industria chinaPor Alejandro Sánchez-Aizcorbe
 
Al cabo de más de treinta años de aplicación años del modelo neoliberal, hemos alcanzado el puesto 134 en el mundo en lo tocante a educación. ¿No es hora de cambiar el modelo?

 

Nuestra gente le ha ganado la guerra a Sendero y al MRTA, resistió heroicamente en el Cenepa a pesar de Fujimori y de Montesinos (un traidor a la patria), les está ganando batallas al fujimontesinismo y al aprismo, trata con voluntad quechua de acabar con la miseria, pero ¿nos vamos a resignar a mucho más de lo mismo cuando Keiko o Alan sean elegidos contando con la algarabía del fujimontesinista diario El Komercio y su monopolio informativo?
 
Si así sucede, pasarán otros treinta años y seguiremnos en el puesto 134. Y encima, dominados por el nuevo terrorismo: el sicariato de los carteles, de los adolescentes o niños asesinos (como en África, Colombia y Brasil), de los drogadictos que matan por un quete, de los policías y militares que nos asaltan para pagar la educación de sus hijos, la hipoteca o sus vicios.
 
Tengo el orgullo de ser ciudadano de un país que es penúltimo en salud en América Latina (sólo le "ganamos" a Haití), lo ya dicho en educación, y que es primerísimo en la producción de cocaína. Verdaderamente, el neoconservadorismo o neoliberalismo ha redondeado una faena histórica, patrocinada por los idiotismos de los módicos operadores del Consenso de Washington: el monopolio de los chiquillos de El Komercio, las lenguaradas senectas de Mario Vargas Llosa, y la inocencia alpina de una nueva generación de empresarios y ejecutivos que creen que el desarrollo consiste en endeudarse y vivir asustados.
 
Un joven estudiante de filosofía, vecino de San Juan de Miraflores, me escribió el otro día: "Docto, ¿por qué no se viene para enseñar lo que sabe desde el seno de la barbarie?
 
La verdad es que no me faltan las ganas de saltar del seno norte de la barbarie, Nueva York, a uno de los senos sureños de la barbarie, Lima, sólo para inculcar en la muchachada el derecho, la obligación de actuar en función del largo plazo y de los intereses de la mayoría de peruanos y seres humanos (contando gringos).
 
Debemos unirnos contra la violencia y la corrupción, que causan más y más sufrimiento en medio de un crecimiento económico basado en las exportaciones tradicionales, cambiar paulatinamente de modelo económico para conquistar el futuro y de paso evitar que se siga dilatando las ya distendida barriga de periodistas, militares, vendedores de armas, corporaciones y políticos irremediablemente maleados y maleantes.
 
Con todos sus economistas y gobernantes a sueldo, la irracionalidad de la corporocracia ha llegado a tal punto, que me siento obligado a preguntarme si han quemado la papa o fundido cerebro, como se decía antes. Juzgándolos por su edad y la situación material de sus gobernados, parecería que sí. Mayor razón para disputarles el poder.   
 
Asia no es el Perú.