Por Alejandro Sánchez-Aizcorbe

Se debe legislar contra el monopolio informativo, sí. Pero nosotros debemos tomar el toro por las astas, aprovechando internet en toda su extensión para unirnos y actuar juntos. El clicktivismo no es suficiente. Queda muy poca libertad de expresión irrestricta en el mundo. Sin embargo, se ha abierto un espacio cibernético inmenso donde nadie nos censura.

Ya existe una moneda cibernética (el bitcoin) que se cotiza en relación al dólar, al euro y a otras monedas. Tenemos que construir nuestros propios poderes en coordinación con todos aquellos que compartan una plataforma mínima de supervivencia que abra paso a una perspectiva de sostenibilidad en la cual los ecosistemas y los pobres no seamos destruidos.

Cuando digo pobres me refiero en general a aquellos que no pertenecen al uno por ciento de la población mundial —uno por ciento que en realidad se reduce a alrededor de 150 empresas, bancos e instituciones completamente integradas.

A nosotros nada nos impide fundar nuestros bancos, cooperativas e instituciones de crédito y comercio sobre bases muy distintas —que están siendo propuestas y materializadas— de aquellas que nos han llevado a que 40 millones de europeos pasen hambre, a que un número semejante de estadounidenses dependa de la ayuda estatal para alimentarse (pésimamente), a que cadenas de comida-basura envenenen a nuestros pueblos y después no les brinden atención médica para aliviarlos del cáncer, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y de toda la multitud de males que transmiten dichas cadenas, y a que el Perú, por ejemplo, sólo sea superado por Haití en la cantidad de tuberculosos a nivel latinoamericano y haya alcanzado el deshonroso puesto de primer productor mundial de cocaína.

Agarrar el toro por las astas es aprender a enfrentar los problemas microeconómicos, macroeconómicos, políticos, ambientales, delincuenciales y militares y darles soluciones que se sostengan en el largo plazo.

Esto no se puede alcanzar sin una revolución educativa y productiva que nos ayude a salir de la producción de lo que los economistas llaman rocks and crops (minerales y cosechas) pues no existe país que haya alcanzado el desarrollo exportando minerales y cosechas.

Tampoco basta el valor agregado de poner la quinua negra en una bolsa y exportarla mientras los peruanos dejan de consumirla y la reemplazan por colesterol y radicales cancerígenos.

El desafío consiste en competir con los países emergentes y desarrollados en la producción de bienes y servicios de alta tecnología. Necesitamos ingenieros, médicos, empresarios, ecologistas, microbiólogos, economistas, etc., educados en el Perú y en el extranjero a partir del canon del combate contra la corrupción y el vicio.

De otro modo habremos perdido la carrera que hasta ahora vamos perdiendo no por falta de talento (que nos sobra) sino de voluntad y ejecución políticas. Ello implica asimismo varias generaciones de hombres y mujeres valientes. No creo que en el Perú falte la valentía para conquistar la paz y el bienestar dentro del marco incomparable del continente americano, constituido por países y naciones en relación de horizontalidad.


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