La Democracia de Papel y sus Afónicos Voceros
 
Causa indignación y vergüenza constatar que en un artículo, Bayly desnuda la podredumbre de la clase política peruana y el desprecio hacia la democracia de sus principales caudillos, a pesar de llenarse la boca de falacias pintándose de demócratas, y de hacer creer que todo anda muy bien.

Tres hechos han demostrado el carácter despectivo de este gobierno en relación a la democracia. El primero, en plena campaña presidencial 2006 donde el sistema corrupto parecía desmoronarse y García con el apoyo del gobierno de Toledo -y del espionaje de la marina-, obtuvo los servicios de Ponce Feijóo, el mismo de los petroaudios y buen amigo del fujimorista vicepresidente Giampietri, para chuponear al "comandante", mientras él se encargaba de la "gorda" Lourdes Flores. Este hecho fue relatado por el periodista Gustavo Gorriti en su libro "Petroaudios", con justificaciones "literarias" de parte de García. El segundo incidente se suscitó en marzo del 2009 en una reunión de banqueros internacionales donde estuvo Dionisio Romero, y García afirmó que él puede evitar que sea presidente quien él no quiera -y que él lo ha demostrado, haciendo alusión a Vargas Llosa-. Finalmente ahora, Bayly enumera una serie de reuniones con varios representantes de partidos, donde las negociaciones con menciones de dinero de por medio, culminan con la corrupta frase alanista "la plata llega sola", aparte de mencionar que si el señor Humala gana las elecciones, él propiciará un golpe de Estado e impedirá, quebrantando la ley, que Ollanta sea presidente. "Aunque me metan preso, Humala no será presidente", se ufanó García. Ese es el presidente del "Perú Avanza".
 
No era de sorprender dichos exabruptos autoritarios. Nos vino a la mente el cacheteado Richard Gálvez y el pateado Jesús Lora. Y también las matanzas en los penales del Frontón y Lurigancho. Y los crímenes en Accomarca, Pucayacu y Cayara. Recordamos el Comando Rodrigo Franco y el Grupo Scorpio. Y si de corrupción se trata recordamos los Petroaudios, el Minsa, Cofopri y Essalud, o sea, Del Castillo, Garrido Lecca, Quesada y Barrios. O los Mirage, el BCCI y el Tren Eléctrico. O los dólares MUC, los Intis, y las colas interminables por pan popular y leche enci. Y comprobamos que los medios y sus asalariados han pasado y pasan por alto estas declaraciones desde el poder como en las épocas del fujimorismo, cosa que no harían si fuese un ciudadano de a pie. Jaime D’Althaus criticando a García por incapaz político en vez de hacerlo por antidemocrático. Juan Carlos Tafur minimizando los hechos como cuando trabajaba en Cable Canal para no beneficiar a Humala en detrimento de su candidato chakano. Escuchando las necedades de presentadores en todos los noticieros matutinos, de RPP y el Comercio, que dejan el asunto en la anécdota. En fin, de verificar que realmente hemos llegado a un nivel de convivencia con los antivalores y la corrupción generalizada, que da nauseas.
 
Aquí es cuando constatamos que el silencio es cómplice cuando afecta intereses politiqueros, y nos preguntamos donde queda el discurso "demócrata" de Toledo, el eterno anti fujimorista, al cual emula, o, Lourdes Flores, la adalid de la decencia que denosta del montesinismo sin fuji. O si habrá algún demócrata en AP o Somos Perú u otro del "gran cambio" que parece gran combo. O si el JNE o Magadalena Chú dirán está boca es mía. O si Gladys Echaíz investigará en la fiscalía aunque su esposo siga siendo aprista. O si el Acuerdo Nacional de Max Hernández hablará de democracia mientras comen caviar de la PCM. O si Percy Medina podrá hablar de transparencia en las elecciones del 2006 y 2011. O si las entidades norteamericanas tipo IRI o NDI hablarán de democracia cuando se contrapone a los intereses de EEUU en el Perú. O si Mario Vargas Llosa seguirá pensando que Hugo Chávez se parece más a Ollanta que a Alan García. O si Javier Pérez de Cuellar dirá algo más que un balbuceo en la elefantiásica ONU. O si Beatriz Merino defenderá a su pueblo como cuando trabajaba en la Sunat. O si Villarán seguirá afirmando ser demócrata de izquierda.
 
Entonces uno certifica que el nuestro es un país de emprendedores, pero no de motivadores de TV o de políticos "renovados", sino, de los que emprenden un real compromiso por luchar contra la corrupción y contra lo antidemocrático del sistema que nos rodea, pues a pesar de estar cercados por hipocresías y conveniencias, sabemos que la historia de nuestro país la escribiremos al final, nosotros mismos.