Por Guillermo Olivera Díaz*
La semblanza de servilismo congresal que viene, es el revés infeliz de una deseable conducta ética en la función pública. Amerita que la Comisión respectiva la defina, procese, indague y concluya pidiendo la máxima suspensión reglamentaria de la infractora.
Yo también he pasado una santa noche, en vilo, con la misma visitadora y muda congresista, María del Pilar Cordero Jon Tay, con una pequeña diferencia, en ficción, quien les narra, pero el deprimido Alberto Kenya Fujimori con la de carne y hueso, longilínea y cuarentona, según da cuenta la acuciosa periodista, María Eugenia Guevara, de Frecuencia Latina.
Otro contraste, este sí grueso, hercúleo y rochoso: no la remuneré con nada a la Cordero, por tenerla metida en mí, revoloteando mi magín, pero por ser asidua visitante y eficaz terapeuta del contrito Fujimori, y a su vez representante silente por Tumbes, recibe jugoso sueldo del Estado, para fiscalizarlo, que es un decir, casi diariamente (24, 26, 27, 28, 29 y 30-11 y 3-12-2012), hasta 2 veces por jornada (7-12-2012), y ocasionalmente la noche íntegra, pues registra su ingreso al codiciado y criminógeno penal a partir de las 10 pm pero no su mañanera salida, salvo que use y abuse de la puerta falsa. ¿Por qué tanto servilismo de “legisladora”, que se la pasa presentando solo mociones de saludo a eventos chinos?
En noviembre y diciembre del 2012 que termina, sus frecuentes visitas coinciden con el almuerzo y la noctámbula cena, con postre incluido. ¡Será porque recibirá doblado el sueldo navideño para tan erotomaníaco e hiperbólico cometido!
Esta consagrada congresista, en el arte de no hablar, yo no sabía su existencia, fue cabeza de lista congresal fujimorista por Tumbes, sin elecciones de democracia interna, pese a ser ilustre desconocida como hoy en el Congreso. Hay que suponer que su ciega selección provino de DIROES y no de Keiko; por algo hoy paga en persona los favores recibidos.
De no ser parlamentaria sus frecuentísimas pero furtivas visitas resultarían harto carísimas o costosas, porque utiliza camioneta propia, placa B9B387, 4x4, nueva, lunas polarizadas, color negro para dificultar su identidad, aunque SUNARP la delate con suma facilidad y, además, vive en edificio moderno de la cuadra 7 de la calle Berlín, en Miraflores. Con semejantes datos sería, pues, una visitadora pituca, de alto precio, fuera del alcance de cualquier mortal que no haya llegado a ser presidente del país y saqueado sus arcas.
He aquí, descarnada, monda y lironda, la ofrenda que pagan las congresistas que deben su selección al preso Fujimori, que desconoce reales remordimientos y arrepentimientos, cura su fingida depresión, otro mero decir, con terapia prosaica pero eficaz, sin especialidad sanatoria y aspira el indulto humanitario por enfermedad grave, avanzada, degenerativa e irreversible que una Cordero, de Jon Tay, busca amainar. ¿Logrará embaucar también a Humala?
¡Loor a nuestra conspicua congresista tumbesina, María del Pilar Cordero Jon Tay, cuya progenie china se amalgama bien con la estirpe criminal japonesa!
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10-12-2012