Por Ana Muñoz Álvarez*
Crisis, inflación, intereses, bolsa, prima de riesgo… son palabras que cada día persiguen a los ciudadanos europeos. La cifra de desempleo en España alcanza los seis millones, mientras el gobierno “ve la luz al final del túnel” y anuncia la recuperación de la confianza de los inversores. Pero la bolsa baja.
Cuando se habla de economía, nuestras cabezas van a los grandes datos macroeconómicos que ninguno de nosotros controlamos. Nadie sabe quiénes son los mercados. Sin embargo, nos mueven como si fuésemos fichas de ajedrez. Invierten, venden, compran… especulan con nuestras vidas, como si el destino estuviera en sus manos. Para muchos, esta es una situación que paraliza. Ante una realidad sobre la que no tenemos control, muchos deciden no hacer nada porque el destino no se puede cambiar.
Ante esta situación, surgen algunos emprendedores que no se rinden y que, además, forjan una “economía para las personas”, una “economía con valor”. Frente a los empresarios que nos dicen que “hay que trabajar más y ganar menos”, mientras ellos se llevan sus cuentas a un paraíso fiscal, algunos emprendedores consideran que la empresa tiene que ofrecer un beneficio a la comunidad en la que se inserta.
Un ejemplo es la revista Teteiju España Guía del Inmigrante, que trata de “favorecer la integración sociocultural del inmigrante en la sociedad de acogida”, explica Gabriel B. Venegas, su fundador. Hoy, además, cuenta con una radio online, con un sello discográfico y con una editorial social. Otro ejemplo es el “proyecto tgl” que “promueve la creatividad, la colaboración y empoderamiento”. En esta comunidad, las personas aprenden, enseñan o colaboran en actividades voluntarias para crear puntos de encuentro entre las personas que viven en un mismo pueblo o barrio.
Además, hay empresas donde los trabajadores son un “valor añadido” y no algo de lo que pueden prescindir o intercambiar por otro. Esas personas que ayudan a sacar adelante el sueño del emprendedor son lo importante porque ponen los conocimientos, el esfuerzo y la ilusión.
Todos tenemos algo que aprender de estos emprendedores que ponen a las personas como protagonistas de esta economía que nos afecta y, por tanto, nos implica. Y nos invita a cambiar el sentimiento de abatimiento por otro de renovada ilusión para transformar esta realidad que no nos gusta.
“Todas las personas tienen el potencial necesario para crear nuevas opciones y lograr cambios”, explica el psicólogo español Juan Cruz. Para él, una parte de la solución pasa porque la sociedad se acerque, se una, “y funcione como las neuronas, unidas y conectadas”.
Hay que crear sinergias y aprovecharlas para salir de esta crisis y demostrar que hay otras maneras de vivir y de estar. El mundo no merece esta codicia y avaricia de nuestro actual sistema. Funcionamos mal cuando millones de toneladas de comida se desperdician cada año y cerca de 900 millones de personas pasan hambre. No podemos ser felices cuando otros sufren. La solidaridad, el compartir y vivir sin pisar a nuestro vecino se convertirán en nuestra nueva forma de vida, o nos conduciremos hacia la autodestrucción.
*Periodista
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