¿Ollanta o Feli-pillo?

Por Carlos Bernales (Cabe) (*)

Es evidente que la presidencia es un cargo que le quedó demasiado grande a Ollanta Humala. El nombre también.

Ollanta es un nombre que forma parte de una historia quechua de amor, heroísmo, valor y desafío al poder. Ollanta, el verdadero, durante el gobierno del gran Pachacutec, debido a su valentía y destreza militar, a pesar de su juventud, alcanzó el grado de capitán general del Antisuyo, llegando a ser uno de los favoritos del Inca. Sin embargo, el bravo general, por encima de las jerarquías sociales, se enamora de Cusy Coyllor, la hija engreída de Pachacutec y se atreve a pedirla en matrimonio.

Como era de esperarse, el Inca pone por encima de todo el asunto de linajes y deniega la petición, confinando a Cusi Coyllor a un Aclla Huasi, una especie de convento en el que se educan las nobles del imperio; mientras Ollanta se rebela al Inca y le declara la guerra desafiando su poder. Durante diez largos años Ollanta resiste sin ser derrotado hasta que, muerto Pachacutec, su sucesor, Inca Yupanqui, pondrá fin a la rebelión de Ollanta amnistiando al general rebelde y permitiendo la boda con su hermana Cusy Coyllor. Obviamente ese fue el mayor triunfo de este invicto general.

El Ollanta "bamba"

El comandante Ollanta Humala tiene un pasado escabroso que pone su valentía en duda, toda vez que se le acusa de asesinar a pobladores inocentes en la selva amazónica, en el pueblo llamado Madre Mía. Al parecer, los documentos que lo acusarían habrían desaparecido, logrando su impunidad, gracias a las habilidades del coronel retirado, Adrián Villafuerte, que hoy tiene un cargo muy extraño al costado del presidente. Exactamente el mismo cargo que tuvo Vladimiro Montesinos con Fujimori.

Durante las elecciones, el Ollanta bamba aparentó desafiar a las corporaciones multinacionales y defender los intereses del pueblo. Como en el caso de la defensa del agua frente a las mineras en las que el candidato de papel, hizo suya la frase “Agua sí, oro no”, que ahora con Humala en el poder ha sufrido una metamorfosis, “Agua sí… oro también… un poco de corrupción tampoco está mal…”

Feli-pillo

Definitivamente, este Humala no se parece al guerrero que desafió al Inca. Mas bien lo encontramos muy parecido a otro personaje, el tristemente célebre Felipillo papel que también protagonizara Alejandro Toledo desde la presidencia.

Felipillo, es un personaje que encarna la traición y el sometimiento a las fuerzas extranjeras. Era éste un poblador de la comunidad Tallán, que se ubica en Piura. Según la historia, se acercó a los españoles para servirles de intérprete y auxiliarlos, primero, para la captura de Atahualpa y luego, para precipitar su asesinato, decretado finalmente por el invasor Francisco Pizarro. Ese abyecto traidor, Felipillo, es el que más se acomoda a las características de Humala presidente que, desde el poder, no deja de sorprender por su infame, rastrera e incondicional defensa a las transnacionales que hoy aplauden sus órdenes de disparar contra las poblaciones que protestan contra el mal gobierno.

(*) Columnista

 

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