Perú. El ángel Gabriel

abimael guzman 1Por Gustavo Espinoza M. (*)

Los estudiosos de los Asuntos de Fe aseguran que el nombre de Gabriel asomó originalmente en las Escrituras en el Libro de Daniel. La historia dice  que el líder de los Judíos, reflexionaba en ese entonces en Babilonia en torno a las diversas visiones que tuvo en el exilio, cuando el ángel Gabriel le trasmitió un mensaje referido al fin del mundo y le pidió que explicara a sus semejantes esta visión. Ante el susto por la aparición, Daniel abrumado por el pánico, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente; y entonces el ángel Gabriel le dijo “ten en cuenta que esta visión se refiere al fin de los tiempos”.

 

Los periodistas peruanos que caminaban hace algunos días por los perdidos parajes de la selva cusqueña debieron sentir más o menos lo mismo cuando fueron retenidos por un grupo de individuos que se identificó ante ellos como “guerrilleros del Partido Comunista”, y luego los puso en contacto con otro Gabriel, el menor de los hermanos Quispe Palomino, sindicado como uno de los líderes de Sendero en el VRAE y considerado el responsable de diversos operativos armados ocurridos en la región, uno de los cuales derivó en el asesinato de Nancy Flores Paucar, capitana de la Policía Nacional abatida en un helicóptero que tocaba tierra en la localidad de Kepashiato.

No se trataba, en este caso, del fin del mundo, sino más bien de un hecho sorprendente cuando no de una primicia periodística que sin duda dio la vuelta al planeta tierra: cuando 1,700 efectivos —entre policías y soldados— buscaban a una promocionada “columna senderista” en la selva cusqueña, un pequeño contingente de periodistas sin más armas que sus cámaras de fotografía y sus equipos de filmación, se topó con ella cara a cara y sin pensarlo. Los hombres de prensa buscaban los restos de un helicóptero derribado, cuando tras la espesura aparecieron uniformados los “combatientes” que antes andaban bajo las órdenes de Florido —el supuesto “Artemio”— hoy reo en cárcel y antes Comando del Ejército y egresado, nada menos que de dos escuelas de preparación: la Escuela de Comandos, y la Escuela de Tanques. .

Los hombres de uniforme —y esta vez Gabriel— se convirtieron entonces en el centro de la noticia  y sus declaraciones —difundidas de inmediato— tuvieron dos efectos: hacer un poco de luz en torno a los sucesos de violencia ocurridos en la región en los últimos días, y poner en evidencia el fracaso de la “estrategia de cerco” dispuesta por el gobierno del Presidente Humala, que se había adelantado a proclamar como una “victoria impecable” la recuperación de 37 obreros secuestrados por esta “guerrilla” en el pasado reciente.

Con Gabriel se repitió la historia. Tuvo la satisfacción de ofrecer una amplia y prolongada conferencia a la prensa, la radio y la televisión peruana en plena selva, fuertemente armado, rodeado por los suyos y con la más absoluta libertad. Mismo Artemio —es decir, Florindo— hasta hace muy poco. Desde ese momento hasta hoy, su imagen y sus comentarios pueblan noticieros e informes de la TV nacional y llegan hasta las pantallas de la CNN.

Como se recuerda, en su momento el secuestro de los obreros de Kepashiato despertó curiosidad y suspicacia en un escenario muy amplio. No podría ser de otro modo: demandaban una fuerte suma de dinero —diez millones de dólares— y una suerte de lista de lavandería por atender, desde ropa hasta cargas explosivas y dinamita; a cambio de personas que —según  parece— resolvieron dejar ir cuando juzgaron que eso “ya no era necesario”. Inmediatamente después, y cuando el país respiraba aliviado viendo las imágenes de los trabajadores afectados por la acción; ocurrió el ataque al helicóptero y la muerte de la oficial de la Policía —principal baja— en un hecho luctuoso que dejó una secuela  de violencia y muerte aún mayor. En ese marco, la prensa grande y ciertos “especialistas en estrategia anti subversiva”, especularon acerca de tratativas secretas entre los secuestradores y las empresas vinculadas al hecho, y hablaron incluso de una suma concreta: cinco millones de dólares que habrían corrido bajo la mesa. Aunque esto fuera oficialmente desmentido por el gobierno, los “audios” llegados a los medios y entregados a la consideración ciudadana permitirían suponer otra cosa Hoy, cuando han pasado algunos días y ocurrido nuevos hechos, se sabe que los helicópteros que operan en la región con la idea de detectar y combatir a narcotraficantes y presuntos terroristas, carecen de blindaje y son tan precarios como una lata de leche.  Pero se sabe también  que los oficiales, soldados y policías que frecuentan la zona en acciones destinadas a combatirlo, usan chalecos que se perforan como las conocidas galletas argentinas Traviata y quedan llenas de agujeritos cada vez que reciben una carga fusilera.

