Por Javier Diez Canseco
 
La victoria de Gana Perú y Ollanta Humala en la primera vuelta electoral ha desatado una desenfrenada campaña buscando impedir su victoria definitiva este 5 de junio. La campaña busca generar miedo entre la población y opera en diversos frentes.

 

En el frente mediático –los diarios, radios y canales de TV enrolados en la campaña– se valen de toda clase de infundios y mentiras. Son los poderes fácticos y sus padrinos, que los sostienen con avisaje.  Deforman el programa de gobierno, inventan medidas inexistentes, hacen correr rumores sobre amenazas a los ahorros, fondos de pensiones o propiedades de la población.
 
Buscan presentar contradicciones en el interior de Gana Perú, mostrarlo como una agrupación incongruente, con doble mensaje.
 
Quieren desprestigiar cualquier esfuerzo de constituir una mayoría social y política, un bloque más amplio y que permita un gobierno consistente para manejar el país y conducirlo en la vía de un crecimiento que se sienta en el bolsillo y la calidad de vida de la gente, un Perú para todos que devuelva ética a la política y control ciudadano sobre las autoridades.
 
La guerra sucia opera también, como en el 2006, en la manipulación económica. Poderosos grupos económicos promueven  inestabilidad cambiaria, es decir, devaluación de la moneda, y alientan la caída en la Bolsa de Valores con corridas que ellos mismos promueven. Hipócritamente presentan sus fluctuaciones como algo que se debe exclusivamente a la situación política peruana, pretendiendo ignorar la gravísima crisis de Japón y los países árabes, su impacto en la economía mundial, en el alza del petróleo y los efectos de la crisis internacional que se arrastra desde el 2008. Son los poderes fácticos económicos en acción. Defienden sus intereses a toda costa y tratan de generar terror financiero en la gente para impedir el acceso al gobierno de quienes postulan un manejo económico con redistribución de riqueza que genere más equidad y que obligue a las grandes mineras a pagar al país por las regalías y sobreganancias que nos corresponden, terminando con los privilegios tributarios que indebidamente gozan.
 
Son estos los poderes fácticos. Nadie los ha elegido, pero se erigen como la voz de la sociedad por sí y ante sí, pretenden imponer la agenda política y llevarnos de las narices como si sus intereses fueran los mismos que los de la Nación. Y, no cabe duda que buscan mover las aguas entre sectores de las FFAA como lo han hecho siempre que se han visto en minoría ante la gente de a pie.
 
La campaña de los “dueños del Perú” se vale de todo y pretende imponernos la restauración de un régimen  criminal y cleptocrático cuyo mentor está condenado a 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y por asalto a la caja fiscal. Keiko Fujimori no es sino el mascarón de proa de su padre y del equipo que gobernó con él y que ella lleva en su lista al Congreso. Nada parece importar a los poderosos con tal de preservar sus intereses.
 
La campaña busca también –si no logra impedir la victoria– arrinconar y someter a Gana Perú a modificar e incumplir sus principales compromisos y a impedir ampliar la unidad política y social que haga posible ser gobierno. Quieren que renunciemos a la reforma tributaria para que las mineras paguen lo que corresponde, que renunciemos a renegociar los contratos de Camisea para abaratar el gas y reservar su consumo para atender al Perú, o dejar de reducir las abusivas tasas de interés que nos imponen con los créditos o las tasas de administración que nos cobran las AFP. Quieren que GP abandone Pensión 65, Cuna Más, la Revolución Educativa y la duplicación del presupuesto del ramo, que deje de lado el apoyo a las pymes y el agro. Quieren  dejarnos sin los recursos para poder cumplir y sin la capacidad de imponer las regulaciones económicas que defiendan a los usuarios, consumidores y prestatarios.
 
Diario La República, 25 de abril de 2011