Doble moral y crisis institucional

Rafael Romero

No nos engañemos, la crisis de valores no es patrimonio de los partidos políticos ni tampoco pertenece exclusivamente a la esfera pública, representada por las entidades estatales. Lo cierto es que la doble moral y la hipocresía cunden en grado supremo dentro de no pocas instituciones privadas. Es deplorable que no nos decidamos a enfrentar esta realidad y prefiramos voltear indiferentes mirando hacia otro lugar. Los periodistas nos damos cuenta de ello, acertamos en el diagnóstico pero muy pocos se deciden a presentar batalla en pos de una sociedad mejor para nuestros hijos. ¿Y cuáles son esas instituciones privadas que borran con el codo lo que firmaron con la mano?

 

Son muchas pero basta mencionar algunas. Por ejemplo, la ANDA (Asociación Nacional de Anunciantes), supuesta promotora de pomposos compromisos éticos, sin embargo alienta los antivalores en la televisión. No por gusto una reconocida periodista de espectáculos ha escrito valientemente en Caretas que los miembros de ese gremio “se la pasan haciendo llamados a la autorregulación de los canales, pero a la hora de poner sus avisos, eligen basándose en cantidad y no en calidad”. Y no sólo esto, también ha afirmado que existe un “círculo vicioso” entre el rating y los auspicios y que “los socios de la ANDA se la dan siempre de puritanos”.

Pues bien, en medio de este ritmo de autoincumplimientos aparece otra institución privada denominada Ibope, que juega muy bien sus cartas en beneficio propio sin reparar en el principio contemporáneo de la responsabilidad social ni en las buenas prácticas de la transparencia. Aquí ya tenemos a dos instituciones privadas que acusan crisis. La tercera es el Consejo de la Prensa Peruana (CPP), la misma que por ley tiene asiento en el Concortv (Consejo Consultivo de Radio y Televisión), pero que jamás ha defendido al televidente ante las infracciones al horario familiar y que hasta hoy no ha dicho nada de las peleas de mujeres en Frecuencia Latina o la difusión de imágenes de dos hombres de la farándula semidesnudos, tocándose indebidamente en un programa de ATV.

Lo irónico es que la estridencia de los comunicados de la CPP no se condice con la delicadeza que suele poner a la hora de negociar la publicidad estatal ante todos los gobiernos de turno. Una cuarta entidad que contribuye a que esta crisis de decencia se agudice es el Consejo Nacional de Autorregulación, que nunca hará nada serio ni contundente porque es parte de ese círculo al que alude Patricia Salinas. Amable lector, la lista puede continuar pero lo importante es que en la esfera privada también se necesita que los ciudadanos luchen por cambiar esa doble moral que ya parece haberse institucionalizado en desmedro de la grandeza de una nación.