Por Alejandro Sánchez- Aizcorbe

Las fuerzas armadas y policiales, el legislativo, el ejecutivo y la judicatura son aquiescentes en sus relaciones con el narcotráfico.

El objetivo del narcotráfico es la juventud.

Muchos padres se embarcan en el espiral vicioso como coadictos aunque ellos no consumen.

Hace ya muchos años que los peruanos aceptaron esta vergonzosa realidad. Dos de las consecuencias de tamaña cobardía son la lumpenización de la vida cotidiana y el justificado convencimiento de que todo está corrupto, inclusive la educación y los sacerdotes y sacerdotas.

En el Perú, por ejemplo, se venden diplomas de doctor/a en medicina en universidades aladas y ligadas al narcotráfico.

Evidentemente, el fenómeno no es exclusivamente peruano pero en nuestro en país, en Chile, Colombia, Brasil y México se magnifica a causa de que somos sedes de la producción y la distribución de la cocaína y paraísos del lavado de activos.

No dejemos de tener en cuenta el papel de consumidores y gigantescos lavadores de activos que desempeñan los países desarrollados. Como en otras cosas, la historia se les ha ido de las manos por su propia irracionalidad.

Un abogado dice:

«Vivimos de la corrupción o con la corrupción.»

Extiendo el jueguito preposicional y digo:

«Vivimos del cáncer y con el cáncer. De la guerra y con la guerra.»

Buena suerte, cumpa. ¿Sus hijos también preposicionan?

¿Qué pasa si se legalizan las drogas duras con esa clase de abogados y en general con un gobierno, unas fuerzas armadas y una nación entera que son coadictos como los padres o sencillamente cómplices?

¿Qué pasa si se legalizan las drogas duras con los laboratorios farmacéuticos, abogados, jueces, policías, psicólogos, psiquiatras y otros cuyos ingresos dependen entera o parcialmente de la pandemia de la venta y consumo de drogas duras?

O pierden el trabajo o ven mermados sus ingresos o ejercen su profesión con mejores prospectos, al tiempo que los adictos reciben la atención que merecen, y la caída de los precios de las drogas duras y la reducción de su consumo generan una oportunidad que aprovecharán generaciones tras generaciones de muchachadas brillantes.