susana villaran 41Por Gustavo Espinoza M. (*)

En los años sesenta del siglo pasado una película norteamericana –“Un largo y ardiente verano”— dirigida por Martin Ritt y protagonizada por Paul Newman mantuvo entretenido al público latinoamericano. El film, inspirado en una obra del célebre William Faulkner, se convirtió en una suerte de clásico de la cinematografía estadounidense por el modo sencillo y simple de presentar los fenómenos de la vida, pero también por la canción —“The Long, Hot Summer— que hizo furor en su tiempo gracias  por su ritmo y cadencia.

En su momento, tuvo importancia adicional, por el hecho que tanto Faulkner como Ritt, estuvieron constantemente en la mira de la tristemente célebre “Comisión Mac Carthy” que en el Senado yanqui perseguía las llamadas “actividades antinorteamericanas”, membrete tras el que se escondía una verdadera caza de brujas contra todas las figuras de corte democrático,  progresista o renovador, desde John Dos Pasos hasta Arthur Miller, pasando, por cierto por Howard Fast y el mismo Ernest Hemingway .

“Un largo y ardiente verano” fue complementada, en su momento, por otros dos exitosos films: “Un gato sobre el tejado caliente” y “El dulce pájaro de la juventud”, que alcanzaron similar éxito y que fueron el deleite de millones de espectadores en nuestros países.

Pues bien, ocurre que ahora los peruanos nos enfrentamos a lo que —sin film de por medio— amenaza ser realmente un largo y ardiente verano, no solamente porque las temperaturas agravadas severamente por la humedad que a veces supera el 90%— sobrepasan los 30 grados en diversas zonas de la ciudad capital, sino también porque el escenario político se muestra crispado y violento, alimentado —como está— por una odiosa campaña desatada contra la gestión edil capitalina, y que amenaza dejar virtualmente acéfala a la ciudad antes del fin de la estación, es decir, el próximo 17 de marzo.

Pero no es sólo el plebiscito revocatorio lo que concita la preocupación de los peruanos. Es también el tema de San Juan Bautista de Kañaris, una comunidad indígena ubicada en el norte del país —en la zona de Lambayeque— que se enfrenta a la empresa minera Candente Cooper, de origen canadiense, en el conflicto que surge —y que hoy está en boga— entre la contaminación ambiental y la explotación minera; y que ha llamado la atención, incluso de Amnistía Internacional.    

Por lo pronto, este conflicto dejó ya la estela de 26 comuneros heridos —10 de ellos de consideración— en un violento enfrentamiento entre los pobladores y la policía que —según parece— obra dispuesta a seguir el errático camino que trajinó en Conga, y que finalmente empantanó el proyecto.

Según versión de la propia empresa, el Proyecto Cañariaco Norte compromete a 7,500 millones de libras (3,400 millones de toneladas métricas de mineral) cuyo yacimiento de su propiedad contiene un recurso  de 752.4 millones de toneladas de cobre equivalente ley 0.49% a más de otras riquezas de menor cuantía. Un muy apetecible caudal, por cierto.

En la región hubo ya una “consulta previa”. En ella, el 95% de los afectados expresaron su rechazo a la iniciativa de la compañía extranjera mostrando su preocupación, sobre todo, por la contaminación del río La Leche, el más importante de la localidad.

A la luz de este conflicto, en Cajamarca se mueve otra vez el caso Conga y los pobladores demandan —en relación con él— que se cancele definitivamente la idea de beneficiar a Yanacocha con los recursos auríferos de la zona, con más razón aún ahora que han aparecido documentos legales que acreditan que el consorcio de Roque Benavides usurpó, y se apoderó ilegalmente, los terrenos que usa su compañía, dado que ellos pertenecen a una familia del lugar.

