Por Alejandro Sánchez-Aizcorbe
Y seguía siendo el perro intelectual, contento con su ración de mugre.
—Asturias
Al decir de cuándo acá Vargas Llosa defiende la libertad de expresión me refiero a los hechos: desde hace más de treinta años, Vargas Llosa sirve como intelectual barato al sistema económico y político que le da de comer.
Dicho sistema no es otro que el del monopolio capitalista. La concentración de la propiedad de los medios de comunicación y producción en general no ha comenzado en el Perú. Es parte sustancial del capitalismo tanto como la miseria, la muerte por hambre y por guerras y golpes de estado que estamos viendo hoy mismo en Europa, Medio Oriente, África, Colombia, México, Brasil, Honduras, y paro de contar horrores porque no hay espacio.
En el ambiente académico se sistematizan los estudios de cambio de régimen y construcción de naciones. Circula, sin embargo, una caricatura nefanda que muestra a unos árabes gritando mientras huyen aterrorizados de los bombarderos no tripulados: “¡Ahí viene la democracia!”
Aquellos que revelan los entresijos de la brutalidad neoliberal son asesinados, exiliados, encarcelados, o silenciados como Julio Arbizú, cuya renuncia a la procuraduría anticorrupción coincidió con las amenazas y el animal muerto recibidos por él y su familia.
El supuesto desbalance patrimonial de Alan García lo descartó un funcionario que había renunciado al partido de Alan García hace dos o tres años.
La presidencia de la comisión investigadora del caso López Meneses recae en un fujimorista, luego de que Víctor Andrés García Belaúnde renunció a la presidencia de la comisión porque según él visitó a Humala porque Humala se lo había pedido y porque según Humala Belaúnde le había pedido la visita y él se la concedió.
Así de barroca es la sinrazón.
El resultado ha sido que la comisión del congreso que investiga el caso del operador fujimontesinista López Meneses queda presidida por un fujimontesinista con nombre de película: Juan José Díaz Dios. Lo raro es que en la página web del Congreso sólo figura el vicepresidente de dicha comisión. El juego de espejos mentirosos es perfecto en relación a lo que ocurrió con los dimes y diretes del almirante Cueto y un general de la policía.
La verdad queda sepultada por la corrupción de la que Mario Vargas Llosa es presa celosa desde hace mucho tiempo.
¿Acaso Vargas Llosa no abrazó al presidente de los ministros cacasenos y de la estatización de la banca tan lavadora automática de narcodólares y narcosoles como hoy en día?
¿Acaso Vargas Llosa no se convirtió en pregonero de convicciones absolutas y relativas en reemplazo de la verdad como capo de la comisión Uchuraccay durante el gobierno de Belaúnde, cuando ya se había iniciado la matanza de inocentes por parte de las fuerzas armadas como respuesta inaceptable a la inaceptable masacre de inocentes perpetrada por Sendero Luminoso?
¿Por qué no aprovechó Vargas Llosa ese momento histórico para denunciar el terrorismo de Estado que se perfeccionó con Alan García y el ascendido teniente Hurtado Hurtado y llegó a ser el “nosotros matamos menos” de Jorge Trelles, mi ex profesor?
Se olvida el garante de Humala que nosotros éramos jóvenes periodistas idealistas trabajando en el El Komercio —donde ahora descarga tinta su hijo, uno de los peores sonsos latinoamericanos— cuando Vargas Llosa pregonó sus convicciones absolutas y relativas y publicó una versión suya del asesinato de los periodistas en una edición dominical del New York Times, versión que presentaba a los comuneros de Uchuraccay —uno de los cuales lucía un reloj digital en la muñeca— como si fueran entes de un mundo salvaje, precientífico, irracional, andino-arguediano a fin de cuentas?
¿Cómo es que periodistas viejos hablan de las “palabras mayores” de un Vargas Llosa que se opone a la concentración monopólica de la propiead de los medios de comunicación, se vuelve nacionalista y defiende a su presidente y próxima presidenta?
¿De dónde viene el dinero que está haciendo funcionar este circo?
Justo cuando se cierne el fallo de La Haya sobre el Mar de Grau, valerosamente representado por el busto en bronce de Pratts en la escuela de la marina de guerra de La Punta.
Justo cuando Rumimaki —¿con el dinero de quién?—, clamando ser el “señor policía” que nunca ha existido en el Perú, donde coima, fuerzas armadas y policiales y poder judicial son sinónimos, se pasea por el país y por facebook llamando a una huelga policial para el próximo 5 de febrero.
Justo cuando Javier Valle Riestra propone un golpe constitucional para volver a la Constitución del 79 y Alberto Borea, mi compañero de promoción, se queda callado.
Lo que está pasando hoy en día en el Perú es tan espantoso como de costumbre y da para otro infierno de Dante sazonado por los mejores potajes de la culinaria peruana, de la culinaria de un país —no me canso de repetirlo— con el peor sistema educativo de América Latina después de Haití —cuna de la independencia hispanoamericana— y con el mayor número de tuberculosos después de Haití, al cabo de treinta años de revolución neoliberal, suscrita por amantes del buen vivir como Mario Vargas Llosa, para quien el desastre educativo es una oportunidad: razonamiento copiado por el pragmatismo anglosajón de un chino que dijo que detrás de todo desastre se esconde una oportunidad.
No hay primera sin segunda: si Rumimaki tiene éxito, acaso reciba una agregaduría policial o comercial, regrese para las elecciones del 16 y nombre garante a Vargas Llosa.
No se olviden de los carteles, bancos y retailers del VRAE.
Somos el nuevo Perú. Lima está limpísima.
¡Salud, hermanos, espérenme en el suelo!