El abatimiento de Orlando Borda Casablanca, ‘Alipio’, y Marco Quispe Palomino, ‘Gabriel’, ocurrió en Llochegua, Ayacucho, una zona que muchos seguramente llamarían «allá», como en la novela de Capote. El golpe es significativo porque todo indica que ambos eran mandos «narcosenderistas» importantes en la zona, con el agregado de que uno de ellos es miembro de lo que la prensa ha denominado el «clan de los Quispe Palomino». Queda como número 1 en el VRAEM Víctor Quispe Palomino, ‘José’. Evidentemente, esto le ha dado aire a un gobierno que parecía atrapado en su caída en las encuestas. No obstante, todo indica que el efecto, aunque importante, será temporal, porque resulta cada vez más difícil asociar —realmente— a estos grupos con la amenaza senderista.
En febrero de 2013 la Comisión Multisectorial para la Pacificación y Desarrollo Económico y Social del VRAEM (Codevraem), entidad presidida por el Presidente del Consejo de Ministros, había señalado que los Quispe Palomino eran una «banda de extorsionadores». Ciertamente esto no hace que sus crímenes sean menos reales, pero sí dificulta darle sentido a sus acciones dentro de un objetivo político, rasgo característico del accionar senderista.
Es más, todo indica que la «debilidad ideológica» del grupo operando en el VRAEM facilita el trabajo de infiltración de la Inteligencia. Es mucho más claro el vínculo de ‘Artemio’ con SL, mientras que ‘Alipio’ y los Quispe Palomino corresponden más al perfil de criminales al servicio del narcotráfico, a los que el membrete de Sendero debe servirles instrumentalmente.
Más allá de los detalles operativos de una operación exitosa, son significativas las reacciones tras la operación ‘Camaleón’. ¿Quién se queda con el mérito? El Ministro Cateriano habla de fuerzas conjuntas y niega la existencia de la brigada ‘Lobo’ anunciada por un importante medio de comunicación nacional, acaso porque las FFAA ceden su protagonismo a la Inteligencia policial y a operadores como Iván Vega, viceministro del Interior. En un intento risible por arrogarse méritos que no le corresponden, Alan García señala que los éxitos de este gobierno también son, indirectamente suyos, jugando en pared, con el ex ministro de Defensa Rafael Rey, que aprovecha la situación para defender los cuestionados contratos con los asesores israelís de Global CST durante su gestión, ahondando en el sinsentido.
Como si «subirse al coche» del éxito solo fuera el primer paso para tomar impulso, ahora García sale a interpelar públicamente al Presidente a propósito de sus declaración sobre la crisis mundial, mientras Keiko Fujimori, con algo menos de filo pero impecable timing, hace lo propio. Tener a Humala contra las cuerdas parece ser el deporte favorito de las caras visibles de los partidos, pese a que las cifras no nos hablan de un escenario apocalíptico ni mucho menos.
Por cierto, al líder aprista le interesa que se comente cualquier otra cosa que no tenga que ver con los narcoindultos que, eso sí, fueron mérito completo de su gobierno. En ese caso las pruebas de dolo saltan por doquier, incluyendoa importantes funcionarios de su gobierno y demostrando, antes del caso Obregón, que el narcotráfico en el Huallaga y en el VRAEM parece ser un elemento que corroe a los políticos que hoy pretenden juzgar desde su supuesta racionalidad de Estado.
Más allá del Plan VRAEM, es preciso interrogarse por el olvido en el que viven los compatriotas de la frontera entre Ayacucho y Cusco. Pareciera que la única forma en la que son considerados es como habitantes de un «teatro de operaciones» eterno. ¿Por qué subsisten los Quispe Palomino desde los 90 en el «negocio»?, ¿por qué parecen ser la única opción para personas que habitan en zonas con un Estado históricamente desinteresado en ellos?, ¿para lograr qué tipo de desarrollo pacificamos el VRAEM?, ¿cómo se plantea la convivencia de poblaciones campesinas, indígenas y de grandes proyectos de explotación productiva cuando la señal que se da es que hay que arrasar con cualquiera que se ponga delante, como se amenaza hacer en el Lote 88? Que el gobierno tome aire, salvando al Ministro Pedraza de una interpelación farsesca no quiere decir que deje de aprovechar la oportunidad de diferenciarse del autoritarismo y las complicidades que caracterizaron a los gobiernos de García y Fujimori.
desco Opina / 16 de agosto de 2013