Por Ubaldo Tejada Guerrero, Analista Global
El en el Perú, el neoliberalismo ha corrido sólo por más de 20 años (1,990-2,013), no encontrando el Estado, los empresarios y el movimiento popular; la brújula unitaria que oriente al nuevo proletariado peruano migrante provinciano, hacia una salida estructural que recupere el liderazgo del Estado, mas aún cuando la estabilidad y el crecimiento obliga a reflexiones en contextos mas amplios dentro de la globalización y el mercado, la inflación o el tipo de cambio, el gigante Chino o las crisis de los EE. UU. y de Europa.
José Carlos Mariátegui expresaba: “Al porvenir le toca darnos unidad”, y no se equivocó, aún en la era de la globalización, donde el sector informal emergente poco a apoco se va constituyendo en el germen para peruanizar el Perú, que obliga a las organizaciones políticas a establecer un nuevo programa político y cultural, a realizarlo con el pueblo y para él, pero sin ignorar la realidad nacional y mundial.
El gran reto estructural en el Perú, es insertar a los grandes sectores de pobres y en extrema pobreza en el proceso productivo, para que realicen su propia esencia de dignidad humana, por ello la revocatoria contra la Alcaldesa Susana Villarán en marzo 2,013, y los problemas de Lima mayormente migrante, son expresión de los problemas del país, todavía centralista y burocrático, con un Estado todavía muy lejano de los verdaderos intereses del peruano.
El debate sobre la Lima en que queremos vivir, incluye el debate del país en que queremos vivir, donde los millones de migrantes siguen definiendo la contienda política desde 1990, y estamos seguros estableciendo nuevas correlaciones políticas electorales a futuro del siglo XXI.
La levadura de la peruanidad contiene tradiciones andinas, selvática, africana, amazónica, y las resultantes del incesante flujo de migrantes en nuestro país, cuyos brazos se extienden a los mas de 3 millones en el extranjero.
Nuestra sociedad es más grande que antes, más múltiple que antes, más urbana que rural, pero también más injusta que antes. Tenemos que hacer un reencuentro con esa sociedad así como nos reencontramos entre nosotros, porque hasta hoy la proclama de cambio, transformación y progreso, está en desuso a la hora de renovarnos a nosotros mismos (cambio de actitud), especialmente en la vida política y las instituciones de la sociedad civil.
Entender lo peruano y popular, hoy en día en pleno siglo XXI, es una construcción política pendiente, orientada hacia el futuro, democrática, integradora, respetuosa de las diferencias; construida sobre la base de nuestras diferentes tradiciones, pero al mismo tiempo diferente de cada una de ellas; es decir, plurinacional y multicultural. Éste es el encuentro conflictivo, es la lucha de ideas central, caótico, y difícil por resolver en nuestro Perú, esta es la levadura de nuestra peruanidad.
Nuestro país es distinto al que teníamos en los setenta. Somos casi el doble de peruanos y peruanas. Un nuevo proletariado compuesto por millones de: microempresarios, campesinos parceleros, pequeños agricultores, trabajadores y trabajadoras eventuales en la ciudad y en el campo, niños y niñas trabajadoras, pequeños comerciantes, mineros, pueblos originarios amazónicos y andinos, trabajadores y trabajadoras que la tecnocracia denomina “informales” explotados de todas las ramas de la producción y los servicios.
Todos ellos se fueron incorporando desde 1,940 hasta 1,980, a la antigua sociedad que era habitada solamente por: campesinos, obreros, empleados de la clase media, oligarquía.
Ahora ellos han comenzado a participar políticamente y solamente para referencia, en el 2,010 participaron en los comicios del 3 de octubre sólo 25 partidos políticos, siendo mayor el número organizaciones regionales: Loreto (14), Cusco (12), Junín (12), Moquegua (11), Amazonas (10), Ayacucho (10), Huancavelica (10), Puno (10), Tacna (10), Madre de Dios (9), Piura (9), Ucayali (9), Apurímac (8) y Arequipa (8), Huánuco (8), Lambayeque (7), Callao (7), Lima (6), Tumbes (6), Ancash (5), Cajamarca (5), San Martín (5), Pasco (4), Ica (3) y La Libertad (2).
¿Emergerá una “auténtica sociedad nacional emergente, plurinacional y multicultural”? Responder esa pregunta requeriría acaso estudiar mejor la interacción entre el Perú oficial y el “otro Perú”, significa esfuerzo y valentía para trabajar, junto a los pueblos originarios, junto a los trabajadores urbanos, junto a la intelectualidad en creciente proceso de descolonización, teniendo en cuenta a Mariátegui que nos sigue diciendo: “Los pueblos con mas aptitud para el progreso, son siempre aquellos con mas aptitud para aceptar las consecuencias de su civilización y de su época”.
Lo cierto es que está revolución provinciana debe proveernos de la levadura de peruanidad necesaria, que haga posible una profunda renovación de nuestros partidos políticos y del Estado, con reformas modernas, inteligentes, eficientes y capaces de llevar el Perú a superar la ilusión de que sólo el crecimiento de por si, arreglará el país, sino la mayor inversión en capacidades humanas y el aprovechamiento racional de nuestros recursos naturales.