Miedo

“A los verdugos se les reconoce siempre. Tienen cara de miedo.” - Jean Paul Sartre

“De lo que tengo miedo es de tu miedo.” – William Shakespeare

En el Perú, hoy en día, tenemos Miedo. Está clarísimo que esta campaña electoral que vivimos se ha centrado en una campaña del Miedo, que explota los temores escondidos en el fondo de nuestro ser, y que está mostrando su feo rostro de reacciones viscerales y emocionales. He educado a mis hijos, en la medida que me ha sido humanamente posible, en la deconstrucción del Miedo, porque sé que el Miedo es un destructor infalible de todo lo que es bueno en la naturaleza humana, así como un fomentador de todo lo que es malo. La felicidad y la formación individual y social de nuestros niños y jóvenes depende de la seguridad que sienten, y en estos días el miedo que se ha estado instilando en nuestros niños estaría originado, en parte por lo menos, en la incapacidad de muchos adultos de lidiar con los propios temores.

 

Como educador, creo que el conocimiento es una vacuna efectiva contra el Miedo. Por desgracia, eso lo saben también quienes lo instilan y lo emplean como arma política, y cuentan con muchos más medios para convertirlo en una lacra social, en función de intereses particulares. Por ello la ignorancia siempre es un caldo de cultivo para el Miedo. Hoy me gustaría poner mi granito de arena contra el Miedo. Porque si, haciendo un esfuerzo de imaginación, puedo suponer que los adultos, por serlo, tienen derecho a sus miedos, no es éste el caso de los niños. Y si somos algo más que primates asustados de las sombras, lo menos que deberíamos hacer es proteger a nuestros niños del Miedo.

Qué es el Miedo

La Real Academia de la Lengua Española define miedo como sigue: "(Del latín metus) Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda una cosa contraria a lo que desea.”

Analicemos un poquitín: El Miedo es una perturbación del ánimo, es decir afecta un cierto estado de equilibrio previamente existente. Nos mueve el piso, nos desequilibra. Pero no lo hace de modo racional, como podría ser el caso de una perturbación cognitiva, es decir lo que sentimos cuando nos llega una información que no teníamos y que modifica una idea u opinión previamente instalada. El Miedo se relaciona con la angustia, con la ansiedad. La angustia impide el sosiego, como cuando nos despertamos en la noche por una preocupación. El contacto con el objeto del Miedo produce reacciones inmediatas de intolerancia y rechazo, que se justifican cuando el objeto del miedo es un puma atacando, por ejemplo, y la reacción defensiva no es racional, y muchas veces más vale que no lo sea, pues mientras la mente se ocupa en digitalizar el peligro, el puma ya te comió. Pero en la definición está dada la posibilidad de que el estado de perturbación desequilibrante y angustioso esté dado por un peligro o riesgo real o imaginario. Es obvio que no hay pumas en las calles de Lima comiéndose a la gente. Pero durante miles de años temimos a los pumas y otros predadores, y el Miedo en estos casos estaba más que justificado. De hecho, gracias al Miedo estamos vivos, y nos podemos explicar por qué antes de las batallas de la antigüedad los romanos hacían sacrificios al Dios Pavor, como una manera de exorcizar el miedo lógico a entrar en batalla y arriesgar el propio pellejo. Los antiguos peruanos divinizaron al Puma, es decir, lo transformaron en un Objeto de Culto al que se podían acercar y de alguna manera influir para que se mostrara cuando menos modosito y lo pensara dos veces antes de comerme. Las conductas asociadas con el Miedo son tan antiguas y están tan instaladas en nuestra herencia genética, que realmente tienen que haber sido muy útiles para la supervivencia en los remotos y extensos tiempos en que fuimos cazadores y recolectores.

El Miedo no es un estado exterior a nuestra mente. El Miedo que a veces llamamos “físico” – el producido por motivos exteriores - nos impele a tres reacciones básicas, como sabe todo aquél que ha pasado por un terremoto: O huyes despavorido, o te paralizas, o te sobrepones. No por nada hacemos simulacros de Sismos, si no es para instalar conductas que permiten sobreponernos al Miedo y lograr las conductas más convenientes para la supervivencia. Siempre es mejor saber qué hacer durante el sismo, buscar el punto seguro, evacuar con cierto orden, llegar a la zona de seguridad, y quedarnos junto con otros. Las personas y las sociedades inteligentes exorcizan el Miedo sometiéndolo a la razón. Si el barco se hunde se trata de ayudar a evacuar a la gente, y evacuarnos a nosotros mismos. Pero estoy seguro que cuando el sismo se inicia todos, mal que bien, acudimos al Dios de los Cristianos o a la Pachamama, o al Gran Viracocha: “Aplaca, Señor, tu ira, tu justicia y tu rigor …”

Y por todo esto, las conductas de Miedo son muy fáciles de ser manipuladas.

¿Por qué sentimos Miedo, y cómo lo exorcizamos?

