Perú: Fujimori se deshace del Líder de los Obreros
El siguiente fragmento fue publicado en el semanario Hildebrant en sus Trece, en la Maquina del Tiempo.
Informaciones del SUTTP editadas en Rebanadas:
Hoy después de 10 años de la caida de la dictadura de Fujimori, su hija disputa en segunda vuelta la Presidencia de la Republica del Perú. Comparto con ustedes este fragmento del Libro El Crimen de la Cantuta, autor Efraín Rúa, que nos recuerda un capitulo trágico de la historia del movimiento sindical peruano. Para que no se vuelva a repetir, NO A KEIKO.
El 18 de Diciembre de 1992, Pedro Huilca Tecse, secretario general de la CGTP, murió acribillado a balazos dentro de una camioneta, frente a la puerta de su casa. Los disparos fueron hechos con silenciadores. Sin embargo, nadie le salió al paso, como solían hacer los subversivos tras un implacable reglaje a sus víctimas. Los sicarios llegaron después del desayuno de la familia, unos instantes más y no lo encontraban.
Momentos después del crimen se echó a andar la versión que se trataba de un nuevo atentado de Sendero Luminoso. Una década después José Luis Risco, presidente de una subcomisión investigadora del congreso, presentó el testimonio de un agente que hacía trabajos sucios para el SIN: Clemente Alayo.
Alayo reveló que en Octubre del año 1992, Martín Rivas recibió una llamada de Fujimori al salir de los baños sauna “Pardo”. Tras ello el jefe de Colina anunció que se preparaba el crimen de Huilca.
Alayo volvió a oír del tema en los primeros días de noviembre. Se encontró con Martin Rivas cerca de la plaza de 2 de Mayo, a pocos pasos del local del CGTP. En el interior de un automóvil estaban Mariela Barreto y dos sujetos. Martin Rivas le dijo a Alayo: Mira, Compadre, vas a reivindicarte de todas tus cagadas que has hecho. La señorita que ves adelante va a participar con nosotros y tiene más huevos y cojones que tú. Y el chofer, ¿ves a ese grandazo que está allá al fondo?, ése también va a participar ; y yo también, pero tu vas a dar el tiro de gracia. ¡ Ahí quiero verte, carajo!.
El técnico Ángel Felipe Sauñi Pomaya, técnico del SIE, ratificó esa versión. Recordó que su colega Pedro Pretell Dámaso había reconocido su participación había reconocido su participación en el crimen.
Los trabajadores culparon desde el primer momento al gobierno de Fujimori, recordando que el ministro de economía de la dictadura, Carlos Boloña había declarado en agosto de 1992, que la dirigencia de la CGTP no llegaría a fines de año.
La guerra estaba declarada desde que el gobierno aplicara una política económica que destruía el trabajo de los peruanos, en beneficio de grupos monopólicos. En pocos meses, el régimen había liquidado la legislación que amparaba derechos laborales conquistados a los largo de décadas. Para agravar más las cosas, el fondo de pensiones acabo pasando en gran parte al sistema privado, a través de las Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones que engulleron la mayor parte de sus ingresos. Los grandes empresarios frotaban las manos. Por eso no extraño que el grueso de asistentes al CADE 92 sonriera cuando el propio Fujimori anunciara en presencia de Pedro Huilca” ¡Los días de la CGTP comunista ya se han terminado. ¡Éste ya no es el país donde mandan las cúpulas del CGTP!
El dirigente advirtió las consecuencias de la amenaza. A los pocos días envió un escrito: La CGTP responde que nunca ha habido en el Perú un gobierno en el que los trabajadores hayamos asumido la capacidad de decisión. Todos han aplicado un apolítica de opresión y han actuado en contra de los trabajadores. Le aseguramos que no le tememos y que sin alardes ni aspavientos responderemos a las bravatas y a las amenazas de quienes hoy son fuertes.?
Pero la vida de Huilca tenía las horas contadas: el 18 de diciembre, a las 08 y 25 de la mañana, el hombre de 42 años recibió unos 40 disparos en el cuerpo cuando se disponía a marchar a la sede de la central. Los asesinos no repararon en disparar contra el frontis de su casa para acallar los gritos de horror.
Flor, una de las hijas de Pedro, se cruzó en el camino con una mujer de pelo corto, rubio, con el rostro pasmado. Tenía en las manos un arma. Tras la balacera, Flor llevó a su padre al hospital, pero los medico nada pudieron hacer.
Yuri Huamaní, un estudiante de la Universidad Nacional de Ingeniería, capturado dos horas antes del crimen, fue acusado del asesinato. Sus pares fueron obligados a firmar un acta en blanco, en la que luego se consignaría una denuncia por subversión. Hasta hoy se lamentan.
A los pocos días del crimen, la policía presentó a los responsables del crimen, pero la familia de Huilca no reconoció a nadie. A una mujer la mostraron a través de la cerradura de una puerta, pero ella tenía el pelo largo y oscuro, no tenía la relación con la mujer que había participado en el atentado.
El presente material se edita en Rebanadas por gentileza de Walter Diaz de la Vega Castillo, delegado del SUTTP.