Mentiras de Keiko: Parte I
Jans Erik Cavero Cárdenas Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Fuerza 2011 tiene un plan de gobierno que no tiene fuerza argumentativa para convencer a quienes aspiramos el cambio de sistema político y la modernización del Estado. Su plan descansa en 4 pilares básicos, cada uno con sus respectivos ejes: Crecimiento y pobreza (5 ejes), gobierno eficiente (3 ejes), seguridad ciudadana (4 ejes), empleo (8 ejes). Una revisión detallada del programa fujimorista permite advertir la presencia de inexactitudes y mentiras en cuanto a la reforma de Estado. Veamos:
El pilar 2 señala textualmente: “Crear un gobierno eficiente que responda a las necesidades de todos los peruanos; ejecutar las reformas institucionales que quedan pendientes para que un Estado eficiente recupere su legitimidad frente a los ciudadanos.” Esta disposición programática refleja la filosofía neoliberal que subyace a toda reforma fujimorista, en el que el centro gravitatorio radica únicamente en la eficiencia del aparato estatal. Es decir, el Estado será funcional, responderá a las necesidades sociales, será legítimo frente a la ciudadanía, sí y sólo sí es eficiente.
Y ¿qué es la eficiencia? Económicamente puede conceptualizarse como “hacer más con menos”, o sea ejecutar la mayor cantidad de políticas públicas utilizando menos recursos. Esta definición nos trae a la memoria el Consenso de Washington, uno de cuyos postulados era el Estado eficiente. Bajo esta lógica absurda, las políticas sociales deberían ser postergadas o excluidas de la agenda pública porque usualmente demandan mucho presupuesto, son complejas de cuantificarlas económicamente, sus resultados son de largo plazo y por tanto los réditos políticos no son inmediatos.
Resulta evidente que a los fujimoristas no les interesa un Estado eficaz, sino sólo eficiente. No les importa que las metas y objetivos del gobierno no se cumplan, basta con que una política resulte barata o a bajo costo, aún cuando posteriormente las corruptelas incrementen dichos costos. Tampoco les interesa un Estado innovador, pues la pasión por el statu quo, por la década del 90, el anhelo por el vigente modelo económico, y el mantenimiento de los privilegios a favor del gran capital, anulan toda reforma realmente vanguardista.
La propuesta de contar con una burocracia profesionalizada, competitiva y con altas retribuciones, resulta una farsa para un régimen que ignoró el servicio civil de carrera, instauró el régimen laboral privado en el sector público, instituyó los abusivos contratos por servicios no personales (SNP), fomentó la anarquía salarial en la administración estatal, abusó de los cargos de confianza política, despidió masivamente a muchos servidores, precarizó los derechos laborales de los servidores públicos, etc.
Desde esta perspectiva, proponer el incremento de las remuneraciones para equiparlas con las del sector privado, apostar por una función pública de carrera y por la institucionalización del mérito y capacidad para acceder a altos cargos directivos, constituyen un burdo engaño al pueblo. Los fujimoristas siguen pensando en “gerencias de calidad” como si el Estado fuera una empresa. Por si fuera poco, los “expertos” que trabajaron el plan de gobierno montesinista creen que SERVIR es un programa, cuando en realidad se trata de una entidad pública adscrita a la PCM, creada por el DL 1023.
Irónicamente los fujimoristas proponen un Plan de Desarrollo Nacional, olvidando dolosamente que después del autogolpe de 1992 Alberto Fujimori extinguió el INAP oponiéndose férreamente a todo tipo de planificación. Con total desparpajo el programa reconoce los 3 niveles de gobierno cuando Fujimori se trajo abajo el proceso de regionalización de 1989, instaurando en su lugar los Consejos Transitorios de Administración Regional (CTAR). Finalmente se apela al trabajo coordinado de los 3 niveles de gobierno cuando el régimen del corrupto fue el más centralista de los últimos 30 años, desconocedor de la realidad multicultural del país, ausente en cientos de distritos rurales, y opositor firme a todo mecanismo de participación ciudadana.
Los peruanos estamos advertidos. El plan de gobierno de Keiko en cuanto a reforma de Estado es una gran mentira.