La campaña de demolición en curso
Es vox populi que, tras la segunda vuelta, se ha reforzado una campaña mediática contra la candidatura de Ollanta Humala. Según el último sondeo de Imasen, el 47,3% de entrevistados considera que Humala es el candidato más atacado por los medios de comunicación. Sin embargo, luego de la condenable agresión contra el periodista Jaime de Althaus, algunos programas de televisión y medios de prensa escrita han responsabilizado a Humala de estos hechos, atribuyéndole un intento de violentar la libertad de expresión. ¿Cuál es el problema de concentrarse solo en Humala y dejar a la otra candidata casi suelta en plaza?
Empecemos aclarando un aspecto reiteradamente discutido, ¿hay algún problema con que los medios de prensa sigan una línea política? No, como lo señala el colectivo Antiprensa, “el problema empieza cuando esa preferencia, expresada en el espacio editorial o de opinión del medio, pasa a manifestarse en todos sus espacios, confundiendo información con opinión, manipulando titulares y mostrando e invisibilizando hechos a conveniencia”. De esta manera, al no existir un tablero mediático equilibrado, el periodismo no logra actuar como un guardián de la democracia.
Hoy, a decir del analista Nelson Manrique, la campaña de miedo desatada por un sector de la prensa contra Humala tiene por objetivo demoler la propuesta nacionalista e influenciar en los sectores medios de la sociedad para cometer un “suicidio moral”, respaldando al régimen corrupto y violador de los derechos humanos que lideraron Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Para esto, también, se busca mostrar a Keiko Fujimori como distinta y separada de su padre, silenciando su obvia responsabilidad como parte de un gobierno en el que participó como Primera Dama y sus reiteradas promesas de liberar a Alberto Fujimori.
La existencia de un frente mediático contra Ollanta Humala no lo han denunciado un grupo de izquierdistas “radicales” o “comunistas”, sino personalidades respetadas y reconocidas: desde el periodista Gustavo Gorriti hasta el Premio Nóbel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa. Por ejemplo, para Vargas Llosa, un grupo reducido, pero poderoso, intentaría evitar a toda costa que Humala gane las elecciones y para ello estarían dispuestos, incluso, a incentivar el regreso de un gobierno “fascista” como el de Alberto Fujimori.
¿No se debería examinar de igual manera las propuestas y declaraciones de Humala y de Fujimori? Además, en vista de la relación perversa del fujimorismo de la década de 1990 y los medios, ¿no se debería vigilar con mayor aplomo la propuesta de Fuerza 2011? Si Keiko Fujimori llega a la presidencia, en medio de una serie de cuestionamientos como los despidos a algunos periodistas por no apoyar su candidatura o el reeditado clientelismo político en los barrios populares, ¿qué enseñanza estaríamos heredando a futuro?
Esperemos que los periodistas independientes y probos que existen en el país, no se queden callados frente a las presiones que podrían recibir y pongan en evidencia a este poderoso sector mediático que quiere un presidente a su medida.
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