Sentimos Miedo cuando hemos estado expuestos a situaciones traumáticas reales o imaginarias. El primer gobierno de Alan García, recordaremos, estuvo signado por el Miedo: Miedo a Sendero Luminoso, Miedo a la Carestía Económica. Vale decir, se instalaron temores concretos a la muerte, fuera por bala o coche bomba, fuera por inanición. Aunque las posibilidades reales de que algo de esto ocurriera fueran pequeñas, eran bastante reales, y no olvidemos la irracionalidad del Miedo que agiganta el riesgo. La muerte era posible, y eso era suficiente, pues la imaginación hace el resto, porque la irracionalidad del Miedo lleva precisamente a patentizar imaginariamente los peores escenarios posibles. Si te quieren manejar te dirán entonces que la futura situación “x” o “y” es traumática, es espantosa y horrible. Cargarán las tintas sobre lo que “podría pasar” aunque la posibilidad de que pase sea ínfima o inexistente. Tomarán tus temores más profundos y te los restregarán por la cara, para que no te puedas escapar. A esto se le llama la “exposición sub-traumática”, que se dirige a recordarte los contenidos de tus propios Miedos, machacándote las posibles consecuencias del trauma cuantas veces puedan hacerlo, porque con eso reforzarán constantemente tu Miedo y tu irracionalidad. Y así manejarán tus sentimientos. Y tus acciones.

La observación directa de personas que tienen Miedo también produce Miedo. Por eso a veces se habla de epidemias de Miedo, como las que se producen en medio de un cataclismo o desastre natural. Los gritos de las gentes y la percepción de las conductas de Miedo nos despiertan Miedo. Contrario sensu, la observación de actitudes de seguridad y don de mando muchas veces lo exorcizan, como lo saben los jefes militares, los encargados de evacuar, y todos aquellos que alcanzan a dominar su Miedo. Todos los que hemos estado a cargo de gentes indefensas en situaciones reales de peligro sentimos miedo, pero sabemos que debemos controlarlo y ocultarlo para que nuestros protegidos mantengan la calma, sigan nuestras órdenes y se sostenga una organización mínima que permita la salvación. Se ha dicho que una de las virtudes de un jefe es saber dar órdenes inmediatas, y si son acertadas mucho mejor todavía. Esto nos lleva a un tema anexo: Exorcizamos el Miedo cargándoselo al que suponemos que no lo tiene, y lo ponemos a cargo. El Manual del Perfecto Manipulador podría decirlo así: Si quieres que alguien te obedezca, métele Miedo, y no le demuestres que lo tienes. Así te obedecerá, porque supone que tú sabes qué hacer.

Como los Miedos son básicamente acontecimientos interiores, es decir, reacciones a un estímulo, se trata de instalar estímulos que produzcan Miedo. Desde los famosos perritos de Pavlov, sabemos que los reflejos se pueden condicionar. Pon a la Caperucita al lado del Lobo de manera constante y sostenida, y cuando recuerdes a Caperucita recordarás al Lobo. Y si además te dicen todo el tiempo que Caperucita es una agente disfrazada del Lobo, y su canastita contiene una bomba nuclear, empezarás a desconfiar de todas las niñitas que se pongan caperuza roja. Sentirás Miedo de las caperuzas rojas. Y de las canastitas. Y por ende, de las niñitas. Y, quien sabe, en algún momento exorcizarás tu Miedo pegándole un tiro a una niñita.

La información se puede manejar para que produzca Miedo. Un ejemplo interesante de publicidad subliminal es el de los quioscos de periódicos y los titulares. Como los grupos empresariales propietarios de los diarios los orientan de acuerdo a la segmentación, el control de los titulares resulta esencial para impactar en la audiencia. Una noticia de primera plana respecto a un candidato dada por un diario “serio” suele estar al costado – y lo está muchas veces – de un titular de diario chicha “informando” de la muy próxima llegada del Fin del Mundo. El pacífico ciudadano de a pie que observa los titulares, por el tema de figura-fondo, asociará al dicho candidato con el “Fin del Mundo”. Y lo interesante es que la mayor parte de los casos no lo recordará conscientemente. El período de los 90 estuvo signado por esta suerte de psicosociales. Todos recordamos las “vírgenes que lloran” como elemento distractivo. También suele emplearse este esquema en la Televisión, y con ventaja, porque aquí el poder de la imagen es mucho más notable.

A veces esto tiene resultados algo divertidos. Un elemento del Plan “Sábana” era la intervención de Bayly, el que filma sus intervenciones en pantalla en Miami con cierta antelación. Por desgracia para él, no se podía no pasar la noticia de la muerte de Bin Laden, con lo que el efecto mediático de manipulación preparado terminó pasmadísimo. Escuché hace poco que se le paga muy bien a Jaimito por su “trabajo”.

