Por José Carlos García Fajardo*
En marzo pasado habíamos plantado 200 pinos y encinas en el campus de mi universidad. Los cuidé y regué durante el verano; salieron adelante casi todos, luego pensé en remover las tierras en el bosque vecino y limpiarlas de botellas, plásticos y envases. Como hacían falta nutrientes y no hay fondos por la crisis que padecemos y los despidos de plantillas se multiplican, me dije: Ni un minuto para el lamento, millones de hojas caen y se posan en este gran campus complutense, se los llevan en sacos de plástico a los vertederos. Existen cantidades enormes de hierba y ramas verdes que cortan regularmente, y de tierras por todas partes.
En la facultad de Veterinaria tienen granjas con ovejas y otros animales y me proporcionan el estiércol que necesito; en la cafetería de mi facultad me dan un par de sacos de materia orgánica; en otra cafetería cercana, una bolsa con posos de café, y en un súper un saco con restos de fruta, verduras, tomates, cebollas, piñas, que me llevo en esas bolsas negras; que reutilizo hasta que no sirven más que para cubrir la composta cuando extendemos la materia orgánica con frutas y lo amenazan las cotorras que nos han invadido desde hace unos años. Proceden de esos entusiastas de las mascotas que luego abandonan cuando se aburren o van de vacaciones.
Una capa de hojas secas, otra de materia orgánica, otra de hierba verde, otra de tierra buena, y otra de un substratum que he descubierto junto al muro que rodea estos campos de rugby, junto al lugar donde trabajo y cuido un hermoso jardín para acoger a los que llegan. Tiene unos 20 cm de espesor, está ramificado y es muy rico en nutrientes; le damos la vuelta, o lo esponjamos con el bieldo -por las lombrices-, y otra fina capa de estiércol espolvoreado, y agua y... orina, dosificada pero recogida a diario. Así, desde hace casi dos meses.
En un vivero de la universidad, abandonado desde hace años, han puesto en marcha un huerto “urbano” y vi cómo hacían composta. Pregunté y adapté a este bosque de pinos y al jardín que cuido, lo que el horticultor Pedro me explica sin asombrarse de mi ignorancia; quizás porque ve mi entusiasmo y que actúo como si estuviera construyendo catedrales.
Pedro me traía carretillas de estiércol hasta que una profesora de veterinaria, Belén Fernández, me puso en contacto con sus colegas de facultad que me lo dan cuando lo necesito. En la ONG Solidarios para el Desarrollo me han prestado una furgoneta para desplazarme por el campus. Pues bien, detrás de unos arbustos, vi unos grandes embudos metidos en bidones y con un cartel que dice “Mingitorio”, y otro en donde se explica la utilidad de la orina para la agricultura.
Dicho y hecho, en donde preparamos la composta, meaderos al canto: mingitorios que usan los que participan en el Taller de periodismo solidario... y en los campos de rugby vienen a jugar centenares de jóvenes acompañados de sus amigos, ¿Os imagináis si, en la parte de atrás, junto a los arbustos en donde arrancan los bosques, “aparecieran” unos bidones verdes, con sendos embudos, puestos a discreta distancia... y unos carteles explicando lo de la composta?
“¡Salvemos el planeta!”, dicen algunos. Comencemos por aprovechar nuestra orina, la hojarasca que llevan a los vertederos, las ramas podadas, los restos de materia orgánica en los comedores del campus, aprovechar pallets viejos, y si no tienes cerca de tu casa un solar, o un parque en donde echar una mano, pues en la terraza o en tu balcón o en los alféizares de las ventanas.
Si no me hubiera dejado interpelar por estas tierras, si hubiera dejado de aplicar la norma de Jeremy Irons, “prefiero pedir disculpas a pedir permiso”, si no hubiera alimentado un sueño, si no me hubiera atrevido… No sabemos de lo que somos capaces hasta que nos ponemos a hacerlo. Porque pueden los que creen que pueden, y se atreven y se arriesgan.... y se caen y se levantan sabiendo que “cuando caes, el suelo te ayudará a levantarte”, como dijo Chuang Tzu hace 2500 años. Así podemos disfrutar con todo lo que alumbramos cuando compartimos experiencias y cosas bellas, verdaderas y auténticas.
*Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
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Twitter: @CCS_Solidarios