Panteísmo versus Panenteísmo

Leonardo Boff

Una visión cosmológica radical y coherente afirma que el sujeto último de todo lo que ocurre es el universo mismo. Él es quien have surgir los seres, las complejidades, la biodiversidad, la conciencia y los contenidos de esta conciencia, pues somos parte de él.


 
Así, antes de salir de nuestra cabeza como idea, la realidad de Dios estaba en el propio universo. Porque estaba en él, puede irrumpir en nosotros. A partir de esta concepción, se entiende la inmanencia de Dios en el universo. Dios viene mezclado con todos los procesos, sin diluirse dentro de ellos. Antes bien, orienta la flecha del tiempo hacia la formación de órdenes cada vez más complejos y dinámicos (que, por tanto, se distancian del equilibrio para buscar nuevas adaptaciones) y cargados de propósito. Dios aparece, en el lenguaje de las tradiciones transculturales, como Espíritu creador y ordenador de todo lo que existe. Viene mezclado con todas las cosas. Participa de sus desarrollos, sufre con las extinciones en masa, se siente crucificado con los empobrecidos, se alegra con los avances rumbo a diversidades más convergentes e interrelacionadas, apuntando hacia un punto Omega terminal.
 
Dios está presente en el cosmos y el cosmos está presente en Dios. La teología antigua expresaba esta mutua interpenetración por el concepto de «pericóresis» aplicado a las relaciones entre Dios y la creación y después a las divinas Personas de la Trinidad. La teología moderna ha acuñado otra expresión, el «panenteísmo» (en griego: pan=todo; en=en; theos=Dios). Es decir: Dios está en todo y todo está en Dios. Esta palabra fue propuesta por un evangélico, Frederick Krause (l781-1832), fascinado por el fulgor divino del universo.
 
El panenteísmo debe ser distinguido claramente del panteísmo. El panteísmo (en griego: pan = todo; theos=Dios) afirma que todo es Dios y Dios es todo. Sostiene que Dios y mundo son idénticos; que el mundo no es una criatura de Dios sino el modo necesario de existir de Dios. El panteísmo no acepta ninguna diferencia: el cielo es Dios, la Tierra es Dios, la piedra es Dios y el ser humano es Dios. Esta falta de diferencia lleva fácilmente a la indiferencia. Todo es Dios y Dios es todo, entonces es indiferente si me ocupo de una niña violada en un autobús de Río o del carnaval, o de los indígenas en extinción o de una ley contra la homofobia. Lo cual es manifiestamente un error, pues las diferencias existen y persisten.
 
Todo no es Dios. Las cosas son lo que son: cosas. Sin embargo, Dios está en las cosas y las cosas están de Dios, por causa de su acto creador. La criatura siempre depende de Dios y sin él volvería a la nada de dónde fue sacada. Dios y mundo son diferentes, pero no están separados o cerrados, están abiertos uno al otro. Si son diferentes es para posibilitar el encuentro y la comunión mutua. Mediante ella se superan las categorías de procedencia griega que se contraponían: transcendencia e inmanencia. Inmanencia es este mundo de aquí. Transcendencia es el mundo que está más allá de este. El cristianismo, por la encarnación de Dios creó una categoría nueva: la transparencia, que es la presencia de la trascendencia (Dios) dentro de la inmanencia (mundo). Cuando esto ocurre, Dios y el mundo se hacen mutuamente transparentes. Como decía Jesús: \"quien me ve a mí, ve al Padre\". Teilhard de Chardin vivió una conmovedora espiritualidad de la transparencia. Decía: «el gran misterio de cristianismo no es la aparición, sino la transparencia de Dios en el universo. No solamente el rayo que aflora, sino el rayo que penetra. No la Epifanía sino la Diafanía» (Le milieu divin, 162).
 
