Por Xavier Caño Tamayo*
El griego Dimitri P. sobrevive con 550 euros al mes, pero necesita gastar 150 para comprar leche o adquirir los medicamentos que necesita. Francisco, parado de larga duración con la prestación por desempleo agotada ha de acudir a comedores sociales para no morir de hambre y a una ONG que le proporcione ropa de abrigo. Ricardo y Zoraida han sido desahuciados de la vivienda, pero aún deben 90.000 euros de hipoteca. La reducida pensión de Joao N. le da para 10 días; luego ha de recurrir al reparto de alimentos y medicamentos en una ONG...
Son víctimas que han de elegir entre una comida caliente o tener la casa caldeada en invierno; pagar la hipoteca o alimentarse. Una larga lista con diversos grados de pobreza, angustia y sufrimiento.
Pero no son simples víctimas de la crisis como escriben o titulan alegremente medios desinformados, frívolos o algo peor. Son víctimas de una obscena minoría y de la criminal complicidad de la clase política que quieren organizar otro modelo de sociedad al servicio descarado de sus intereses.
Y, para que no quepa duda de que no se hace (ni se piensa hacer) lo necesario para salir del hundimiento económico, recordemos que la economía de la eurozona está en recesión tras cuatro trimestres seguidos sin crecer. El Bundesbank recorta drásticamente las previsiones sobre Alemania para 2013 y FMI, OCDE y BCE también recortan las previsiones económicas de la eurozona y retrasan la presunta salida de la crisis hasta 2014.
Siguen empecinados en su austeridad y en sus recortes, aunque no todo se recorta. Si hay que comprar cazabombarderos, carros de combate, helicópteros de ataque y misiles... para eso hay dinero. Ocurre en España (cada vez más el escaparate de esta Europa caduca), donde su ministro de defensa ha conseguido un anticipo extra de 1.800 millones de euros para armamento.
Hablábamos de víctimas. Según la Unión Europea, a fin de 2010 había en sus 27 países 120 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social. Y aumentando. En Grecia, España, Portugal o Irlanda aumentan los pobres o la severidad de la pobreza, pero también en Italia, Francia, Alemania, Austria y Reino Unido, éste con una escandalosa tasa de pobreza infantil.
Y hablar de pobreza significa que hay demasiada gente que ha de vivir con menos de 20 euros diarios para afrontar alimentación, vestuario, higiene, vivienda, calefacción, luz... Hoy, en Europa los pobres son mucho más pobres y no por casualidad o mala fortuna. Como recuerda Alberto Garzón, el capitalismo necesita espacios de rentabilidad para sobrevivir. O, dicho en plata, la minoría que detenta el poder económico y sus cómplices quieren beneficios. Así, las instituciones supranacionales al servicio del sistema pretenden empobrecernos. Hay que ser competitivos, dicen, para obtener beneficios de nuevo, Y lo quieren lograr rebajando salarios, cuanto más bajos, mejor. Además de convertir la sanidad, educación, servicios sociales y otros fundamentales servicios públicos (como el suministro de agua potable) en negocios puros y duros para que también les proporcionen beneficios.
Claro está que la ciudadanía reacciona, protesta, ocupa plazas y calles y empieza a enfrentarse al poder que la explota. Pero los gobiernos responden con una creciente represión policial como en cualquier involución autoritaria. La violencia policial contra las manifestaciones ciudadanas por toda Europa refleja la clara voluntad de los gobiernos al servicio de la minoría de no permitir que ciudadanas y ciudadanos actúen y afiancen sus derechos irrenunciables.
Al mismo tiempo, Unión Europea, BCE y FMI se alzan como autoridades (nada democráticas, por cierto) para imponer una sociedad sin derechos al servicio de la reanudación de beneficios que permita sobrevivir al capitalismo, como explica Garzón. Represión e imposición: si esto no es totalitarismo... Un totalitarismo sin manos alzadas, banderas, payasadas colectivas ni uniformes, pero totalitarismo al fin.
Y encima pretenden que es lo único que se puede hacer. Dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno forman una molécula de agua y eso sí es indiscutible. Pero que lo que imponen bajo el paraguas de la crisis sea el único camino, ni hablar. Uno tras otro, los fundamentos económicos del modelo capitalista hacen agua: el crecimiento, la autorregulación de los mercados financieros... mientras aumentan obscenamente las desigualdades, los peligros ambientales… Es tiempo para pensar y construir otro modelo de sociedad. Sin víctimas.
*Periodista y escritor, Centro de Colaboraciones Solidarias