Por Alfredo Palacios Dongo
Es muy preocupante la creciente dificultad para conseguir empleo formal en nuestro país debido principalmente al estancamiento de la actividad económica por mínima inversión pública y privada, bajas exportaciones, debilidad de la demanda interna, entre otros. La creación de empleo formal es el principal indicador de fortaleza y desempeño económico, si no crece sostenidamente inexorablemente se afectará la creación de empleo formal de calidad incrementándose la informalidad.
Aumentan el subempleo y los trabajos temporales formales
Según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) correspondientes a meses enero-mayo 2017 comparados con los de 2016, la población ocupada con empleo informal (sin beneficios sociales o trabajando en unidades de producción no registradas) se incrementó en 4.1% al mes de abril; de 16.4 millones que conforman la Población Económica Activa (PEA), 11.25 millones (68.6%) son informales, registrándose la mayor tasa en los jóvenes menores de 25 años (85.3%), mayoritariamente mujeres y con estudios universitarios completos.
El empleo de calidad o adecuado también disminuyó 3.1% acumulando 2 meses de comportamiento negativo en los sectores construcción (-15.6%), manufactura (-6.6%), comercio (-2.1%) y servicios (-0.6%), lo preocupante es el incremento hasta 7.5% de la población subempleada (puestos de baja calidad), y además, la temporalidad de los trabajadores formales (2 de cada 3). En Lima, el desempleo afectó al 6.8% de pobladores donde 350,000 buscaron trabajo de manera activa y no lo encontraron. Nuestro crecimiento durante febrero, marzo y abril registró cifras que bordean el 0% (0.72, 0.71 y 0.17 respectivamente, la última, la más baja desde setiembre 2009).
Bajo este panorama mientras no se dinamice la economía ni se formalice y fortalezca la inserción laboral, los trabajadores continuarán supliendo el empleo formal por la informalidad, el autoempleo o la inactividad (actualmente 1’200,000 jóvenes no estudian ni trabajan). Se requiere que la “gran reforma laboral del país” que ha ofrecido el gobierno sea planteada durante el mensaje presidencial, en el que debería explicar cómo cumplirá la promesa de campaña de incrementar 1.5 millones de empleos formales al 2021 (300,000 anuales, que ya incumplieron el primer año). Dicha reforma laboral debería incluir: la reducción de niveles de informalidad laboral; el incremento y dinamismo de niveles de empleo adecuado, estable y productivo, especialmente de los jóvenes; la disminución de los regímenes laborales públicos y privados (actualmente existen unos 40); y transparentar la metodología del INEI para consignar cifras que reflejen la realidad sobre el desempeño del mercado laboral formal.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, 15.07.2017