Miedo y Comunicación de Masas

¿Se puede instilar el Miedo en los medios de comunicación? No solamente se puede sino que se hace de manera constante y sostenida. Un caso horrible por lo sanguinario fue el del efecto del Miedo producido en los ruandeses de etnia Tutsi por las radios. Las grandes matanzas que causaron la muerte de centenares de miles de ruandeses de etnia Hutus fueron manipuladas desde las radios a través del fomento del Miedo de los Tutsis. ¿Qué mensaje se les dio? Que los Hutus les iban a quitar sus tierras y sus medios de vida, y que había que adelantarse, para lo cual muy convenientemente se motejó a los Hutus con el apelativo de “cucarachas”. Y a las cucarachas se les aplasta. Las radios dirigieron las matanzas a través de la acción de periodistas venales escudados bajo el paraguas de la Libertad de Expresión. De sobra conocemos sus espantosos resultados.

Para los que crean que esto solamente pasa en África, tenemos un ejemplo mucho más cercano y propio, y relacionado con elecciones. En el plebiscito de Tacna, allá por principios del Siglo XX, que no se llegó a realizar precisamente por falta de garantías, se amenazó a los tacneños con que si votaban por volver al Perú perderían sus propiedades o las verían destruidas, se despidió periodistas que estaban a favor del retorno al Perú, se impidió a los propagandistas de toda especie que hicieran su propaganda, se motejó a los que estaban por la vuelta al Perú de “cholos ignorantes”. A los que reaccionaban se les acusó de violentos. Y ello con todos los diarios, a plena plana, y sin pudor alguno. Cualquier semejanza con situaciones actuales NO es pura coincidencia.

La comunicación de masas es impersonal, se dirige a una audiencia. Pero siendo comunicación posee interlocutores. Solamente uno de ellos, el emisor, puede estar personalizado. Es decir, los conocemos por sus nombres, son todos aquellos periodistas que tienen programas de opinión. La gran pregunta es quienes están instilando el Miedo. Porque algunos periodistas, hay que decirlo, tienen vergüenza de ser manipulados por sus jefes. Después de todo son empleados, y lo son porque tienen familias que mantener. El incidente con Jaime de Althaus, en mi modesta opinión, no tiene justificación alguna no solamente por el tema de sus derechos humanos, que los tiene y le deben ser reconocidos, inclusive el derecho a una opinión que no nos guste; sino por la consideración práctica de que incidir sobre un empleado no es incidir sobre las causas. Lo que, por cierto, tampoco justificaría un incidente dirigido al propietario del medio de comunicación. En el intento de Democracia que vivimos, debemos todos aprender que lo cortés no quita lo caliente. Y si percibimos manipulación o fomento del Miedo, no se puede responder con las mismas armas del agresor. Ello lo único que produce es una escalada en el Miedo. Porque responder al Miedo de los medios con el Miedo a las turbas es demagogia, y una opción política que se respete a sí misma no ataca medios de comunicación, no les limita su capacidad informativa. Quede eso para los que defienden posiciones autoritarias, y ya tienen amplia expertisse en esto de manipular medios. También están representados en la presente elección.

Miedos infantiles y adultos

A mí me preocupan los niños, y los efectos del Miedo sobre ellos. Me permito citar a una preocupada amiga: “Mi hija hoy me dijo triste que tenía miedo de perder sus cosas y que muchos de sus amigos se tengan que ir del país”.

¿Se puede saber con qué derecho ocurre esto? Y ojalá fuera un tema aislado. Honestamente, no me preocupa tanto la hija de mi amiga, o mis propios hijos, porque para eso tienen a sus padres que les respetan, y actúan. Pero ¿Y estos niños que sienten Miedo verdadero porque ese Miedo es el que sus padres les meten en la cabeza? Y ojalá que sea inconscientemente, porque el irrespeto a los propios hijos, la manipulación política consciente a los menores no tiene perdón, peor aún si son los propios hijos. Queremos creer que este indeseable efecto social de la manipulación mediática es producto de la ignorancia, instalada aún en los niveles sociales más “elevados”.

Si los adultos no saben lidiar con sus Miedos podríamos decir que es cuestión de ellos. Por desgracia, parece que el tema no es ese. Si los adultos sentimos necesidad de que otros nos crean y compartan nuestros irracionales Miedos, hagámoslo con otros adultos, entremos al debate e intercambiemos ideas. Y de repente resolverás tu problema y votarás menos angustiado y ansioso por la opción que tú creas conveniente. El problema está en que la irracionalidad del Miedo no te dejará hacer eso.

Como no vivimos en un mundo perfecto, sino en uno donde hay estudiantes universitarios que creen que el Perú se independizó en 1986, que tiene 6,000 habitantes o 70 departamentos, podemos llegar a la conclusión que el Miedo se instala en el ambiente de la Ignorancia. Charles Dickens en su inmortal “Cuento de Navidad” coloca dos niños famélicos dentro del gabán del Fantasma de las Navidades Presentes, y cito de memoria: “Esta es la Necesidad, el otro es la Ignorancia. Cuídate de ellos y de toda su larga descendencia”. La Necesidad puede tal vez ubicarse de preferencia en los estratos sociales más bajos. Pero la Ignorancia, por desgracia, es peor cuando está allá arriba, y cuando es Atrevida, es decir, cuando cree que no es ignorancia. El que tenga oídos, que vea a sus hijos.

Javier A. Bellina de los Heros
memoriasdeorfeo.blogspot.com