Por Xavier Caño Tamayo*
Varios billones de euros después para la banca, la crisis de la deuda o del euro no remite en Europa ni por asomo. Aunque más justo es denominarla estafa. O timo.
Europa va de mal en peor y hasta Alemania ve las orejas al lobo con el frenazo en sus exportaciones. En España, la subida del IVA ha sido letal para el consumo interior. Como mortales son las rebajas de sueldo de funcionarios públicos, despidos de empleados interinos, congelación de pensiones y recortes en prestaciones para parados, que aumentan hasta el 26%, mientras la Seguridad Social pierde y pierde afiliados y cotizaciones mes tras mes.
En Portugal se consolidan pagos en la sanidad pública, que hacen muy vulnerable a la ciudadanía, y otra reforma laboral abarata más el despido, sin olvidar la subida de impuestos que empobrece más a la ciudadanía común (no a los ricos), más la privatización de empresas públicas que son puro saqueo. ¿Y qué decir de Grecia?
Una reciente investigación del Center for Economic and Policy Research de Estados Unidos demuestra que las políticas de austeridad que el FMI impone a Europa son muy perjudiciales para la inmensa mayoría de la ciudadanía y porque consigue efectos contrarios a los que dice buscar. Tal vez por eso apenas se han oído algunas voces críticas con la política de austeridad, pero con la boca pequeña. Y así, Olivier Blanchard, economista jefe del FMI, ha reconocido el error de recomendar sin matices recortes presupuestarios a los gobiernos europeos, porque eso habría podido frenar el crecimiento económico. Pero los economistas del FMI se empecinan en “mantenella e no enmendalla” e insisten en que los funestos resultados actuales no significan que la política de austeridad sea mala. Y, a pesar de la ruina del pueblo portugués, el FMI aconseja a Passos Coelho, primer ministro de Portugal, que despida a más funcionarios, aumente el horario laboral de empleados públicos (con el mismo sueldo), reduzca aún más las prestaciones por desempleo y rebaje todavía más las pensiones. Para ser competitivos, dicen. Tal vez para el FMI sea irrelevante que el paro alcance ya el 17% y que el PIB retrocederá un 1,5 en 2013. ¿Qué significa ser “competitivo” si la mayoría de ciudadanos se precipita a la pobreza?
¿Tan estúpida es la troika? Porque la solución está en historia muy reciente. En 1953, cuatro años después de su fundación, la República Federal de Alemania (RFA) se hundía bajo el peso de sus deudas y amenazaba con arrastrar en su desmoronamiento a los países europeos. Sus 21 países acreedores se reunieron en Londres y decidieron ajustar sus exigencias acreedoras a la capacidad de pago de la RFA. Redujeron un 60% la deuda acumulada y concedieron una moratoria de cinco años, más un aplazamiento de treinta años para reembolsarla y una cláusula de desarrollo por la que la RFA dedicaría al pago de la deuda solo la vigésima parte de sus ingresos por exportaciones.
¿Por qué Europa no actúa hoy de nuevo así?
Tal vez porque el objetivo real prioritario de la troika no sea cobrar la deuda. Tal vez porque buscan desmantelar el estado de derechos sociales en Europa (mal denominado 'estado de bienestar', porque te pueden pedir que tengas menos bienestar, pero no menos derechos). Tal vez porque esta crisis permite a la minoría rica aumentar obscenamente sus beneficios, como los datos demuestran.
Pero lo que toca es quitar la mayor parte de la deuda, porque, además, es una deuda impagable. Como explica John Ralston, hay que acabar con toda la deuda, porque hunde a Europa. Y metafóricamente propone que guardemos la deuda en un sobre, escribamos en él, “muy importante”, metamos el sobre en un cajón, lo cerremos y tiremos la llave.
Si no se quita gran parte de la deuda, al tiempo que se rehacen los sistemas fiscales progresivos y se empieza a arrinconar en toda regla a paraísos fiscales y banca en la sombra, a Europa no la salva ni la misericordia divina. Si la hubiera.
* Periodista y escritor
Centro de Colaboraciones Solidarias