Todos los años en estos meses de verano se presentan inundaciones, avalanchas, deslizamientos de tierras, etc., con la pequeña diferencia que esta vez se produjeron en enero, cuando lo más habitual son los meses de febrero y marzo. Sea como fuere, se produce toda clase de daños a la propiedad privada (casas destruidas, inundadas o gravemente dañadas) y pública (carreteras, puentes, líneas de ferrocarril, etc.).
Previsión
Con poquísimas excepciones, la previsión del estado es deficiente. Por ejemplo, cuando empezaron los huaicos en la zona de Santa Eulalia, la maquinaria estaba más arriba, en San Mateo, y tuvieron que pasar varias horas para que llegaran. ¿Quién no sabe que todos los años Santa Eulalia sufre este problema?, ¿por qué no hubo máquinas en el lugar para actuar de manera inmediata?
La otra cara de la moneda, positiva, es que el gobierno local de Lurigancho-Chosica oportunamente había tendido un sistema de grandes mallas de acero en las quebradas conocidas por ser cauce de avalanchas; y esto explica que en Chosica los daños hayan sido relativamente menores (las mallas impidieron que se precipitaran las piedras más grandes, que por su enorme peso destruyen fácilmente las casas)
¿Y la tecnología?
Para hacer honor a la pertenencia a este nuestro continente tercermundista, nada se hizo para utilizar medios modernos que permitieran evaluar oportunamente la situación y anticiparse a los eventos de la naturaleza, para realizar evacuaciones, por ejemplo.
Ahora es oportuno preguntarnos para qué ha servido el tan cuestionado satélite que se compró a Francia. ¿Ha leído alguno de nosotros algún informe de las observaciones satelitales que hayan permitido tener conocimiento de lo que iba a pasar en las zonas de riesgo? Si ha habido tales informes, deben de ser secretos o por lo menos clasificados. Y si es así, ¿para qué sirve el satélite en estos momentos en que lo necesitamos?
Pero no solo se trata de falta de información producida por los satélites. En estos casos es igual de útil el empleo de drones, que también han brillado por su ausencia. Se sabe, por ejemplo, que helicópteros militares* sobrevolaron las zonas de peligro de Chosica, pero eso ha de haber ocurrido por iniciativa de los militares, no ha sido parte de un esfuerzo organizado y sistemático para enfrentar el problema con la finalidad de poder responder anteladamente.
Existe toda clase de drones: civiles y militares e incluso de recreación (casi en la categoría de juguetes). ¿Por qué los gobiernos regionales o defensa civil carecen de estos aparatos dotados de cámaras, sensores y aparatos de telemetría que permitirían observar las zonas detrás de los cerros donde se acumula el agua que finalmente baja en forma de huaico? Bastaría tener drones de tres horas de autonomía que nos darían un cuadro completo de lo que sucede en varias quebradas.
Comprar una flota de drones para esta finalidad preventiva de desastres es una buena inversión. Los venden varios países: EE. UU., Rusia, Irán, Alemania, Israel, China, entre otros.
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* Si por mala suerte cae un helicóptero, se pierden vidas y mucho dinero. Los drones son muchísimo más baratos e implican pocos riesgos.
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