Es claro que ni esos helicópteros, ni esos chalecos, fueron adquiridos durante la administración del Presidente Humala. Por lo menos estos últimos, fueron comprados siendo Alan García el Jefe del Estado y Rafael Rey el Ministro de Defensa Y los anteriores, provienen ciertamente también de la gestión de García, además de Toledo y aún de Fujimori. Por lo demás, los Servicios de Inteligencia detectan el vuelo de las moscas, pero no ubican a quienes se dicen portadores de un mensaje terrorista de claro sentido aluvional. No debiera sorprender a nadie que estos fenómenos extraños sucedan en nuestro país.

En 1979, cuando ocurrió un Paro Nacional debido al cual fuimos detenidos alrededor de 200 dirigentes sindicales y políticos —formamos parte del contingente Alfonso Barrantes, Abimael Guzmán y yo—, la “defensa” que esgrimió el líder senderista ante el interrogatorio policial, fue muy simple, y por cierto ingeniosa: ¿Por qué me detienen a mi —dijo casi textualmente— Yo no tengo que ver con el Paro de la CGTP. Ese, es un Paro reformista, revisionista. Estoy en contra de él, y de todo lo que haga la CGTP. Yo estoy en otra cosa. Estoy preparando la lucha armada, no un Paro cualquiera”.

Pareciera que la argumentación fue tan categórica y convincente, que Guzmán fue liberado en forma casi inmediata. Después de ello, y de modo documentado, el periodista Gustavo Gorritti  aseguró que por la excarcelación de Abimael, habían intervenido varios altos oficiales de inteligencia militar y naval. Y es que aquí no se sabe exactamente si las fallas del “sistema” ocurren porque quienes lo tienen a su cargo son unos idiotas sin remedio, o porque actúan a sabiendas de lo que hacen y  asumen distintos niveles de complicidad en delitos derivados del clima de violencia que enrarece la atmósfera peruana.

Lo que sí es claro es que fenómenos de este tipo suelen ocurrir en algunos países en los actúan los servicios de inteligencia yanquis. Y hay, por cierto, numerosas pruebas  que confirman este aserto. En Estados Unidos mismo aún se recuerda que en 1948 la Agencia Central de Inteligencia logró comprar  a Jay Lovestone ex Presidente del Partido Comunista de los Estados Unidos y lo reclutó para que en Italia y Francia haga campaña en pro del Plan Marshall. Algunos años después, en 1954, la misma CIA embaló un contenedor con armas y lo remitió a Guatemala como un envío supuestamente destinado al gobierno antiimperialista de Jacobo Arbenz. Luego usó ese mismo envío para justificar la agresión contra ese país asegurando que esas armas demostraban que Guatemala “había pasado a formar parte del complot soviético para subvertir el hemisferio occidental”.

Historias del mismo tipo hay miles por cierto. Y en todos los confines del planeta. En Chile, no lo olvidemos, organizó a los grupos operativos de “Patria y Libertad” que asesinaron al general Schneider y crearon el clima de caos que justificó el golpe fascista de Pinochet. En Brasil inventaron supuestos nexos entre Luiz Carlos Prestes -el legendario líder comunista- y Joao Goulart para justificar su derrocamiento, en marzo de 1964. En Cuba impulsaron más de 600 atentados para acabar con la vida de Fidel Castro, y recientemente en Venezuela ejecutaron acciones sediciosas que, en su momento, derivaron en el golpe frustrado de abril del 2002. Muchas otras expresiones de crueldad y de violencia podríamos exponer para mostrar el sentido general de una política en la que la mentira y el crimen siempre se dieron la mano para beneplácito de la clase dominante y todos sus voceros.

Inventar una “guerrilla comunista”, darle armas para que actúe, consentirle crímenes, facilitarle acciones saboteando deliberadamente la capacidad defensiva de un Estado,  crear un clima de confusión generalizado y valerse de los medios de comunicación a su alcance; forma parte de la estrategia del Imperio en cualquier circunstancia. Y es que ella toma en cuenta todas las posibilidades, menos una: perder el Poder en un país que considera clave por su riqueza y por su ubicación geográfica.

El supuesto “camarada Gabriel” no es, ciertamente, el ángel Gabriel, pero su aparición ante los periodistas bien puede ser el preámbulo para nuevas maniobras diversionistas de muy alto nivel que le permitan decir más adelante que la única forma de restablecer “el orden” en el Perú, es pedir la intervención militar de los Estados Unidos… y cederle a Yanacocha el Proyecto Conga, claro. Aquí podría aludirse al “Plan Perú”, similar al “Plan Colombia” de corrupción insospechada, sangre y muerte. Lo ha hecho la embajada USA en Lima.  Y manos le habrán de faltar a los cipayos de siempre para aplaudir la idea. En primera fila estarán el Almirante Giampietri y el Maleátegui de turno (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección   de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe