarios han sido acusados. Lo cual me lleva nuevamente a recordar la teoría sobre la responsabilidad en los contratos internacionales: “sabía, o debería de saber”.
—García dice que no sabía.
—Un alto funcionario o empresario no puede excusarse diciendo que “no sabía”. Si así lo fuere debería sancionársele por torpe. Un buen gerente “sabe o debería de saber”. Ello depende de la naturaleza de la obra, en este caso se trata de una que va a influir en la economía del país; la competencia y juicio del funcionario, todos ellos son profesionales; la razonabilidad de la operación, hay tanto dinero en juego y de ello depende las ganancias o pérdidas de la empresa o el Estado. De manera que ellos sí sabían.
—¿Cuál es su reflexión acerca de todo lo que se sabe sobre Lava Jato?
—Esta situación es una consecuencia de la forma asimétrica como ha evolucionado el comercio internacional. Entre países que tenían una buena estructura de exportación de servicios y otros como en el Perú que solo estamos en la venta de commodities. Brasil tiene un óptimo proyecto geopolítico destinado a conquistar los mercados internacionales; por ello su rivalidad con Estados Unidos de América.
—¿Se puede analizar dónde empieza la denuncia? ¿Será que pisaron los talones de otras transnacionales?
—Por supuesto que estoy seguro que la corrupción no era uno de los mecanismos para conquistar los mercados: pero sí había una estrecha relación entre el Estado, las transnacionales y las universidades. El Estado apoyó la exportación de servicios de ingeniería a través de una línea de financiamiento de dos mil millones de dólares con una tasa que no superaba el tres por ciento. Con ese mecanismo buscaron abrirse paso en el Perú a fines del decenio de los 70 y en el 80.
—¿Por qué Odebrecht no hizo grandes obras en el segundo gobierno de Fernando Belaunde?
—En la administración Belaunde no pudieron efectuar grandes obras, porque se privilegió el apoyo a las empresas peruanas, así como por un cierto temor de dominación geopolítica.
—¿Cree usted que se trata de un imperialismo brasileño?
—No se trata de un imperialismo brasileño, como han afirmado distinguidos columnistas. Se trata de una etapa secuencial del comercio internacional que después de un buen éxito en la exportación de manufacturas, tiene que dar el siguiente paso a la exportación de servicios. Así lo entendió Brasil, México, Estados Unidos y la Unión Europea. Lo trágico es que esta nueva fase del comercio internacional se ha dado en medio de una cultura basada en lo fácil, lo simple y la codicia voraz, con ningún vestigio ético. Es decir, se llega a una etapa secuencial en un ambiente cultural que domina el mundo y que en el caso del Perú se acentuó con las expresiones del fujimorismo.
—¿Qué debe hacer el gobierno ahora que el caso Odebrecht ha frenado varias empresas?
—Fortalecer a sus empresas nacionales; mejorar la educación universitaria y fortalecer su industria nacional. La política económica impuesta por el fujimorismo ha beneficiado solo a la inversión extranjera y no a la inversión nacional.
Las instituciones a pesar de este terremoto ético han logrado sobrevivir: el Poder Judicial, el Ministerio Público y la Contraloría están enfrentando la más feroz y despiadada presión que pueden ejercer todos los grupos económicos poderosos. Imagine la presión que pueden sufrir los jueces y fiscales en este proceso en el que por primera vez los que han delinquido pueden disponer del apoyo o del silencio mediático.
ESTANCAMIENTO Y SALIDA
—¿Cree usted que la inversión pública es una salida para el estancamiento de la economía?
—Durante veinte años se nos ha metido en la cabeza que todo lo público es ineficiente, corrupto y torpe. Y fíjese una sola empresa privada ha puesto en jaque la estabilidad política y democrática de cinco países sudamericanos. Las empresas de ingeniería peruanas vinculadas se escudan bajo una frase cínica: “no sabía”. Habría que responderles con la más moderna teoría de la contratación internacional que se sintetiza en la frase “sabía o tenía que saber”, según la cual en un contrato internacional de gran envergadura tecnológica y jurídica cada una de las partes al ejecutarlo “saben o tienen que saber lo que están negociando”.
—¿Cuál es su reflexión acerca del gobierno de PPK?
—Nuestro país ha salido de la más pavorosa corrupción explícita que haya pasado país alguno en su historia. Es el primero que encarcela a un presidente a poco de terminar su mandato y ve que los anteriores están en la lista de espera. Esta situación es abrumadora psicológicamente y más aun cuando ve que la clase dirigente política que debe impulsar su juzgamiento también está vinculada a recientes actos de corrupción. Las adendas y los movimientos del caso Chinchero no brindan confianza a la población. Se proclama que hay inseguridad ciudadana. Habría que afirmar, también, que hay una inseguridad política. Ministros y parientes de estos, vinculados a las empresas corruptas. Al igual que respecto del clima hay actos de corrupción y también una sensación de corrupción. Ahora le queda a esta Administración poner el ojo en otras transnacionales como Lan y la forma en que se ha concedido la soberanía aérea. Este es un problema de dignidad que requiere de firmeza y patriotismo.
Tío de García, Jorge Ramos Ronceros habría recibido coima de Odebrecht por Chavimochic.
JORGE RAMOS RONCEROS
El tío en la jugada de Odebrecht
La periodista Melissa Pérez Huaringa, de El Gran Angular, reveló que las coimas de la constructora Odebrecht se reparten en el Perú desde por lo menos 1988, durante el primer gobierno de Alan García.
Melissa Pérez publicó documentos que demostrarían pagos irregulares en el contexto de los proyectos de la central hidroeléctrica Charcani V, en Arequipa, y de irrigación Chavimochic, en La Libertad.
Asimismo informó que Jorge Ramos Ronceros, identificado con el sobrenombre de “Pescoção”, tío del expresidente Alan García Pérez, habría recibido dinero de Odebrecht como soborno por el proyecto Chavimochic.
INTEROCEÁNICA FUE PROPUESTA DE LA EMPRESA
Falta centro de planeamiento
—¿Por qué se genera corrupción en los contratos y en las licitaciones?
—Por falta de un plan en el Perú. No existe un centro de planeamiento que determine cuáles son los grandes proyectos prioritarios. Fíjese que en el caso de la Interoceánica esta propuesta nace de la constructora y no del Estado. En consecuencia las empresas transnacionales son las que determinan el desarrollo de un país. Esta es una vieja historia que abarca desde las exportaciones de materias primas: nunca fuimos vendedores. Los compradores nos compraban bajo el régimen de cuotas, ejerciendo presión política y luego los precios lo marcaban las bolsas de productos de Chicago, New York o Londres. Por otro lado los ministerios no tienen especialistas en contratación internacional ni en licitaciones. Son las empresas constructoras las que elaboran sus bases a su imagen y semejanza.
Al no existir una especialidad en la contratación internacional son los vendedores de servicios los que imponen sus condiciones. La OSCE hizo un esfuerzo hace dos años para crear especialistas en esta materia. Es un buen comienzo.
Diario Uno, 15.03.2017