por Guillermo Olivera Díaz; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Que al expresidente Alejandro Toledo y su esposa Eliane Karp, se les impida la salida del país o se les dicte mandato de detención preventiva por el juez de investigación preparatoria a pedido del fiscal de la investigación preliminar en curso. ¡Sólo se necesita un solo día de trámites y un modesto oficio fiscal!, al que se acompaña la copia de los recaudos que ya se tienen, y una pequeña resolución judicial motivada en cada elemento de prueba que apareja el fiscal. Aunque para dar este paso se necesita mucho coraje, preñado de actitud ético-moral, escaso en el Ministerio Público y Poder Judicial de hoy, hechura de los que llegaron a presidente.

Los graves cargos que pesan sobre Toledo y entorno y los múltiples medios de prueba hasta la fecha acopiados son suficientes para que el fiscal y el juez penal del caso cumplan su esperada labor, tal como lo hacen los del interior con los modestos campesinos que hurtan una gallina o una cabeza de ganado. El Perú necesita de conductas judiciales ejemplares respecto de los presidentes que se portan mal, como líderes o primeros burócratas del crimen nefando, en el campo del enriquecimiento ilícito y su posterior lavado de activos, en agravio del pueblo, es decir de usted, de mí, de todos, incluso de sus incautos votantes.

Creo que es vergonzoso y desventurado para el país que cada expresidente tenga historia sinuosa y ridícula que contar. Uno, tan alto como el mapa de Chile, vivía hasta hace poco en casa alquilada y el lujoso automóvil negro, BMW alemán, que aún usa, le entrega gratuitamente una universidad particular, cuyo rector fue su ministro vitalicio. A otro, no se le conoce inmueble alguno, ni fortuna, en los confines del Perú, sus amigos lo hospedaron en Santiago de Chile en un rancho envidiable, sin costo alguno, y hasta le pagaron el abogado que lo defendió para que no sea extraditado. Al tercero, un amigo judío le ha “regalado-prestado” 20 millones de dólares, para que sanee el precio de cuatro inmuebles de lujo: 217,007 dólares por Camacho, 272,309 por Punta Sal, 3’750,000.00 por Las Casuarinas y 882,429 por oficina Omega. Hasta la alcabala a SUNAT el amigo prestamista le ha pagado. Nadie sabe de dónde extrajo tal dinero el bondadoso amigo, qué intereses le cobra, cómo le amortiza el forado, y si ha dejado de ser agiotista pese a ser judío.

Si cada quien ejerce la presidencia o después de ella vive a cuerpo de rey, pero dice y jura que sus millones provienen de los buenos amigos, usualmente extranjeros, y eso basta para el campo penal, desaparecerían los delitos de enriquecimiento ilícito y el lavado de activos o nadie sería culpable de tales hechos punibles, si es que vemos en tal pueril y manida explicación la “justificación razonable” que exige el Artículo 401° del Código Penal.

Hay otros que el dinero millonario lo hacen en rifas y polladas, lo cual informan por escrito a la ONPE luego de la campaña presidencial. Hasta hay gente que ha ganado su riqueza en el juego de la tinka o que guardaba grandes sumas de dinero en el abultado colchón y no en bancos.

¡Esta es la reprobable idiosincrasia de los tres últimos expresidentes del infortunado Perú! Unos lloramos por eso o escribimos en la red, otros toman las calles y se violentan. Los hay quienes con justeza gestaron la revolución.


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