Luis Alberto Salgado
Vergüenza nacional e internacional es el actual Congreso. Expresa profunda crisis ética e intelectual. Congresistas analfabetos funcionales arrogantes, combinación de ociosos, ignorantes y deshonestos, y, encima de ese agravio, los peruanos tenemos que pagar el abultado presupuesto de ese poder legislativo. Todo esto es indignante y se agrega al espectáculo lamentable de graves y sólidas denuncias de mega-corrupción sistemática que se imputan a expresidentes del Perú, exprimeros ministros, ministros y vice-ministros, gobernadores regionales (presidentes querían que los llamasen), alcaldes provinciales y distritales, y, por supuesto, a ciertos congresistas también, y a otros muchos funcionarios en combinación con “empresarios exitosos” que, además, se entienden muy bien con dictaduras y regímenes corruptos. Y ya vimos la “eficiencia” y capacidad de gobierno, de prevención y de planificación de esa gente —con sueldos que multiplican muchas veces el salario mínimo vital— ante la tragedia nacional que ha golpeado al país y a miles de familias con huaycos, lluvias torrenciales e inundaciones de pueblos y ciudades. Familias que han perdido todo.
¿Qué tiene que ocurrir en el Perú para que esas plagas aparentemente bíblicas, que ya llevan más de 30 años, comiencen a desaparecer?
De una cosa estoy seguro: esas plagas esta vez no las ha mandado Dios. Sí son consecuencia de actos muy conscientes y deliberados cometidos por seres humanos a sabiendas de las posibles repercusiones y de los nefastos resultados. Y cuando las evidencias y los hechos delictivos (para hacerse de fortunas robadas al Perú) perpetrados en banda durante años, salen a la luz, entonces primero comienzan a silbar mirando a otro lado, y luego buscan a individuos metidos de jueces y fiscales para alcanzar la impunidad…y muchas veces los encuentran.
Dependerá de una colectiva toma de conciencia nacional de millones de peruanos para empezar a terminar con esas lacras y, por supuesto, de las acciones concertadas que necesariamente habrán de tomarse para ello.
Y esta vez sí, que Dios nos ayude.