Peligro letal "AD PORTAS
Steven Levitsky

"Se puede tener dudas de Humala pero de Keiko tenemos pruebas"

Ph.D. University of California at Berkeley.


El fujimorismo es la variante más reaccionaria del neoliberalismo. Es el neoliberalismo salvaje combinado con corrupción (al grado de mafia), narcocracia y autoritarismo. Un triunfo de Fuerza 2011 significaría la recuperación del gobierno y poder por la cleptocracia peruana. Camuflado bajo la figura de su hija Keiko, Alberto Fujimori (indultado o no) sería el que en la práctica gobernaría.

 



Un triunfo de Fuerza 2011 significaría la recuperación del gobierno y poder por la cleptocracia peruana. Los delitos cometidos durante el fujimorato (1990-2000) quedarían impunes, pues, tendrían el aparato judicial bajo su yugo. El robo, corrupción, nepotismo, protección a la narcocracia, peculado, autoritarismo, violación de los derechos humanos, persecución a los adversarios, clientelaje, etc. todo ello se volvería a hacer bajo formas institucionales y máscara "democrática". Camuflado bajo la figura de su hija Keiko, Alberto Fujimori i(ndultado o no) sería el que en la práctica gobernaría.


El fujimorismo es la variante más reaccionaria del neoliberalismo. Es el neoliberalismo salvaje combinado con corrupción (al grado de mafia), narcocracia y autoritarismo. El fujimorismo es un movimiento político letal cuya base social está constituida principalmente por algunos segmentos de la clase media atemorizada por el terrorismo mediático y del sector pobre manipulado a partir de sus necesidades primarias. Pero, el poder del fujimorismo deviene de la función que cumple como protector de los intereses de los oligopolios y grandes grupos de poder económico, de los mafiosos de cuello y corbata y de la narcocracia. Es importante subrayar el verdadero carácter del fujimorismo porque el perfil de mansa paloma de la candidata Keiko Fujimori y su demagogia social lo ha ocultado bien.

Ese hecho - el fujimorismo como fiel guardián de los oligopolios y grandes grupos de poder económico- es el que explica fácilmente porque personajes como Pedro Pablo Kucinsky opten por la candidatura de Keiko Fujimori, sin importarles la nefasta naturaleza del fujimorismo. Los ricachones insensibles echan la moral por la borda cuando escuchan de políticas redistributivas para superar la pobreza, son capaces de renunciar a los 10 Mandamientos de la Ley de Dios pero jamás a un 1/10 de sus sobreganancias.


El fujimorismo se ha recuperado de su derrota del 2001. Ese es un hecho evidente. El resultado de sus años de proselitismo subterráneo manipulando y corrompiendo conciencias se refleja en el historial de sus porcentajes electorales: 2% (2001), 7% (2006) y 23% (2011). Recuperación facilitada por la inconsecuencia en la lucha contra tan letal enemigo y, posteriormente, por la complicidad del gobierno "alanista". Para los corruptos y mafiosos Keiko Fujimori es su candidata, ella les asegura "blindaje" ante los procesos judiciales a enfrentar. He allí otra razón poderosa que explica el odio visceral contra Ollanta Humala.

Los peruanos deberíamos sentir vergüenza que el fujimorismo haya obtenido una votación de 23% y que Keny Fujimori (a pesar de sus conocidas patologías) resulte siendo el "padre de la patria" con mayor votación. Como preguntó alguna vez el doctor Héctor Vargas Haya ("184 años de corrupción e impunidad") ¿es que acaso vivimos en un país enfermo?. Si lo fuese, entonces, una gran tarea de educación o reeducación deberá emprender la parte sana de la ciudadanía para erradicar la inmoralidad generada por el fujimorismo.

Fuerza 2011 es un enemigo sumamente peligroso -cuenta con el apoyo de grandes grupos de poder económico nacionales e internacionales, mafiosos de cuello y corbata y con la narcocracia- y luchará con uñas y dientes para hacerse del gobierno e instaurar un tercer gobierno cleptoprático fujimorista. Frente a ese horizonte tenebroso no cabe medias tintas ni ambigüedad alguna, los principios morales, fundamento de toda sociedad sana, deben estar por sobre todo y eso cuenta para cualquier ciudadano honesto, sean de izquierda o de derecha, nacionalista o liberal.

Por ello, poner en los platillos de una balanza equilibrada a Ollanta y Keiko, como lo hace el terrorismo mediático, es una burda falacia, es una ofensa a nuestro intelecto; pues, como se lee en el epígrafe "se puede tener dudas de Humala pero de Keiko tenemos pruebas".