El Extraño Caso de Keiko Fujimori y Martha Chavez
Por: Gery Vereau

Martha Chávez regresó a escena y con ella el fujimorismo de la peor estirpe. Como en los viejos tiempos, saca las pistolas y reta a duelo a cualquiera que no piense como ella. !Y vaya que apunta al blanco!

 

“El Juez San Martin, en su momento, tendrá que responder a muchas cosas,” dijo Martha Chávez a Jaime Chincha, del programa Café Noticias, de Wilax Tv.

La amenaza de Martha Chávez, equivale, en cualquier país del mundo, a una amenaza de un golpe de estado institucional. Un 5 de abril contra el Poder Judicial del Perú.

Martha Chávez se acerca peligrosamente, con esas ideas, a Hugo Chávez, el presidente de Venezuela que, por lo demás estuvo refugiado en el Pentagonito, en el Perú, a expensas de Montesinos después de su intentona golpista en Venezuela.

Esa amenaza lleva implícita siendo Martha Chavez una congresista electa y, de ganar Keiko Fujimori las elecciones presidenciales, con lo que tendría un papel de primer orden en el Poder Ejecutivo, una virtual sujeción del Poder Judicial.

Además Martha Chávez no es una hija de vecino cualquiera fue candidata presidencial por el Fujimorismo en el 2006, con la Alianza para el Futuro, ocupando el cuarto lugar en las elecciones, de manera que nada de lo que dice o hace es inocuo. Es pilar fundamental de lo que hizo, hace y hará el fujimorismo.

El mundo civilizado debería temblar con amenazas de éste tipo. El Juez Baltazar Garzón, en España, mantuvo entre ceja y ceja a Augusto Pinochet, pero jamás de los jamases ninguno de los lugartenientes de Pinochet osó amenazar ni siquiera con una palabra descompuesta a los intentos de Garzón por llevarlo a tribunales internacionales.

Si al Presidente Barack Obama se le hubiera ocurrido amenazar -como lo hizo Martha Chavez con San Martín- al Presidente de la Corte Suprema, John Roberts, por haber aprobado la ley que da carta libre para que algunas entidades donen el dinero que puedan y quieran a las campañas electorales, sentando un precedente nefasto para una democracia, hubiera tenido encima todo el stablishment.

Obama, hombre de leyes al fin y al cabo, se limitó a manifestar su desacuerdo, sin amenazas ni motines.

Pero lo que vale para Estados Unidos no vale para el Perú, porque la abogada Martha Chávez considera que no merecemos una democracia de verdad, donde la división de poderes funcione de verdad. 

Es de las que piensan que los Derechos Humanos son una cojudez. Algo inadmisible en Estados Unidos, donde se conquistó los derechos civiles para la minoría afroamericana.

Las balas de Martha Chávez llevan ponzoña. Ella es abogada y sabe el valor de las leyes. Pero es una abogada para el Perú no para un país desarrollado como el que queremos ser y no nos dejan.

En un país sin leyes, no valen los contratos, no vale la palabra, no vale el debido proceso, no vale la carrera administrativa, no vale el  peso de la ley sino el peso del tarjetazo.

Eso es lo peor para un inversionista: que sus proyectos de inversión tengan que necesariamente hacer antesala en palacio de gobierno y, al estar sometidos el poder judicial, sus contratos dependan de los tratos con el poder.

Los empresarios del Fujimorismo se apellidan Martinez, los de Hyduk, que aún siguen dando dinero para la campaña de Keiko Fujimori. Por si no lo saben el gobierno de los Estados Unidos les ha negado a los Martínez  la entrada a territorio norteamericano, por sus nexos con el narcotráfico.

Pero Martha Chávez no es Keiko Fujimori.  Keiko se pasea por calles y plazas del Perú hablando en criollo y posando con protagonistas de la noticia, bailando con Mark, su esposo, y cargando a las hijas a los mítines para que repartan besos a los manifestantes. Y muestra una sonrisa simpática, vaya que cae bien.
 

Keiko es criolla, buena gente, la china. Habla bien y se conduce mejor.

Un miércoles de estos, aquicito nomás, salió a responder, con bastante cintura y labia, el apoyo de Mario Vargas Llosa a Ollanta Humala.
Vargas LLosa, es nuestro gran escritor, dijo a América Noticias, nuestro Premio Nobel de Literatura pero de política, dice Keiko, no debería hablar. Y luego deja caer las palabras con candor, con cancha: respira por la herida.

Cuando vino a Nueva Jersey, su conferencia de prensa, aún con Carlos Raffo de fiel escudero, fue impecable. Todos los planes, las palabras, de Keiko eran irrefutables, las sonrisas con que acompañaba las respuestas que nos regalaba eran encantadoras.

Y si, es buena cristiana, pone a Dios por delante. “Juro por Dios que no liberaré a mi padre”, dijo Keiko empezando Semana Santa, creyendo que un juramento es parte de la parafernalia santa como los sahumerios, el bacalao y, también, los dulces.

Eso podría allanarle el camino con Pedro Pablo Kuczynski (PPK), que pide garantías de que Keiko no será el fujimorismo redivivo para endosarle sus votos.
También, en su momento, Keiko Fujiimori saludó la elección de San Martín como presidente de la Corte Suprema.
 
Es extraño.  ¿Acaso Keiko Fujimori y Martha Chavez no son del mismo partido?,  ¿Acaso no han bebido de la misma agua bautismal?, ¿Acaso no son las mismas que han jugado a las canicas del poder  cuando Alberto Fujimori gobernaba el Perú con la  mano derecha en firme y con la otra mano engomada a su aliado Montesinos?

¿Estamos ante una  versión peruana del Dr. Jekill y Mr Hide (*)?
En ese país candoroso y olvidadizo, donde se vivió en la edad de oro, que se ha inventado el fujimorismo  y al que también llaman Perú, Keiko Fujimori se mueve como el pez en el agua.

De vez en cuando aparecen los rasgos del otro Perú no inventado sino fabricado por el fujimorismo, al que Martha Chávez insiste en recordarnos.

Aquel Perú en el que se ajusticiaba a inocentes y culpables por igual. Aquel Perú en que el asesinato se convirtió en una práctica de Estado.

Aquel Perú donde a los periodistas que no bebían de sus manos les sacaban  los dedos  y los que sí eran premiados con jugosos contratos de imagen, y vivían
en casas que en 100 años de trabajo reporteril nunca hubieran podido comprar.

Aquel Perú donde los empresarios debían pasar por la antesala del Doc antes de que las reparticiones estatales les entregaran la concesión requerida.

Aquel Perú donde los narcotraficantes debían pagar por cada avioneta que despegaba del Huallaga. El fujimorismo tiene su propia escopeta de dos cañones, solo que ésta es una metamorfosis que muestra sus dos caras, en un desdoblamiento de la personalidad a lo Dr. Jekyll.

(*) “El Extraño caso del Doctor Jekyll y el señor Hide”, novela de Robert Louis Stevenson conocida por el desdoblamiento de la personalidad de sus actores. El señor Hide era el asesino nocturno de vida disipada en que se transformaba por las noches el Dr Jekyll.

La  República.