Por Gustavo Espinoza M. (*)
Oscar Wilde, el maravilloso irlandés que engalanó la neblinosa Londres en la era victoriana, nos narra en una de sus hilarantes obras de teatro, la historia del fantasma de Sir Simon Canterville quien, 300 años después de muerto, vaga por un antiguo edificio asustando a diversas generaciones. Durante mucho tiempo estos, y sus herederos, lo toman en serio, y se intimidan por el fenómeno; pero de pronto Hiram B. Otis y su hijas —que no creen en fenómenos paranormales— optan por no dar crédito a las advertencias recibidas y se burlan del pobre fantasma que, aburrido por el desdén de sus nuevos vecinos, cae en una profunda depresión y abandona el escenario, alcanzando por sí mismo la paz de los difuntos. En otras palabras, el fantasma de Canterville muere cuando los demás dejan de creer que realmente existe.
Algo así está ocurriendo aquí con el fantasma de Sendero Luminoso, Vaga entre los resquicios de nuestra sociedad suscitando el pavor de los incautos, que buscan adoptar medidas urgentes y drásticas para enfrentarlo como si fuera realmente una amenaza. Cuando se le deje de tomar en serio y se asuma ante él la conducta que corresponde, perecerá de inanición, abrumado por el desconcierto y el ridículo. Mientras tanto, seguirá sirviendo para la especulación política y su juego detrás de bambalinas. Y ocultará el verdadero escenario signado por una Mafia mentirosa que despliega una ofensiva global, y en todos los planos, contra nuestro pueblo. Veamos algunos de estos, sus alcances:
Finalmente se confirmó lo que sostuvimos siempre: Alberto Fujimori, condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad y otros, no pasó un solo día tras las rejas.
Valiéndose de la tibieza de unos, y la complicidad de otros; el “chinito de la yuca” se las ingenió siempre para vivir con comodidades incompatibles con su condición de presidiario. Incluso, su precaria estancia en el país del sur -Chile- cuando intentó volver por nuestros predios, estuvo signada por un tratamiento de “alto dignatario”, que no debió corresponderle dados los delitos que se le imputaban. Por lo demás, constituye una verdad más grande que el planeta, que no hay -ni ha habido jamás- ninguna persona, en el Perú, que —condenada, o simplemente encarcelada— cuente con privilegios similares a los que hoy han quedado en evidencia.
Ahora Fujimori está dispuesto a renunciar a ellos; pero a condición, que se le conceda el indulto y se le permita retornar al escenario político para hacer —nuevamente— de las suyas. Su sueño, es reconstruir el Poder de la Mafia como estructura política y recuperar puestos en la gestión del Estado, mediante la presión, el chantaje y la amenaza cuando no otras artes peores.
Es conocido el hecho que, a fines del siglo XIX y a comienzo del XX, un emblemático panfletario nuestro, don Manuel González Prada aseguraba que el grado de corrupción en el Perú era de tal magnitud que donde se ponía el dedo, brotaba pus. Un ingenioso amigo me hizo ver recientemente que esa realidad cambió en el Perú a finales del siglo pasado. Que, con el gobierno de Fujimori, la situación era distinta: ya no era necesario poner el dedo: La pus, brotaba sola.
Hoy se ha visto, en imágenes irrecusables, que Alberto Fujimori es el único preso en una cárcel dorada, de más de 10,000 metros cuadrados, que cuenta con siete habitaciones a su disposición, un patio y jardines que le permiten dedicarse al cultivo de rosas. ¿Hay rejas en este edén? Ninguna, por cierto. Lo que hay es un conjunto de comodidades que van desde televisor de pantalla plana hasta horno de microondas; pasando por servicios de Internet, posta médica, cama clínica, atelier, cabina telefónica y biblioteca. ¡Ni el solitario inquilino de Spandau tuvo en su tiempo tantas gollerías!
Con cierta frecuencia los medios de comunicación muestran las “requisas” que hacen las autoridades en los penales de nuestro país. A los detenidos les retiran todos los instrumentos audio visuales, pero además, artículos de repostería y de cocina, a más de teléfonos; y se muestra esas acciones como el resultado de la voluntad del Instituto Penitenciario de impedir que los presos cuenten con “privilegios”.
