Por Ángel Páez

La autocensura por razones comerciales es una de las peores traiciones al periodismo. Silenciar, desaparecer, neutralizar una información pública para evitar la incomodidad, el desagrado o la molestia de un cliente que con frecuencia contrata avisos en un medio de comunicación, es probablemente uno de los actos más vergonzantes en el ejercicio periodístico. Es cuando se renuncia a la lealtad a los ciudadanos –la piedra angular de la credibilidad- y se pasa al bando de los intereses privados. Es lo que sucede con un importante sector de la prensa nacional respecto al conflicto del Ejército Peruano con la compañía de capitales chilenos Cencosud.

La disputa estalló cuando Cencosud rechazó el reclamo del Ejército para aumentar el pago de la renta por el alquiler de un local donde funciona el centro comercial Plaza Lima Sur y porque incumplía la rendición de cuentas de los ingresos por el usufructo del establecimiento. En un primer momento el multimillonario dueño de la empresa, Horst Paulmann, en reunión en Lima con el comandante general de la institución castrense, general de división Luis Ramos, pidió perdón por lo sucedido, desautorizó a sus representantes en el Perú y garantizó el incremento de la renta y prometió transparentar los ingresos por el usufructo. En lugar de cumplir con su palabra, Paulmann se echó para atrás, empoderó a su personal ejecutivo en el país y se ha empeñado en quedarse hasta el año 2035 en un inmueble que no le pertenece porque es propiedad de todos los peruanos.

En la prensa de Chile la disputa tuvo –y tiene- amplia cobertura, pero no así en el Perú, que se supone es el país afectado por la conducta de Cencosud, dueña de un banco del mismo nombre, además de las cadenas Wong, Metro y Paris, y, en consecuencia, uno de los más importantes anunciantes de los medios de comunicación nacionales.

Esta sería la única razón que explicaría por qué gran parte de la prensa no informa sobre un conflicto de interés público. La autocensura se explicaría por el temor de que ventilar la pelea molestaría a Cencosud, y en represalia, la compañía cortaría el flujo de su millonaria inversión en publicidad. ¿Es más importante el interés comercial de la prensa, que el derecho de los ciudadanos a ser informados? De ninguna manera.

Lo más llamativo es que estos medios que callan sobre la pretensión de Cencosud de pagar lo que se le da la gana por el alquiler de un inmueble de propiedad estatal hasta el año 2035, respaldan la posición de la empresa mediante campañas de descrédito para afectar a las autoridades de la institución castrense, con el propósito de estimular el relevo de estas y así tratar de ganar tiempo. Si informaran de uno u otro caso sería perfectamente comprensible, pero escamotear las noticias sobre las acciones del instituto armado para recuperar una propiedad, y reportar únicamente información que enloda la reputación del alto mando, es por lo menos sospechoso.

Pero hay algo más. Censurar una noticia por razones comerciales no solo daña la libertad de prensa sino también afecta la calidad de un medio de comunicación. Un canal de televisión, una radioemisora, un periódico, un portal de internet sin credibilidad interesa poco o nada a los anunciantes. Como lo demuestra Isaac Nafría en una excelente investigación sobre el proceso de conversión del diario The New York Times para continuar vigente en la era digital, no obstante los drásticos cambios en la producción y difusión de noticias, “lo que permanece es la inequívoca voluntad de la empresa editora de apostar en todo momento por el periodismo y la información de la más alta calidad posible como base principal de su negocio”.

Es decir, sin información no hay calidad. Sin información de calidad, no hay negocio.

Los medios que se autocensuran y no publican noticias sobre el conflicto entre el Ejército peruano y la empresa chilena bajo la creencia de que de esta manera muestran su fidelidad a Cencosud para que siga contratando avisos, traicionan a los ciudadanos, dañan la credibilidad y afectan su negocio. Los más agradecidos por la divulgación de noticias de interés público son los ciudadanos, quienes recompensan a la prensa con su lealtad. Una prensa sin la lealtad de los ciudadanos no influye, es anodina, no sirve para nada.

La República, 08.08.2017

 

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