Normativa europea
Nuevas exigencias de etiquetado de los alimentos transgénicos
Por Isabel Espiño
A partir del 19 de abril del 2004, todos los productos modificados genéticamente o elaborados a partir de un transgénico (incluso cuando se trate de un mínimo ingrediente) deberán indicarlo en el envase. Ayer entraban en vigor dos nuevos reglamentos europeos sobre el etiquetado y seguimiento de estos alimentos. Las asociaciones de consumidores acogen positivamente la medida: no es una advertencia (los productos son seguros), sino información para que el usuario pueda decidir mejor qué está comiendo.
"En las encuestas que hemos realizado, el 95% de los consumidores lo ha pedido, porque quiere ejercer su derecho a elegir", explica Gema Trigueros, del departamento técnico de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). "El que el producto esté etiquetado garantiza este derecho, pero [esa información] no es el único factor de decisión de compra. Existen otros, como el precio", agrega.
De hecho, esta experta cree que "para la mayoría de la gente [el nuevo etiquetado] va a pasar desapercibido". La normativa no establece un distintivo específico, sino que se indique la presencia de transgénicos en la lista de ingredientes. Por ejemplo, en un helado con jarabe de glucosa (utilizado para mejorar el cuerpo y la textura de este postre) podría indicarse junto a este componente "producido a partir de maíz modificado genéticamente", bien entre paréntesis o con un asterisco.
En la comida envasada que no lleva este tipo de listado, la mención aparecerá en la etiqueta. Cuando se trate de productos a granel, se indicará en el expositor.
Novedades
Lo cierto es que estas no son las primeras exigencias sobre los alimentos transgénicos. Ya existía una normativa europea previa (de 1997) que obligaba a etiquetar este tipo de productos. Sin embargo, aquélla nació con 'mal pie' (al poco tiempo se impuso una moratoria que durante tres años impidió la comercialización de nuevos productos transgénicos) y "no ha tenido un uso real en los productos", dice Trigueros. Además, "estaba coja", agrega. La normativa no exigía que se informase de la presencia de transgénicos a lo largo de todos los eslabones de la cadena de producción (lo que se conoce como trazabilidad) y "no se puede etiquetar si no se sabe de dónde vienen los productos", precisa.
En este sentido, la nueva normativa (el reglamento 1829/03 sobre alimentos y piensos transgénicos y el 1830/03, que regula el seguimiento o trazabilidad de estos productos) es más estricta y establece un mayor control. Estas son algunas de las novedades que contempla:
Seguimiento (o trazabilidad): es obligatorio transferir la información sobre el transgénico y sus derivados en cada transacción o entrega del producto a lo largo de toda la cadena alimentaria. El objetivo es poder seguir el rastro del trasgénico a través de todas sus etapas de producción, transformación y distribución. Deben etiquetarse todos los alimentos que proceden de organismos transgénicos, incluso si este producto final no contiene ADN o proteína modificados genéticamente. Por eso, el modo de saber esto es a partir de la información que aportó el anterior eslabón de la cadena.
Ingredientes: ahora también debe indicarse la presencia de cualquier ingrediente trasgénico, incluso de los aromas y aditivos. Por ejemplo, una sopa que contenga glutamato (un potenciador del sabor) elaborado a partir de maíz transgénico deberá indicarlo en el listado de componentes.
Transgénicos 'accidentales': el umbral de presencia accidental pasa del 1% al 0,9%, es decir, los alimentos que contengan ingredientes transgénicos por debajo de esta cifra no tienen que indicarlo. Esto se debe a que los organismos modificados genéticamente pueden introducirse accidentalmente en la cadena alimentaria en las semillas o durante el cultivo, recolección, etc. En el caso de transgénicos que no han sido aprobados por la UE pero que ya cuentan con el visto bueno de su comité científico, el umbral es del 0,5%.
También se regulan los piensos animales. Sin embargo, los productos de segunda o tercera generación, es decir, alimentos como leche, carne o huevos que provengan de ganado alimentado con pienso transgénico no deben indicarlo.
De este modo, la normativa "responde bastante a las demandas de los consumidores", en palabras de Trigueros. "La información da una sensación de seguridad y garantía. Se tiene que tomar como una información más que puede servir para elegir, no como un aviso o advertencia", concluye.