El universo en cosmogénesis nos invita a vivenciar la experiencia que subyace tras el panenteísmo: en cada mínima manifestación del ser, en cada movimiento, en cada expresión de vida estamos ante la presencia y la acción de Dios. Abrazando al mundo estamos abrazando a Dios. Las personas sensibles a lo Sagrado y al Misterio sacan a Dios de su anonimato y le dan un nombre. Lo celebran con himnos, cánticos y ritos mediante los cuales expresan su experiencia de Dios. Testimonian lo que Pablo dijo a los griegos de Atenas: “en Dios vivimos, nos movemos y existimos” (17, 28).

2012-04-20


Panteism versus Panenteism

Leonardo Boff

Theologian

Earthcharter Commission

A radical and coherent cosmological vision holds that the ultimate subject of everything that happens is the universe itself. The universe causes the appearance of beings, complexities, biodiversity, consciousness, and the contents of that consciousness, of which we are a part.
 
Thus, before it arose as an idea in our heads, the reality of God was in the universe itself. Because the reality of God was in the universe, the idea of God could come forth in us. Starting from this concept, we can understand that God is inherent in the universe. God is mixed with all the processes, without being diluted by them. Better yet, God orients the arrow of time towards the formation of ever more complex and dynamic orders, (that, consequently, distance themselves from the equilibrium to seek new adaptations), that are filled with purpose. God appears, in the language of cross-cultural traditions, as the creative Spirit, and organizer of all that exists. God is mixed with all things, participating in their development, suffering with mass extinctions, feeling crucified with the impoverished, and happy with the advances towards more convergent and interrelated diversities, pointing towards an Omega end point.
 
God is present in the cosmos and the cosmos is present in God. The old theology expressed this mutual inter-penetration by the concept of «pericoresis» applied to the relationships between God and creation, and thereafter, to the Persons of the Divine Trinity. Modern theology has coined another expression, «panenteism» (in Greek: pan=all; en=in; theos=God). This is: God is in everything and everything is in God. This word was proposed by an Evangelical, Frederick Krause (l781-1832), who was fascinated by the divine splendor of the universe.
 
Panenteism must be clearly distinguished from panteism. Panteism (in Greek: pan = all; theos=God) affirms that all is God and God is all. It holds that God and the world are identical; that the world is not a creation of God, but the necessary mode of being of God. Panteism accepts no differentiation: heaven is God, the Earth is God, the rock is God and the human being is God. This lack of differentiation easily leads to indifference. All is God and God is all, consequently it makes no difference whether I concern myself for a girl abused in a bus of Rio, or about the Carnival, or the indigenous peoples facing extinction, or a law against homophobia. This is manifestly erroneous, because differences exist and persist.
 
Not all is God. Things are what they are: things. However, God is in things and things are of God, by reason of His act of creation. The creature always depends on God and without God the creature would return to the nothingness whence it came. God and the world are different, but they are neither separated nor closed, they are open one for the other. They are different so as to make possible mutual encounter and communion. Through it, transcendence and immanence, the contrasting categories of Greek origin, are left behind.
Immanence is this world, here. Transcendence is the world that is beyond this. Christianity, by the incarnation of God created a new category: transparence, that is the presence of the transcendence (God) within the immanence (world). When this happens, God and the world mutually make each other transparent. As Jesus said: \"who sees me, sees the Father\". Teilhard de Chardin lived a moving spirituality of the transparence. In The Divine Milieu, an essay on the interior life, (Le milieu divin, 162), he said: «the great mystery of Christianity is not the apparition, but the transparence of God in the universe. Not only the ray that emerges, but the ray that penetrates. Not the Epiphany but the Diaphaneity».
 
The universe in cosmogenesis invites us to live the experience that underlies panenteism: in every minimal manifestation of being, in every movement, in every expression of life we are in the presence and action of God. Embracing the world we embrace God. Those who are sensitive to the Sacred and to the Mystery pull God out of anonymity, and give the Divine a name. They celebrate the Divine with hymns, songs and rites, through which they express their experience of God. They are witness to what Paul said to the Greeks from Athens: “We live, we move, we exist in God.” (17, 28).
 
Leonardo Boff

04-20-2012