Keiko, Rudy y el diablo
Por Eduardo González Viaña
Cuando a la famosa cantante Shakira le preguntaron cuál era el país del mundo al que le gustaría viajar, respondió: “A Roma porque ese es el país donde nació Jesucristo.”
Por su parte, Sarah Palin, la frustrada aspirante ultraderechista a la vicepresidencia de Estados Unidos declaró que admiraba a Corea del Norte: “Admiro a nuestros aliados de Corea del Norte. Corea del Norte es la que está al sur, ¿no?”
En la historia universal del ridículo, los peruanos no nos quedamos atrás.
En Lima, Keiko Fujimori acaba de decir que: “En una rifa, no necesariamente las personas que han comprado un boleto se dan cuenta de que han ganado (¿?)”
¿Qué quiso decir? No lo sabemos con exactitud, pero balbuceaba intentando explicar la sospechosa rifa de artefactos que le acaba de dejar un millón y medio de soles en el bolsillo. Lo extraño del caso es que sólo uno de los catorce premios fue entregado, y la única supuesta ganadora era la esposa de un miembro de su comité de campaña.
¿De veras, hubo sorteo? De no aclararse esa situación, resultaría vergonzoso enterarse de que a la representante de Alberto Fujimori no le bastan los millones de dólares que recauda de los empresarios mineros. También está ávida de recibir algunos soles pobretones que salen de la canasta familiar de las amas de casa ansiosas de ganar una plancha eléctrica o un hornito a microondas.
En el caso de la casta Fujimori, lo grotesco viene siempre acompañado de algún negocio. Y eso es precisamente lo que se hace evidente en la visita del ex alcalde neoyorquino Rudolph Giuliani, llamado también Rudy el Perverso. La postulante lo ha presentado como su asesor para asuntos de seguridad y lo ha paseado por una ciudad con grandes problemas delictivos. ¿Cuál es el negocio?
Rudy ha ganado millones de dólares en varios países latinoamericanos en contubernio con políticos locales y vendiendo el cuento de que pacificó Nueva York. Los estadounidenses saben la verdad, y lo detestan porque durante su gestión se persiguió a los desposeídos, se agredió a los que tenían hambre y se echó de los refugios a quienes carecían de techo. Además, la brutalidad policial cobró decenas de vidas, y sus recetas no han obtenido resultado alguno entre sus clientes del resto de América. Por otro lado, según James Petras, el ex alcalde dejó en la ruina a la ciudad de los rascacielos al ocultar una deuda de más de 25 mil millones de dólares por compromisos contraídos durante su gestión.
Este hombre no es tan solo perverso en su gestión pública. Lo es en todos los momentos de su vida. Por ejemplo, buscó por todos los medios que 1,200 haitianos asilados políticos fueran enviados a los brazos de la bestia Duvalier a quien calificaba como un hombre muy amistoso e incapaz de hacerles daño.
En 1998, reprimió una manifestación de homosexuales e hizo arrestar a un centenar de enfermos de SIDA, a quienes odia a muerte, y los mantuvo presos hasta el día siguiente para que no pudieran tomar sus medicinas.
Por último, en una televisada audiencia con el público, lo llamó por teléfono un enfermo del mal de Parkinson para solicitarle apoyo. En vez de ofrecérselo, Rudy comenzó a imitar su manera de respirar y de hablar en forma tartamudeante y gangosa, y al final de la burla más infame, lo recomendó ver al psiquiatra.
Si a través de su hija, Fujimori vuelve al poder, este asesor le va a costar muy caro al país tal cual nos costó su dictadura. El monto de los latrocinios del huésped de la DIROES puede ser calculado en centenares de millones de dólares, pero tiene una expresión más directa en las huellas de su crueldad.
Lo saben los jubilados que vieron desaparecer la mitad de su pensión en esa época nefasta. Lo saben los peruanos que se quedaron sin puestos de trabajo y tuvieron que ponerse a “taxear” o “mototaxear”. Lo saben los familiares del niño de 8 años que fue acribillado a balazos por el Grupo Colina. Lo saben las 300 mil mujeres que sufrieron aborto y castración por orden de Palacio. Y lo saben por fin las madres que se despidieron de sus hijos con un beso, pero que tan sólo supieron de ellos mucho más tarde, cuando sus restos calcinados les fueron devueltos en alguna caja de cartón.
No creo que Dios los críe, pero es evidente que el diablo los junta. El hombre que desde la prisión dirige la campaña de su hija Keiko lo sabe muy bien. Cuando la periodista inglesa Sally Bowen lo entrevistó en 1995, le preguntó: ¿Qué pasaría en el Perú si mañana se cae el helicóptero presidencial…?, Fujimori le contestó:
“Modestia aparte. Hay muchos pueblos en el mundo que quisieran tener un presidente como yo. No se preocupe. Yo seguiré gobernando el Perú desde el otro mundo.”
No sabemos si su anunciada inmortalidad se debe a que se cree el diablo por el pacto que hizo en Las Huaringas o a su confianza en el triunfo de su hija. Si ello ocurre, de todos modos, tendremos un lugar asegurado en la historia universal del ridículo.