Las protestas que exigían respetar la vida del perro Excalibur, de la enfermera contagiada con el ébola en España, no impidieron el sacrificio del can.
Excalibur fue eliminado por las autoridades sanitarias españolas, que no aceptaron las recomendaciones de veterinarios y otros profesionales, para mantener en cuarentena al animal en lugar de matarlo, ante el riesgo de que pueda propagar el virus.
El consejero madrileño de Sanidad, Javier Rodríguez, confirmó la muerte de Excalibur, cuyo cuerpo fue incinerado. Según informa la prensa española, fue eliminado sin causarle dolor.
Las protestas, iniciadas en España, tuvieron eco en otros países, incluso en el Perú, donde un grupo de defensores de los animales envió una protesta escrita a la embajada de España en Lima.