A proposito de camaleones
Por Gustavo Espinoza M. (*)

No se si fue un deseo de Jaime Chincha, o la voluntad de Willax TV pero en todo caso la invitación que me formularan para presentarme en su pantalla el pasado 18 de mayo, marcó la diferencia con los programas formales de la TV abierta, donde Jaime de Althaus, Rosa María Palacios, Mónica Delta -que alguna vez habló bien de mi en el Canal 5- o el Maleátegui que la acompaña, tienen cerrada su programación a personas que pueden poner en evidencia la inconsistencia de sus afirmaciones, porque han vivido la historia y han sido protagonistas de ella.

 


La idea -así lo anunció el conductor del Programa “Con café y noticias”- fue comentar el “especial” presentado en esos días por la Valenzuela, bajo el titulo de “La estrategia del camaleón”, y orientado a incriminar a Cuba acusándola de todos los males que sufre nuestra “democracia”. Fue ese una suerte de Thriller de la TV que, proyectado en horas de la noche, pudo no dejar dormir a los muchachos desvelándolos por el terror gracias a los “informes secretos”, descolgados de las páginas desclasificadas de la Agencia Central de Inteligencia yanqui y otros servicios similares.

La secuencia respondía a una lógica formal: Cuba-Venezuela y Ollanta Humala.

En Cuba, partía situando el tema en el corazón del Poder: Fidel, Raúl, Manuel Piñeiro, y el aparato del Comité Central del PCC. Saltaba luego a Venezuela con el mismo método: Chávez, su entorno, sus operadores y consejeros. Más allá, el eslabón más preciado: Marta Harnecker, la chilena que hoy apoya la gestión bolivariana, para espanto de los Halcones de Washington. De allí, a nuestro país, proyectando la imagen del candidato de Gana Perú, ligado a la jefatura caraqueña. Y es que es la fuerza política que le genera el más vivo pánico hoy.

Y claro, lo que buscaba era sustentar ante el veedor distraído y desinformado la idea que Cuba es el infierno; Fidel, Satanás; Chávez el ángel que abandonó el paraíso y Ollanta Humala la oveja descarriada que merece, por lo mismo, el repudio del rebaño.  Eso, además de ridículo, huachafo y descomedido, constituye una visión fundamentalista, incompatible, sin embargo, con la imagen de mujer bien trajeada y enjoyada de Cecilia Valenzuela; una periodista inteligente que en el pasado se enfrentó firmemente a la Mafia Fujimorista, y hoy defiende la candidatura de Keiko, aterrada -como está- por “la amenaza” que cree percibir en la propuesta gubernativa de  Humala.

No fue difícil explicar que la crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba no se originó por la belicosidad de los antiguos guerrilleros de la Sierra Maestra, sino por la prepotente soberbia del Imperio que buscó proteger a las gavillas de ladrones y asesinos que huyeron al Estado de La Florida en enero de 1959 llevando allí tesoros mal habidos; y preservar los intereses del Gran Capital que tenía bajo su control los resortes de la economía cubana por efecto de la política servil de las camarillas tradicionales que vivieron a su sombra.

Tampoco, demostrar que Cuba es un Estado soberano que tiene su propia Política Exterior y cuenta con las estructuras que requiere a fin de vincularse con gobiernos y países. El “Departamento de América del Comité Central del PCC” no es entonces el caldero del infierno, sino apenas una herramienta de trabajo destinada a aplicar una política de solidaridad y aliento a las luchas -y expectativas- de pueblos y naciones.  Pero lo que sí resultó necesario fue subrayar el sentido general de la política del socialismo, su identificación con las aspiraciones más legítimas de las masas y el sentido de sus programas, creados y desarrollados para encarar los requerimientos fundamentales de los Estados en todos los continentes.

Quienes ven en todo “tácticas” y “estrategias” programadas con el propósito de engañar muchedumbres inconformes para usarlas en el combate de las clases; no comprenderán, por cierto, los valores de una Revolución ni la voluntad inquebrantable de los hombres dispuestos a dejar sus huesos en el campo de batalla si es que eso contribuye a hacer más fértil la tierra en la que viven y por la que luchan.

