por Herbert Mujica Rojas
La presencia del bandido es tan vieja como la historia del Perú desde el virreinato, la colonia, la república y el trompo permanente en que hasta hoy vivimos. Por pura finísima intuición saqueó el país y produjo un mercado pestífero en que las conciencias se venden al peso y al paso. Aquí los ladrones más audaces ocupan las cotizaciones más altas para la oferta de sus muy sutiles servicios.
¿De qué otro modo podría comprenderse que genuinos adefesios, mamones eternos del erario nacional, sean los que perfilen el sainete bufo llamado política peruana? El de allá, no contento con haber saqueado con sus hunos las arcas del Estado, pretende ser presidente por tercera vez. El de acullá, cuyo diploma suma cum laude está en haber visitado en su hotel a un dominicano mafioso cuando era primer ministro, desde la altura moral indiscutible de su diploma, enjuicia penalmente al parlamentario que preside una comisión investigadora. El del costado apoya la permanencia de una canciller que no entiende gran cosa absolutamente de nada, a cambio que lo protejan en la danza de millones que no sabe cómo justificar de dónde sacó. Un ex mandatario encarcelado hace lo imposible por teatralizar su situación bastante comprometida en violación de derechos humanos.
¿Se preocupan los hombres públicos, de cualquier cantera, en estudiar y promover la reconstrucción del país con miras a lo que venga después del fallo de La Haya en el contencioso que Perú planteó a Chile por la inexistencia de frontera marítima? ¡Pero por supuesto que no! Si las cuerdas separadas son respuesta suficiente para que los agiotistas sigan amasando dinero y los bobos empeñando su futuro. La complementariedad con Chile pasa, primero, por la ejecución del veredicto y la unidad nacional de norte a sur y de este a oeste. Pero este particular y lacerante capítulo, no ocupa lugar en el minúsculo cerebro de nuestros bandidos politicantes. "Demasiado trabajo", dicen.
Sólo hay dos circunstancias que mueven al Perú desde sus más íntimos cimientos. Los terremotos de todo grado y consecuencias y la carpeta Chile. Lo primero es inevitable y hasta hoy es imposible saber dónde y en qué magnitud se producirá un sismo. Desde la guerra de rapiña iniciada en 1879, tras la catástrofe, la mutilación nacional y el largo camino hasta 1929 en que se firmó el Tratado y Protocolo Complementario del 3 de junio de 1929, el avatar fue doloroso, cruel, irónico y plagado de torpezas y uno que otro acierto. Desde entonces a hoy, jamás Perú tuvo una oportunidad tan extraordinaria como la del juicio a Chile en La Haya.
Los bandidos que venden sus conciencias al peso y al paso lograron el prodigio biológico de mutar en el tiempo y construirse plazas, avenidas, calles, monumentos con sus nombres. De pronto resultaron héroes de guerras en que no combatieron, estadistas que sólo exaccionaron y crearon linajes de sangre y conveniencia con apellidos rimbombantes y fatuos y mantuvieron una línea separatoria con lo que ellos llamaban el bajo pueblo, esa maravillosa población de todas las sangres y capacidades aún no disciplinadas en el culto al trabajo y a la dignidad. Entonces, algunos nacían por cuna e influencia, con derecho a ser diputados o senadores, ministros o presidentes, y el resto tan solo debía laborar por sueldos miserables y sin derecho a figurar en la historia, salvo que bajo el atroz anonimato perenne.
Para felicidad del país, hay que subrayar que las gavillas de bandidos desclasados están oteando, otra vez, la declinación más atroz. Se trata ahora de empujarles al precipicio tumba porque nunca han cumplido con el Perú. Los apellidos, algunos, cambiaron, el dinero robado hizo blancos y respetables a familias enteras y los métodos se refinaron con lenguajes edulcorados pero igual de letales. La pregunta es: ¿qué hace el resto para ayudar al nadir definitivo de estas bandas carroñeras?
Si el bandido, como hemos dicho antes en otros textos, no puede ser jamás un patriota porque no ama ni se identifica con la tierra, el océano, el ande, la gente multicolor y porque otorga prevalencia al dios dinero y a su consecución de la forma que fuese, arribamos al razonamiento que estos tipos son nocivos y cancerosos para el Perú.
¡Hay que sacudir las conciencias peruanas! La dignidad y limpieza públicas no pueden ser tasadas en dólares o euros y la creatividad inmensa del país tiene que rehacer a la nación. Acaso estén despertando ya las nuevas generaciones, aquellas que harán posible el desafío gonzalezpradiano cuando anunció que el porvenir nos debía una victoria. Y nosotros afirmamos que también una respuesta.
¡Viejos a la tumba, jóvenes a la obra!
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-Bandits must stay with bandits
http://www.voltairenet.org/article180313.html?var_mode=recalcul
-Etica y descaro del bandido
http://www.voltairenet.org/article180470.html?var_mode=recalcul
-¿Bandido o patriota?
http://www.voltairenet.org/article180549.html?var_mode=recalcul