Ollanta: Sabotaje a la verdad
Por: Ubaldo Tejada Guerrero (*)
La república peruana cierra el 2,011, con un pueblo llamado incorrectamente “informal”, trabajadores que desde el Perú profundo, le siguen diciendo al poder económico que la costa fenicia centralista ha entrado en contradicción con la sierra y selva excluida de la oferta neoliberal.
Hoy el Perú del siglo XXI arrastra las miserias republicanas del siglo XX, miserias morales de la gran mayoría de políticos, caldo de cultivo de la crítica, debemos preguntarnos todos los peruanos ¿Cuánta responsabilidad tiene la casta política, por la falta de conciencia política y social de nuestro pueblo? ¿Dónde está la izquierda peruana? ¿Dónde está el Estado para los informales?
La “caja de sorpresas” a decir del viejo roble de la derecha: Luis Bedoya Reyes, refiriéndose al caudillo Ollanta Huma; no se equivoca en definir lo que en lenguaje moral, se llama “principios” que siguen ausentes en el escenario político peruano, pero que esta vez la metamorfosis ha sido violenta, por ello es que un fracaso si debe importarnos, basta de concesionar el Perú al poder.
El poder imperial norteamericano tiene en el arco del pacífico, un nuevo inquilino: Ollanta Humala Tasso, que junto a Santos en Colombia y Piñera en Chile, auguran un 2,012 muy expectante en nuevo mapa geopolítico de Latinoamérica y el Caribe, que hace camino al andar.
Una verdadera democracia cuando tiene principios sólidos, entiende que gobierna a través de una sociedad de personas de carácter moral, que no violarán los principios constitucionales, contra los más pequeñitos, en esta dirección lo sucedido con Ollanta Humala, que no sólo se ha puesto de espaldas del pueblo que votó por un cambio, sino que está en contra.
El Perú necesita una agenda de largo plazo, sobre la base de un desarrollo sustentable, de energías limpias y una economía de bajo carbón, por ello es momento de plantear liderazgos multiétnicos, de rechazar una política de “salvadores de la patria”, porque la política es horizontal e incluyente.
El Perú emergente viene de la profundidad de nuestro territorio, que obligará a Ollanta Humala a trabajar por una política que integre la ética con la economía y con la ecología, con una visión integradora de la diversidad, por ello será verdaderamente democrática, será participativa.
El sector verdaderamente nacionalista, es el sector informal, para ello se requiere procesos sociales incluyentes y estructuras mas flexibles locales y regionales, capaz de incorporar al nuevo proletariado peruano, de los que migraron y los que luchan desde el Perú profundo.
Es momento de levantar un nuevo liderazgo, capaz de trabajar por un ideal de cooperación, en vez de competencia, para ello necesitamos un Estado movilizador de las empresas, de los intelectuales, de los jóvenes, de las mujeres, de los jóvenes, de las comunidades amazónicas y serranas. Basta ya de criminalizar la protesta social y la informalidad, necesitamos inclusión.
Vamos a ver en este periodo republicano, con Ollanta Huamala, mas corrupción, porque ello no sólo es un problema de los gobiernos, es un problema de la sociedad. Aquí está la solución, para ello urge una agenda que promueva la inclusión social, la preservación del medio ambiente y una economía capaz de generar igualdad de oportunidades, con valor agregado.
La república peruana hasta ahora es un sabotaje a la verdad, cuyo proyecto central debe ser la recuperación de las fuerzas morales, pues; ninguna sociedad, ni sus organizaciones políticas pueden garantizar su desarrollo, progreso, bienestar y estabilidad. Un reto para el pueblo.
No se puede refundar una república, con una casta política y una prensa que aplaude la mentira, en nombre de la libertad de expresión; con caudillos sin principios, que abandonan sin ninguna, carga de conciencia su oferta electoral, olvidándose que un “pragmatismo político” no es mas trasladar a la política la ley de la oferta y la demanda para que los poderosos obtengan rentabilidad a favor del poder absoluto, del nuevos dueños del Perú.
Hoy asistimos en el Perú, a una militarización del Estado, donde el caudillo dice “el Estado soy yo”, nos olvidamos que esa necesidad del hombre fuerte, lleva a un gobierno autoritario anárquico, porque no se guía por principios, sino por la voluntad inescrupulosa del que manda, del mandón. Porque salvarnos mediante un hombre fuerte, es exactamente como cuidar las ovejas, poniendo al lobo que no respeta precisamente a las ovejas, el ejemplo es Fujimori.
Recuperar los valores morales significa definitivamente que nuestros ciudadanos especialmente nuestros niños y jóvenes no pueden seguir de espaldas a nuestra realidad, tienen que dejar de ser frívolos, ajenos, excluyentes e indiferentes a la liquidación de nuestros valores locales, regionales y nacionales. Ésta vez la ausencia de principios de un Presidente, si importa para la sanación de nuestra patria. Una navidad para los pobres y un 2,012 de verdadera inclusión de los informales.
(*)Analista Global – Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.