Germán Gorraiz López*
El caprichoso y cíclico devenir de la Historia, podría hacer que dos presidentes de Rusia separados en el tiempo por cerca de 50 años, quedaran hermanados por el posible regreso a escenarios ya olvidados de Guerra Fría. Así, Putin y Jruschov quedarían pues hermanados y pasarían a la Historia como dos iconoclastas que habrían acabado con las herencias del purgador Stalin (histórico discurso de Jruschov en 1956 en el XX Congreso del PCUS denunciando los crímenes y errores de la época de Stalin, el culto a la personalidad y el dogmatismo ideológico) y del cirrótico Yeltsin (demoledora defección de Yeltsin por parte de Putin, acusándole de desmembrar la extinta URSS) y como creadores de nuevos idearios que incluirían la posibilidad de revoluciones por vías pacíficas (desestalinización) y del pragmatismo y el acercamiento a Occidente (oficialismo), aunadas con el objetivo inequívoco de equipararse a EE. UU. como superpotencia mundial en el horizonte de 2020, hija de los ideales expansionistas de Pedro el Grande.
¿Hacia la fallida Primavera de Praga?
Putin utilizará el arma del chantaje energético sobre la UE (21% de las importaciones de petróleo y 40% de gas proceden de Rusia) para lograr la fagocitación de los antiguos países del llamado escenario postsoviético, del que sería paradigma la exrepública soviética de Ucrania con una población cercana a los 50 millones de habitantes y marcada por el estigma del enfrentamiento crónico entre las tendencias filo y fobiorrusas. Así, el segmento de población filorrusa estaría formado por los ruso-hablantes del este y sur del país (incluida Crimea), mientras que en el oeste y en el centro del país, dominarían los sentimientos nacionalistas prooccidentales quienes consideran la ampliación de la permanencia de la base rusa de Sebastopol hasta 2042 como “una traición a los intereses nacionales”, no siendo descartable la intervención de las tropas rusas estacionadas en Ucrania para aplastar el sueño europeísta ucraniano (rememorando la fallida Primavera de Praga (1968)).
Recordar que la agudización de las tensiones latentes entre el oficialismo filorruso del depuesto Yanukóvich y la oposición filooccidental se desataron tras la decisión del gobierno ucraniano de “interrumpir los preparativos” de la firma de un acuerdo de asociación y libre comercio con la UE, convenio que tenía previsto firmarse en la reciente Cumbre de Vilna y que preveía la integración de Ucrania, Moldavia, Georgia y Ucrania según los acuerdos de la cumbre de Praga de 2009. Sin embargo, tras el fallido intento de la adhesión de Ucrania a la tratado de Libre Comercio con la UE, subyacería la grave situación económica ucraniana, plasmada en la necesidad urgente de la actualización del tejido productivo ucraniano a los estándares y requisitos técnicos europeos (estimada en unos 160 mil millones de dólares en un proceso que se prolongaría hasta 2017, con una inversión de 20 millones $ anuales dedicados en exclusiva a la actualización de los estándares).
¿Hacia la división de Ucrania?
En la última cumbre de la Comunidad de Estados Independientes (países postsoviéticos) celebrada en Minsk, Putin avisó a Ucrania que “tras la firma del tratado de Asociación Ucrania perderá sus barreras aduaneras y será invadida por productos occidentales. Ese desarme arancelario afectaría a Rusia, si Ucrania fuera también miembro de la Unión Europea, y resultaría muy peligroso e inaceptable", instando asimismo a Kiev a sumarse a la Unión Aduanera que incluye a Rusia, Bielorrusia y Kazajistán y tras el “golpe de mano virtual” contra el depuesto Yanukóvich, el nuevo Gobierno interino de Alexadr Turchínov habría proclamado su deseo de incrementar sus relaciones con la UE al tiempo que mantener sus relaciones con Rusia en un difícil ejercicio de equilibrismo político.
Sin embargo, dicha empresa se antoja harto complicada debido al brutal colapso económico que habría sufrido la exrepública soviética durante los tres últimos meses (estimada en casi 35.000 millones $ por el ministro de Finanzas ucraniano Yuri Kolobov) y que rozaría ya el umbral del default o suspensión de pagos, a lo que se uniría la falta de garantías plenas para una posible integración de Ucrania como miembro de pleno derecho de la UE (garantías que, sin embargo, tuvieron en su momento países como Polonia, Hungría, Bulgaria o Rumania) y el presunto rechazo de la opinión pública europea dicha plena integración.
Así, según el analista político William Engdahl en declaraciones a Rusia Today (RT), “los ciudadanos europeos se sienten muy incómodos con la idea de que Ucrania se incorpore a la UE pues la zona está en una crisis profunda debido a la bancarrota de Grecia, Portugal, Italia y otros países del sur y no tienen el dinero para hacer algo positivo para Ucrania”, por lo que la UE habría prometido al Gobierno interino ucraniano un préstamo de 15.000 millones € con el objetivo inequívoco de lograr que su peón, el expúgil Vitali Klitschko, logre ser nominado nuevo Presidente en las previstas elecciones Presidenciales del 25 de mayo.
Sin embargo, Putin se encargará de desbaratar la hoja de ruta diseñada por la UE y EE. UU. y procederá a restringir las importaciones metalúrgicas y de productos alimenticios y a aumentar los aranceles aduaneros sobre Ucrania con el objetivo inequívoco de doblegar al sector europeísta ucraniano mediante la asfixia económica y la inanición energética, al tiempo que utilizará el arma del chantaje energético a la UE para resquebrajar la unidad comunitaria, en la certeza de que tanto Alemania como Francia no dudarán en sacrificar a Ucrania en aras de asegurar su abastecimiento energético.
Así, tras la negativa de Gazprom a rebajar las tarifas gasísticas vigentes desde el acuerdo ruso-ucraniano del 2009 y conminar al nuevo Gobierno interino de Kiev a pagar una deuda de 882 millones de dólares por los suministros del mes de agosto, asistiremos a una nueva edición de la Guerra del Gas ruso-ucraniano de 2006 que tendrá como efectos colaterales importantes recortes de suministro en varios países de la UE (el gas ruso abastece en más de un 70% a los países bálticos, Finlandia, Eslovaquia, Bulgaria, Grecia, Austria, Hungría y República Checa y más del 80% del total del gas que la UE importa de Rusia pasa por Ucrania), lo que aunado con la intervención del Ejército ruso estacionado en la base de Sebastopol (Crimea), provocará la división de facto de Ucrania en dos mitades casi simétricas y separadas por el meridiano 32 Este, quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea) bajo la órbita rusa, mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE, episodio que significará “de facto” el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría Rusia-EE. UU.
* Analista.
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