Por Rafael Romero
En un intento por levantar cabeza después de tamaño resbalón, por la foto de un supuesto Chávez intubado, el diario El País decidió salir con todo en el caso Bárcenas y los sobresueldos cobrados por la cúpula del Partido Popular (PP) durante años, y todo a partir de los manuscritos de dos de los tesoreros del aludido clisé partidario que hoy gobierna España: Luis Bárcenas y Álvaro La puerta. Y si bien muchos han salido a blindar al propio Rajoy, lo cierto es que por lo menos chamuscado está y esto aún cuando resulta prematuro saber si las lenguas de fuego de este affaire terminarán por devorarlo.
Pero mientras aquello sucede en la península, en el ámbito local la residencia comprada por la suegra del ex presidente Alejandro Toledo en Las Casuarinas despierta suspicacias de todo tipo, en particular en el sentido de si estamos o no ante un caso de lavado de activos o en medio de un juego de testaferros. No obstante, en función del análisis político, y no de otra índole, muy bien resultaría dar una mirada retrospectiva al verdadero papel que desempeñan o han desempeñado los tesoreros, los jefes de campaña o los secretarios de economía de los partidos políticos en Perú.
Sin ir muy lejos cabe preguntarnos si ha sido transparente el manejo económico de los partidos en las elecciones generales del 2011, ya que, por ejemplo, es de público conocimiento que se vendía cupos para asir expectantes números en las listas de candidatos al Congreso de la República. Cuántos cupos y a qué montos se llegó, son quizá interrogaciones que quedarán sin respuesta; y más todavía, quedará en la penumbra en qué manos terminó el grueso de ese dinero. Las cosas no están claras en este extremo de las finanzas partidarias, ya que existen casos dudosos, como el de la Alianza por el Gran Cambio (APGC), el de Perú Posible, Fuerza 2011 (que acaba de cambiar de nombre) o en el caso del propio Partido Nacionalista.
Ahora, si quisiéramos dramatizar más la cosa, aunque sin exagerar, no estamos ante una mala práctica partidaria de este siglo, ya que todavía quedan dudas en la forma cómo se manejaron los fondos de campaña, donaciones y aportes en los viejos partidos como el Apra en las campañas de 1980 y 1985, cuando muchos apostaban a este partido como si fuera el caballo ganador, aunque después le vendría la época de las vacas flacas. Pero también recordemos lo que pasó en otras tiendas: el carnaval de fondos del fujimorismo en las elecciones de 1995 (reelección) y en el proceso electoral del 2000 (re-re-elección). En suma, ¿acaso en medio de estos vericuetos algunos politiqueros de ayer o de hoy encontraron la gallinita de los huevos de oro para beneficio personal?
Expreso, 02.02.2013