Al tema hay que añadir, también, la reciente renovación del contrato de operaciones contraído entre el Estado Peruano y la Telefónica de España, por 18 años más, previa a la visita de Mariano Rajoy a nuestro país. El hecho, y su circunstancia, ha suscitado, ciertamente,  millares de suspicacias

Este acuerdo, que ningún alto funcionario del Estado ha tenido la gentileza de explicar en toda su dimensión a la ciudadanía, contiene efectos oscuros, como el destino de la inmensa deuda de la empresa con el fisco peruano en materia tributaria. Tampoco han sido aludidas las presuntas “concesiones” hechas por el monopolio ibero en supuesto beneficio de los usuarios peruanos, y que nadie conoce. Por eso, han comenzado ya los “plantones” contra la Telefónica, auspiciados por quienes —con una muy buena dosis de razón— aseguran que no les extienden nada a estos empresarios españoles, a los que comparan con Francisco Pizarro y su troupe de conquistadores.

Pero, por si eso no fuera suficiente, la Mafia fujimorista arrecia con desesperación su campaña en pro del Indulto al reo en cárcel condenado a 25 años de prisión por graves delitos contra los Derechos Humanos y el Patrimonio Público. En el marco de esta campaña, Alberto Fujimori se niega a pasar un elemental control médico que evalúe la presunta gravedad de sus males, y se pasea libremente por los amplios jardines del centro recreacional de la DINOES, conversando con tirios y troyanos, donde —dicen sus amigos— pasa su tiempo de “carcelería”, sin duda fraudulenta.

El referéndum del 17 de marzo está entrando ya a la recta final en tanto se agudizan las tensiones y se generan enfrentamientos callejeros entre partidarios del “Si” —por la revocatoria— y el No, contra ella.

Los “revocadores” —una detestable gavilla de hampones cobijada bajo el ala bifronte de Alan García y Luis Castañeda y la corrupta dirección del APRA— afrontan procesos pendientes por robo, estafa, malversación de fondos, violación de personas y otros, pero cuentan con el apoyo de cierta “prensa grande”  empeñada en “castigar” a Lima por haber votado por la izquierda en los comicios del 2010, y con la adhesión práctica de antiguos funcionarios del Estado heredados de antiguas administraciones.

Las acusaciones contra la alcaldesa capitalina Susana Villarán lucen tan inconsistentes y arbitrarias,  que partidos y fuerzas adversarias —como el PPC— han debido comprometer su rechazo a la ofensiva revocadora llamando a votar por el NO. Incluso portavoces del fujimorismo —como Luz Salgado o Luisa María Cuculiza— han optado por “dejar en libertad” a sus partidarios para que voten “de acuerdo a su conciencia” en esta contienda.

Recientemente, y como el corolario natural de la cita de la CELAC celebrada en Santiago de Chile, Cuba asumió la Presidencia Pro Tempore del organismo latinoamericano. Esto, despertó la ira de la derecha más reaccionaria que olvidando su proclamaba “tolerancia democrática” denostó aviesamente de la Patria de Martí.

El diario “El Comercio” —“El Paquidermo de la Rifa” le decían antes los apristas para aludir a su mentalidad pre histórica y la calle en la que estaba situada— editorializó el martes 29 en este circunstancia deplorando que Cuba haya llegado a “tan alto sitial” en el concierto latinoamericano.

El “Diario del Odio” le decían también a este cotidiano que refleja en el Perú los mismos intereses que “El Mercurio” de Chile o “El Nacional” de Caracas. Y lo refleja, sin duda atacando aviesamente tanto al gobierno como al pueblo de Cuba. Por eso mereció la replica enérgica del Comité Peruano de Solidaridad con los 5.

Hoy esas fuerzas dicen que “rechazan” el mantenimiento del bloqueo yanqui contra Cuba. Ocurre que están seguros que su opinión le importa un bledo a la Casa Blanca, que seguirá con el bloqueo a cuestas incluso pese al repudio que encuentra en Naciones Unidas. Pero se les escarapela el cuerpo cada vez que se registra la presencia de Cuba en cada una de las acciones de pueblos o gobiernos de la región. Aceptarían todo, menos que Cuba tenga los mismos derechos que otros países y que su pueblo pueda hermanarse con los demás.  

Quisieran, sin duda, lo que jamás habrá de ocurrir: que la isla de la libertad desaparezca del mapa. No la soportan. Y su ira incontrolada, también calienta este verano, largo y ardiente (fin).  

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe