César Villanueva el derrotado y renunciante presidente del Consejo de Ministros, atacado con humillaciones descalabradas y misteriosas, ha sido el cuarto Premier de este gobierno. Demasiados cambios para un régimen que desde su inicio emprendió fuertes giros a lo que fue su oferta electoral inicial, a la llamada Hoja de Ruta y los regateos posteriores.
Todo se ha movido dentro de la normalidad del momento: no hay ningún cuestionamiento a la derecha y su modelo económico, y los cambios en el gabinete evidencian que las estructuras de poder se consolidan y giran en torno a la tendencia que lidera Nadine Heredia como presidenta del Partido Nacionalista y el ministro Luis Miguel Castilla como operador técnico de los poderes económicos, nacionales y extranjeros, para los que se gobierna desde hace más de una década.
La crisis ministerial, rápidamente resuelta con la salida de Villanueva y de ministros como Gladys Triveño —incómodos al statu quo— además de permutas ministeriales, ha servido para reforzar en el gobierno de Ollanta Humala una línea tecnocrática liderada por el ministro de Economía, amparada por el poder fáctico de la señora Nadine Heredia y contando con la bendición de la CONFIEP. Los cambios ocurridos han mostrado una vez más que el gobierno aplica a su gestión una lógica definida por los poderes fácticos y el corto plazo que evidencian una gran improvisación, aunque esta vez han hecho transparente el peso de Castilla y Heredia, sincerando su nivel de intervención.
Preocupa, sin embargo, que nada provoque un desvelo por lo que ocurre con el ciclo de crecimiento de la economía nacional iniciado en dictadura durante los años 90 que parece acercarse a su fin como lo insinúan importantes indicadores que ya nos dan cuenta de la crisis de este modelo de Estado. Si bien el contexto actual marcado por importantes indicadores económicos muestran hace buen rato una tendencia negativa o por lo menos de estancamiento de la economía, la presencia del ministro René Cornejo como Premier refuerza el entorno de Castilla y su manera de gestionar el Estado de espaldas a las mayorías nacionales en un gabinete cada vez más uniforme, homogenizado por el liderazgo del ministro de Economía.
El contexto que se anuncia venir, cargado por las protestas sociales (como las paralizaciones de Cusco en esta semana y las anunciadas en Ancash y Arequipa o las movilizaciones de 300 mil mineros ilegales) y las campañas de elecciones municipales y regionales, con seguridad radicalizarán a los diversos actores en su enfrentamiento al gobierno nacional. Son combustible suficiente para mover esas maquinarias la caída del canon, la frustración ante la imposibilidad de ejecutar gastos previstos en las regiones, el retraso o parálisis en la tarea de impulsar los nuevos proyectos y el encarecimiento de productos de consumo popular por la disminución de la producción agrícola. Al parecer «el gobierno paralelo de los empresarios» va a tener problemas y probablemente optará por poner mano dura en el escenario de la calle donde los ministros tecnócratas y no políticos no saben moverse ni concertar como sí lo hacen con los empresarios en sus gabinetes. El refrán taurino dice «no hay quinto malo», pero el toro que puede tener delante este gabinete de tecnócratas distanciados de la política puede ser difícil de lidiar.
La precariedad institucional, ahora muy grande, reforzada por la poca representatividad social y política del gabinete Cornejo/Castilla en el gobierno, no augura una gestión que responda a las demandas crecientes de diversos sectores para los que la aparente defensa de la aplicación de doctrinas económicas, de la ortodoxia económica identificada con grupos que han estado en el poder esté por delante y les baste. Será necesario estar alertas al juego aventurero impredecible y bastante particular de la pareja presidencial, que a estas alturas lo que han mostrado es su interés por mantenerse en el poder, sin ningún proyecto o propuesta, sin ninguna capacidad partidaria o colectiva que les permita responder a las posibles situaciones de crisis con racionalidad y concertación. Y sin embargo Nadine Heredia se lanza a decir que Villanueva seguro emprenderá una aventura política propia.
desco Opina / 28 de febrero de 2014