¿Y los privilegios de Fujimori…? Esos no cuentan, son consustanciales a la importancia del reo. No hay que olvidar, en efecto, que fue el Jefe del Estado y debe recibir, —dicen— “un trato especial”. El afectado no está conforme con ese trato. Quiere más. En otras palabras, no le basta con disponer de 800 metros cuadrados para él sólo en un centro recreacional que cuenta con un perímetro espectacular. Tampoco le resulta suficiente tener a su disposición 7 “carceleros” que atienden sus más apremiantes requerimientos y necesidades más elementales de día o de noche; ni recibir visitas prácticamente todos los días, dado que los congresistas de su bancada entran y salen de allí como Pedro en su casa.
¿De dónde todos estos, tantos, privilegios? En su mayoría le fueron otorgados por el anterior Jefe del Estado, el Dr. Alan García Pérez, quien hoy alienta coincidencias con el fujimorismo en el plano de la política concreta. Hay quienes aseguran que éste obró con criterio de futuro: temió verse más adelante, en situación similar -procesado por los mismos delitos- y optó por curarse en salud. No vaya a ser que tales privilegios le sean negados más tarde. Si los concede hoy, podrá argüir “jurisprudencia” y, por tanto, podrá acogerse a ellos. Valle Riestra -“ponderado jurista”- tendría a su cargo la fundamentación del caso.
Pero la discusión en torno al tema del indulto al “preso” Fujimori es apenas uno de los que ha puesto en debate la Mafia en su ofensiva orientada a desestabilizar al país y al gobierno. Otros son los que enarbola hoy contra el Canciller Roncagliolo, al que detesta; contra Nicolás Lynch, por el tema de MOVADEF; contra Salomón Lerner, el ex Premier, por lo mismo; contra el ministro de Cultura, don Luís Peirano, promoviendo el cierre de la Casa Mariátegui. Pero también despliega una carga orientada a destruir la imagen del congresista Javier Diez Canseco; impulsa la ofensiva contra el ministro de Defensa, por el tema del VRAE y la estrategia antisubversiva; y acciona la campaña revocadora contra la alcaldesa de Lima, Susana Villarán a la que quiere echar de su puesto a cualquier costo.
Aquí las cosas no se quedan en pequeño. El odio de la DBA (Derecha Bruta y Achorada, la llaman los que dominan el tema) tiene alcances mayores. Quiere el control del Tribuna Constitucional, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía de la Nación. En otras palabras, quiere todo: recuperar —por la fuerza y el chantaje— lo que perdió en los comicios del 2010 y el 2011. ¿Podremos permitirlo?
Para no quedarse en el escenario peruano, la Mafia desatada extiende su ira a nivel continental. Enfila su ira contra “la dictadura de los Castro” en Cuba; El “Imperio de Chávez”, en Venezuela; la administración dictatorial de Correa, en Ecuador; la presidencia de Evo, en Bolivia. Y aunque se queda con las ganas de destilar hiel contra Obama, se resigna lamentando la derrota de Rommey como “un golpe” al prestigio de los Estados Unidos en el exterior.
Todo esto, haciendo uso de los recursos más espeluznantes: disparos de tiradores no identificados, contra una base militar en la selva del Cusco; operativos secretos de la DEA, muertes trágicas en el deplorable escenario de La Parada, el 25 de octubre pasado; escándalos de todo tipo en las más diversas áreas de la vida nacional y hasta -cuándo no- acusaciones de injerencia externa en los asuntos peruanos porque “escuchan” en otros países, a los presuntos abogados de Abimael Guzmán.
Al unísono de estas acciones, los grandes medios buscan “levantar” hasta el paroxismo el supuesto “accionar senderista”. Y pretenden hacer creer a los peruanos que el patético MOVADEF es una estructura poderosa, capaz de paralizar al país, que cuenta con bases en 18 universidades públicas y 85 comités que funcionan en todas partes; que tiene audiencia fluida, un vigoroso “comité central”, comités zonales por doquier, y la adhesión de millares de jóvenes. Es decir, que constituye un peligro inmenso, tan temible como el fantasma de Canterville. Luego de repetirlo hasta el cansancio, hace “encuestas” que confirman, en efecto, que sí, que la población peruana “cree” —en un 52%— que constituye un verdadero peligro.
Sería bueno que el país reaccione. Si la ofensiva de la Mafia tiene algún resultado, es porque hay quienes no atinan a enfrentar el tema como corresponde. Incluso la denominada “prensa progresista” cierra sus páginas al análisis real de los problemas, apenas por mezquindad o egocentrismo. Y los sectores llamados a “liderar” las luchas no asumen la responsabilidad a la que están llamados.
Para derrotar al fantasma de Canterville, primero hay que saber realmente lo que es, y luego ponerlo en evidencia. No morirá por inanición, probablemente, pero sí caerá en el desconcierto y hará el ridículo (fin).
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe