Jans Erik Cavero Cárdenas; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Entre Verónika Mendoza, Jorge Rimarachín y José Urquizo, existen diferencias bastante marcadas a nivel de gestión parlamentaria y comportamiento político. Sin embargo, los 3 comparten similitudes que no se pueden obviar, más aun tratándose de personas que ostentan el cargo público representativo más importante del país.
Los 3 congresistas se colgaron al nacionalismo del comandante y postularon por Cusco, Cajamarca y Ayacucho, respectivamente. Urquizo, pese a su relación con la élite, nunca ejerció cargo partidario dentro del nacionalismo. Verónika Mendoza, en cambio, fue Vocera de la Comisión de la Mujer, Secretaria de Prensa de Juventudes, Coordinadora de los Comités de Apoyo Internacional, Asistenta de Nadine. Rimarachín se desempeñó como Coordinador Nacional de Profesionales del PNP y asesor congresal de Werner Cabrera.
Otra similitud es la falta de definición política y desconfianza en los partidos políticos. Urquizo fue Vicepresidente regional del aprista Omar Quezada y fue elegido congresista representando a UPP (2006) y al nacionalismo (2011). Presumo que no cree en los partidos políticos, lo que explicaría su falta de lealtad a una sola organización o a un solo programa. Él está donde está el poder. En palabras de Jaime Antezana, Urquizo dijo que entró a la política para hacer caja. ¿Autorizaría el levantamiento de su secreto bancario?
Rimarachín formó parte de la Izquierda Socialista. Sin embargo, renunció a su militancia de izquierda para involucrarse en la aventura nacionalista. Fue Gerente de Desarrollo Social del Gobierno Regional de Ayacucho, presidido por el aprista Omar Quezada. ¿Quién lo convocó para esta gerencia?, ¿Urquizo u Omar Quezada?, ¿su gestión fue transparente o hubo corrupción? Después de su expulsión del Partido Nacionalista, se habría desencantado de los partidos. Por esta razón, no milita orgánicamente en el Frente Amplio de Izquierda. No tengo claro si su corazón pertenece más al APRA o al fujimorismo.
Verónika Mendoza por primera vez militó en el Partido Nacionalista, renunciando el 2012. Su vinculación con organizaciones culturales, artísticas, ambientalistas, la aproximan a este espacio, lo que sugiere su desconfianza y apatía frente a los partidos políticos. Su participación en el Frente Amplio despierta una curiosidad: ¿A quién representa políticamente?, ¿en cuál de las 6 organizaciones que integran el FAI milita? Si participa como persona es una privilegiada, pues no existe otra persona que asista a las reuniones del buró político del FAI. ¿Y si asiste como congresista? Otra vez privilegiada, pues Dammert y Mavila pertenecen a Ciudadanos Por el Cambio.
Un tercer elemento que asemeja a estos congresistas sería el poder de veto que ostentan cuando alguien resulta incómodo. Verónika Mendoza logró lo que Urquizo no pudo. En las postrimerías del 2011, Urquizo solicitó a Oficialía Mayor mi destitución del Congreso. Por cierto, su pedido fue desestimado por la naturaleza de mi relación laboral con el Parlamento (cargo de confianza). En setiembre de 2013, Verónika le habría solicitado a Rimarachín mi destitución de la Comisión de Descentralización, hecho que se consumó arteramente, pasando por alto afinidades ideológicas y programáticas.
Urquizo fue más honesto y directo: Quiso verme fuera del Congreso por venganza política, dado mi férrea oposición a su gestión parlamentaria y a los serios cuestionamientos que expresé sobre él en su calidad de político. Verónika, basada en un chisme de callejón, vetó mi participación en la Comisión de Descentralización, y he ahí los resultados. Ni siquiera aceptó mi versión cuando la encaré en su despacho congresal. Si en el interior del Parlamento tiene poder, en el Frente Amplio nos veremos de igual a igual.
Estos comportamientos, infantiles por un lado y arbitrarios por otro, generan algunas interrogantes: ¿con estas conductas vamos a posicionar el Frente Amplio?, ¿esta actitud no se asemeja a viejas prácticas liquidacionistas en el interior de la izquierda tradicional?, ¿la renovación partidaria consiste en apuñalamientos arteros?, ¿existe autoridad moral para cuestionar a la vieja izquierda?, ¿dónde quedó los discursos en contra del caudillismo y del abuso del poder?, ¿por qué el discurso de algunos no coincide con la práctica?
La desconfianza y alarmante desaprobación ciudadana de la institución parlamentaria se debe también a comportamientos políticos deleznables. En política, los gestos importan, y mucho. Si un político cree que ejerce liderazgo por tener cara bonita, hacer de bufón, gozar de presencia mediática o poder económico, está equivocado. En la derecha y en el Frente Amplio de Izquierda hay buenos cuadros, pero también falsos profetas. Y si de éstos no se dan cuenta las dirigencias, o sabiendo se hacen de la vista gorda, la izquierda carecerá de autoridad moral para dar lecciones de buena política o del cambio en la política.