Hay quienes se desviven especulando en torno “a lo que habrá de suceder en Cuba”, en los próximos años. Hay que decirles que más allá de las personas, se afirmarán los ideales de los pueblos. En Cuba se consolidará la sociedad del futuro, se perfeccionará el socialismo, se afirmará la justicia y vencerá para siempre el hombre y su sentido solidario. Allí no se producirán los “cambios” que la reacción espera. No habrá vuelta al pasado. Ni ocurrirá que dentro de algún tiempo, se destruya lo andado y retornen los viejos métodos de la “democracia” caduca del pasado. Allí no sucederá que el nieto de Batista vuelva para ser “candidato” y quiera recuperar el poder, como -penosamente- acontece hoy en el Perú con la hija -y heredera política- de lo que constituye -según las palabras de Cótler “lo más repulsivo de la política peruana”

No soy -y aquí debo hablar en primera persona- un novato en la política. Ni siquiera un activo militante de la llamada “nueva izquierda”, empeñoso aunque inexperto. Soy -lo he dicho antes- un comunista de “la vieja guardia”, de los que creen aún en la existencia de las clases y en la lucha entre ellas, en el papel de la clase obrera y en la dictadura del proletariado -la podemos llamar como queramos-, en la revolución social, y en la construcción del socialismo. Para algunas gentes de la Clase Dominante soy, entonces, una suerte de “especie en extinción”. Pero no me arrepiento

Esa Clase quiso borrar de la cabeza de las nuevas generaciones todo vestigio de historia y de memoria. No obstante hoy, de súbito se ha despertado en los jóvenes un vivo interés por el pasado. Se preguntan -nos preguntan-  cómo era el Perú en los años de Odría, a qué se llamó “el régimen de La Conviencia”, por qué los apristas llamaban al diario “El Comercio” “El Paquidermo de la Rifa”, por qué don Luis MQ se resistió por muchos años a insertar en las páginas de su diario el nombre de Haya de la Torre accediendo solo a aludirlo como “el cabecilla terrorista” o “el jefe de la secta”, como cierta prensa norteamericana hablaba  de Capone como “el jefe de la mafia”?

No es posible tapar el sol con un dedo. Tampoco ocultar el proceso de la historia. Como se ha dicho en otras ocasiones, para sorprender a los jóvenes será indispensable, primero, matar a los viejos. Y eso, no es fácil. Puedo, por eso, responder a la campaña de infundios que comporta “el especial” que cometamos. Y hacerlo ahora, es fundamental porque el Perú está en riesgo de caer -una vez más- bajo el control de las camarillas asesinas del pasado.

Hay que explicar a la gente, en palabras sencillas y de manera concreta, lo que está ocurriendo para desenmascarar los planes del Imperio.

En nuestro continente los pueblos luchan en las condiciones más adversas por salir adelante afirmando sus propios caminos liberadores. Aquí la única fuerza empeñada en doblegar y someter a las poblaciones, es la vieja oligarquía aliada al Gran Capital y a sus esquiroles de siempre. En cada país, los trabajadores y los pueblos procuran encontrar salidas legítimas a sus requerimientos básicos. Y para eso no precisan construir ni “ejes” de dominación ni “centrales” subversivas.

El único “eje” que se alienta aquí es el diseñado por Washington, que busca perpetuar su dominio en la región valiéndose de todo lo que pueda porque le urge el petróleo, el agua, la biodiversidad y los recursos de nuestra floreciente naturaleza. Por eso es que Washington ha buscado -con la complacencia de algunos pocos gobiernos- promover la existencia de un “eje” que le sirva.

El Presidente García, el mandatario chileno Sebastian, Felipe Calderón -el de los cuarenta mil muertos en México- y la administración colombiana; suman esfuerzos para crear el Eje de Dominación del Imperio mientras que cada país -Venezuela, Ecuador, Brasil, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Bolivia- procura abrir paso a su empeño liberador al calor de sus propias experiencias de lucha. A esa voluntad inquebrantable se habrá de sumar el Perú -según parece- más temprano que tarde. El tren de la historia -que no es lo mismo que el trencito de Keiko- marchará inexorablemente hacia el futuro.

Se dice que el camaleón en un animal que cambia de colores. Pero no lo hace de modo radical y violento, sino más bien en forma lenta y pausada, como cambian aquí ciertos periodistas que antes combatían a la Mafia asesina, y justifican ahora sus crímenes ateridos de miedo. La estrategia del camaleón, entonces, tiene otras expresiones. (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera /