¿Tenemos conciencia histórica?
por Herbert Mujica Rojas

Decía Jorge Basadre, en Memoria y Destino del Perú, textos esenciales compilados por Ernesto Yepes: “¿Qué cosa quiere decir tener una conciencia histórica? Es haber visto el nexo unitivo entre lo que fue y lo que es, con un margen abierto para el porvenir; no es por tanto, la imagen del pasado como algo pasivo y muerto. Es el sentido del ritmo vital como perspectiva y como continuidad, frente al concepto estático e inorgánico del mundo como naturaleza”.

 

Subraya el historiador: “Es la conjugación de la tradición y del destino escapando así de la actualidad pasajera. Es la búsqueda del auténtico “yo” colectivo, o sea de lo que “es” o “puede ser”, en medio de lo que pasa y desaparece. Es la historia genética, en contraste con la historia erudita y la historia pintoresca. Historia, por lo tanto, quiere decir no sólo un conjunto de anécdotas o de datos, sino una verdad más profunda y compleja que viene desde los obscuros abismos del tiempo, escala las cumbres a donde llegan héroes y genios y se hace evidente en la aspiración de una cultura”.

Agrega con precisión: “En el Perú, si hay algo de roca y de montaña en la época aborigen, el contacto con occidente viene del mar y la independencia surge como fuego de la entraña social: de la interacción de estos elementos –tierra, mar y fuego- nace la imagen primitiva de la patria; y como espíritu animador del símbolo, está el soplo de la peruanidad, numen de la tierra, alma donde se juntan las almas de caciques e incas, conquistadores y libertadores, tribunos y próceres, héroes y sabios. El territorio entonces no es una mera expresión geográfica, sino un crisol de fuerzas cósmicas que obra sobre la raza, dándole un carácter peculiar. La raza no viene a ser una discutible unidad de rasgos fisonómicos, sino la personalidad colectiva del país, avivada por la emoción territorial y por la atmósfera común de la convivencia histórica. La cultura resulta alcanzando su definición exacta en la organización de tradiciones dentro de un cuerpo de instituciones nacionales, de doctrinas propias y de símbolos emocionales que sirven para dar al país la idea de sí mismo”. p. 157.

¿Se puede pedir conciencia histórica a quienes regalan el país o su patrimonio vía concesiones tramposas, contratos con nombre propio, licitaciones con dedicatoria, angurrientos de un TLC con Estados Unidos porque ya tienen asegurados sus puestos una vez que dejen la función pública o a los que sólo quieren ganar dinero no importa cómo ni en qué condiciones para el país regalando puertos, aeropuertos, gas, petróleo, fosfatos o lo que fuere? ¡Es obvio que eso es imposible! Los traidores a la patria se disfrazan de tecnócratas, se arropan en la globalización o en tratados internacionales como la Convención del Mar que, de repente es muy buena, pero que colisiona directamente contra la Constitución del Perú.

Los peruanos bamba que abundan en todas las dependencias burocráticas, en el Congreso, en el gobierno, en los partidos políticos, quieren hacer su “carrera política” –léase dinero, fortuna y porvenir- sin que eso signifique la dignidad como postura fundamental de su actuación porque ello representaría declinar los réditos fáciles e inmorales.

Las expresiones del ilustre historiador Jorge Basadre sirven para preguntar, luego de una autocrítica reflexión: ¿tenemos conciencia histórica en el Perú del 2005?

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