Alfredo Palacios Dongo

El pasado día 19, durante eventos programados por el XXVI aniversario del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (CEDRO) y por el próximo “Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas” –que se conmemora cada 26 de junio desde 1987–, el representante de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito en Perú y Ecuador, Flavio Mirella, manifestó que “la actividad del Perú en el mercado internacional del narcotráfico sigue presentando niveles alarmantes”, y que además “en nuestro país se han incrementado las rutas para el traslado de la droga, principalmente hacia Brasil, Argentina y Chile”.

 

Lamentablemente el Perú es desde el año 2010 el mayor productor de cocaína pura en el mundo. Entre el 2000 y 2010 aumentamos su producción de 250 a 325 toneladas y los cultivos de hojas de coca se dispararon en más de 40%, a diferencia de Colombia, cuya producción se redujo de 750 a 270 y los cultivos cayeron en 65%. Las rutas internacionales de la cocaína desde el Perú, además de hacia el corredor entre Centroamérica y México hasta EE UU, está aumentando sus envíos hacia Brasil, Argentina, Chile y Bolivia. Según un último informe del pasado marzo del Departamento de Estado de EE UU, los esfuerzos del Perú para combatir el tráfico de drogas, se ven mermados por la falta de coordinación efectiva y consistente entre el gobierno y las fuerzas de seguridad.

En el Perú, la ruta desde el Valle de los Ríos Apurímac y Ene (Vrae) hasta los valles de Sandia, Putina Punco, San Juan del Oro e Inambari en Puno, está creciendo peligrosamente. Inclusive en la zona de amortiguamiento del parque nacional Bahuaja Sonene, en áreas de Sandia y Carabaya, en el sector Pampa Yanamayo y Pirhua Pirhuani, existen cultivos ilegales, pozas de maceración y laboratorios. Desde Puno, la droga es transportada en avionetas bimotor desde aeródromos clandestinos, y vía terrestre por la carretera Interoceánica, por Moho, o Desaguadero, camuflada entre tráfico de oro y contrabando, cruzando la frontera con Bolivia, y de allí hacia Brasil, país con gran demanda de droga –segundo consumidor mundial con 11millones de consumidores, después de EE UU, con 22,6 millones–, y además tiene una epidemia de “crack” (droga cuyo nombre sinónimo de piedra, se da por el ruido que produce la evaporación de cocaína mezclada con bicarbonato de sodio o amoniaco).

Bajo este panorama, estas nuevas rutas de la droga desde el Vrae hacia Puno que cuentan con mínima presencia del Estado y de fuerzas del orden, están registrando deforestaciones consolidadas por cultivos ilegales de coca e incremento sostenido del narcotráfico, por lo deberían requerir atención urgente del gobierno y ser consideradas como áreas peligrosas que podrían convertirse en el mediano plazo en zona similar al convulsionado Vrae.

Artículo de Alfredo Palacios Dongo, publicado en el diario EXPRESO, fecha 23 de junio de 2012