Por Herbert Mujica Rojas
Como si no fuera suficiente ya que Perú viva infectado por la corrupción en la cosa pública y privada, tomé nota la semana pasada que también hay un escalafón en las corrupciones. Las que los medios de comunicación deciden publicitar, son reales. Las que no tocan “no son noticia”, “son de poca monta”, “deleznables”, en suma NO EXISTEN. No importa que comprometa al Estado y a uno de sus ministerios, el de Relaciones Exteriores, en un sobreprecio de US$ 16 millones de dólares y que el tema esté en carpeta de la Procuraduría Anticorrupción. La “prensa” no informa, sí “juzga, dictamina, dice quiénes son culpables”. Y obvio, decide a quién atacar. Y a quiénes no.
En informe al Congreso, el Contralor de la República, Edgar Alarcón, dio cuenta de las irregularidades en precios, medidas de seguridad y defectos de software, que rodearon la buena pro que dio Cancillería al monopolio francés Imprimerie Nationale-Gemalto para 400 mil pasaportes electrónicos en diciembre 2015. El asunto está en el Ministerio Público.
Pero en los días sucesivos a aquella presentación ¡ningún medio de prensa!, tan escandalosos y vociferantes por temas nimios pero tan delictivos como el que reseñamos, otorgó ni una línea, menos alguna entrevista radial o televisiva a los protagonistas. Es claro que el escalafón o decibel de cómo se mide cada acto de corrupción en Perú, es maniqueo y depende de cómo se juegan las carteras de publicidad o las cuotas institucionales o ¡de frente! al bolsillo de no pocos facinerosos.
¿Tiene que ver el pasaporte electrónico con el ciudadano común y corriente y también con los diplomáticos? Quien arriesgue una respuesta en contrario, se arriesga al ridículo. Cuando se sale del Perú sólo un documento, el biométrico, es la identificación válida para todos los efectos. Es más, los 800 mil e-pasaportes encargados a Imprimerie Nationale-Gemalto y los 400 mil de Cancillería, también otorgados ¡oh curiosa coincidencia! a Imprimerie Nationale-Gemalto, ¡son pagados con el impuesto de todos los peruanos!
Si lo antedicho es real y no invención mía, ¿cómo permitir que la prensa gradúe, borre o desaparezca lo que son robos flagrantes al bolsillo de los ciudadanos? ¡En la licitación con nombre y apellido, en Relaciones Exteriores, hubo un sobreprecio de US$ 16 millones de dólares!
También se colocó una medida de seguridad, la número 26, cuya patente era de una firma socia de Imprimerie Nationale-Gemalto, es decir, nadie más la tenía y con eso se confirmó la delictuosa maniobra de favorecer al mismo postor monopólico.
Pero la gran entente de medios “ignora” el asunto. No se sabe bien por qué razones, lo que sí es obvio es que los de Cancillería y el gobierno no están de brazos cruzados y presionan porque no se haga muy notorio la rufianería de sus funcionarios.
Seguiremos denunciando y señalando a los cacos que pululan en la cosa pública. A pesar de los medios que juegan su propia cuota egoísta y absurda, como si el robo del dinero del pueblo fuera un asunto selectivo o del que se pudiera decir que fue casi, casi y no una realidad concreta y de muy mal olor. ¡Cosas veredes Sancho!
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19.06.2017
Herbert Mujica Rojas
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