Por Xavier Caño Tamayo*
Los gobiernos europeos recortan más y más los presupuestos sociales, violando derechos de millones de ciudadanos. Ahora la Unión Europea exige que en España (25% de paro) se despida a miles de trabajadores bancarios (no a los banqueros, claro) de sus entidades financieras que serán recapitalizadas con dinero europeo: 40.000 millones de euros para rescatar a los banqueros españoles y diez mil asalariados de banca, al paro.
Además, el gobierno conservador español ha constituido la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (el llamado “banco malo”) para limpiar los cuantiosos activos tóxicos de la banca, vendiendo millones de pisos invendibles hasta hoy, fruto de la enorme burbuja inmobiliaria española. Para vender tales activos tóxicos, el gobierno ha diseñado un retorcido producto financiero, los Fondos de Activos Bancarios (FAB), especie de batiburrillo de hipotecas de varios bancos. Y, para venderlos, el gobierno ofrece un obsceno incentivo fiscal: mirará hacia otro lado, si el dinero para comprar esos FAB proviene de paraísos fiscales. Pero, ¿no eran una lacra?
Desde la OCDE pretenderán que ya solo restan seis paraísos fiscales, porque casi todos los paraísos cumplieron la condición impuesta por la misma OCDE para dejar de serlo: firmar doce convenios de intercambio de información fiscal y financiera con otros tantos estados. Lo hicieron, sí, pero tales convenios se firmaron con estados irrelevantes fiscal y financieramente (como Letonia) o entre paraísos fiscales, lo que hace inútiles esos convenios.
Como dice un cínico aristócrata en “El gatopardo” de Lampedusa, conviene que algo cambie para que todo siga igual. Y todo sigue igual. Continúa habiendo más de setenta paraísos fiscales que ocultan gran parte de la riqueza mundial y son refugio seguro de las fortunas de evasores de impuestos, corruptos, criminales organizados e incluso terroristas.
Según Tax Justice Network, gran parte de activos financieros mundiales, entre 21 y 32 billones (con doce ceros) de dólares, no paga impuestos. Y no los paga porque se ocultan en paraísos fiscales.
Según Xavier Harel, investigador y autor de La grande évasion: le vrai scandale des paradis fiscaux, del 30 al 40% de impuestos que deberían recaudar los países en desarrollo terminan en paraísos fiscales: un billón de dólares a sumar a la fuga de capitales desde el mundo empobrecido. Y en Francia solo cuatro de las cuarenta mayores empresas pagan los impuestos debidos por beneficios. En Reino Unido, 466 empresas de las 700 mayores corporaciones pagaron menos de 15 millones de dólares en impuestos por ganancias en 2005 y 2006, mientras las otras 436 simplemente no pagaron impuestos. Según Harel, impuestos eludidos y evadidos cuestan a la Unión Europea 200.000 millones de euros anuales.
¿Se es consciente de qué significa que los estados de países empobrecidos y también los desarrollados dejen de recibir esos cientos de miles de millones en la era de los recortes sociales, de las violaciones continuas de derechos esenciales de la ciudadanía y del aumento indecente de la pobreza? Pues que no quepa duda de que los paraísos fiscales tienen mucho que ver con esos inmensos y obscenos impagos de impuestos. Por activa o por pasiva.
Por cierto, ¿con quién habrá firmado convenios bilaterales Suiza, paraíso fiscal por excelencia? Suiza que, tras conocerse el maquillaje perpetrado por la OCDE para simular que ya no quedan paraísos fiscales, tranquilizó por escrito a las grandes fortunas y empresas que ocultan sus dineros blindados en bancos suizos: Suiza garantizaba el secreto bancario en cualquier caso. Buena prueba de su amor por lo secreto es que Suiza ha pedido la extradición del informático Hervé Daniel Falciani, actualmente encarcelado en España, por haber revelado una larga lista de 2000 defraudadores fiscales europeos. El mundo al revés.
En inglés, delito y crimen no se distinguen; en ambos casos es crime. Pero en castellano ambas palabras no significan exactamente lo mismo, y puede haber un delito con considerable sanción penal que no sea un crimen (ser miembro de un partido en la dictadura franquista, por ejemplo) y un crimen que no sea delito, porque no esté tipificado un código penal. Ese es el caso; los paraísos fiscales son auténticos centros criminales por lo que permiten, facilitan y ocultan. Aunque lo que hacen y omiten aún no se tipifique como delito en un código penal.
La lucha ciudadana contra los paraísos fiscales es prioritaria, por difícil e irrealizable que parezca. En 1900 también parecía imposible que las mujeres pudieran votar.
*Periodista y escritor, Centro de Colaboraciones Solidarias