Artículo escrito por Beatriz Salazar y Nelly Rivera para La Revista Agraria
Cuando en noviembre pasado se anunció la creación del programa gubernamental Mi Riego, con S/.1,000 millones del presupuesto público de 2013 destinados a la construcción de infraestructura de riego en zonas ubicadas sobre los 1,500 m.s.n.m., en LRA 147 saludamos que la sierra peruana pudiera beneficiarse con una pequeña parte de los miles de millones gastados en megaproyectos de irrigación en la costa. Sin embargo, quedaban algunas dudas acerca de cómo se implementaría esta iniciativa y respecto a si realmente los más pobres podrían beneficiarse.Mi Riego no contempla proyectos pequeños.
Una de las principales preocupaciones era que —según el ministro de Agricultura, Milton von Hesse— Mi Riego estaba dirigido a financiar proyectos de irrigación con un área mayor a 500 hectáreas1. «Para los proyectos chiquitos, seguirán los mecanismos típicos de financiamiento del sector», precisó el ministro. Pero estos mecanismos invierten montos insuficientes. En Agro Rural, por ejemplo, durante 2012 se construyeron 83 reservorios, con una inversión de S/.20.6 millones, para irrigar 6,656 hectáreas (a un costo de S/.3,101/ha)2.
A mediados de abril, el Ministerio de Agricultura anunció la ejecución de los primeros siete proyectos de infraestructura hídrica en la sierra seleccionados en el marco de Mi Riego. Estos proyectos bordean los S/.60 millones en inversión pública (6% del total para este año) y están ubicados en Áncash, Ayacucho, Amazonas, La Libertad, Cajamarca y Cusco. La cantidad total de superficie beneficiada bordea las 3,638 hectáreas y se espera beneficiar a 13,198 familias (a un costo de S/.16,493/ha). Cabe advertir que Apurímac y Huancavelica, las regiones con mayores niveles de pobreza, no están en esta lista.
A la preocupación por la exclusión de proyectos que abarquen menos de 500 hectáreas se suman otros cuestionamientos vinculados a las exigencias del Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), ya que Mi Riego sólo financia proyectos declarados viables por el SNIP.
La importancia del microrriego en la sierra
Javier Ravelo —director de Agro Rural Huancavelica— manifiesta su preocupación porque el programa Mi Riego dejará de lado la posibilidad de atender a los pequeños productores de las zonas altoandinas. Explica que, bajo el marco del SNIP, un proyecto de riego, para ser considerado rentable, debe tener un caudal superior a cinco litros por segundo.
Sin embargo, en Huancavelica, más del 80% de los manantiales aforados en tres microcuencas estudiadas tienen caudales menores a dos litros por segundo. Esto lleva a pensar que en ese departamento existe un gran potencial hídrico que no sería aprovechado debido a que la normativa requiere caudales mayores a cinco litros por segundo para justificar la inversión. Ravelo propone que además de los proyectos orientados a las grandes infraestructuras de riego en la costa y a las medianas y pequeñas infraestructuras de riego en la sierra, se debe crear otro programa para financiar la instalación de los microsistemas de riego tecnificado y así aprovechar los pequeños caudales de agua.
La importancia de un programa de microrriego para la sierra no solo está en su potencial para aumentar la productividad de los agricultores: la mejor eficiencia del riego es una de las prioridades para enfrentar el cambio climático en el país, sobre todo ante la disminución de la disponibilidad de agua en la sierra durante la época de estiaje. En Huancavelica, los agricultores y ganaderos ya han reportado que los caudales están disminuyendo. «Eso preocupa, porque en nuestros proyectos relacionados al riego o al agua potable, solamente nos abocamos a utilizar el agua que proviene del manantial, pero no estamos haciendo nada para mantener los caudales, especialmente en época de estiaje. Es una seria deficiencia que estamos notando en los proyectos de infraestructuras de riego», advierte el director de Agro Rural Huancavelica.
El riego es vital para responder al cambio climático
En relación con este tema, Laura Avellaneda —especialista en gestión de riesgos asociados al cambio climático, del Minam— explica que en la Estrategia Nacional ante el Cambio Climático se pretende que los recursos hídricos sean tratados bajo un enfoque ecosistémico. Esto implica promover una nueva relación entre la gestión integrada de los recursos hídricos y el medio ambiente, que reconozca a los ecosistemas como proveedores vitales de agua, y a los servicios ambientales que hacen posible una mejor gestión del recurso. En este sentido, el pago por servicios ambientales, que proporciona incentivos para conservar los servicios ecosistémicos, es una acción que puede generar beneficios para las comunidades vulnerables.
Para tener una respuesta eficaz frente al cambio climático, el programa Mi Riego debe articularse a otras iniciativas gubernamentales que ya están implementándose, como el Plangracc-A (Plan de Gestión de Riesgo y Adaptación al Cambio Climático para el periodo 2012-2021), lanzado oficialmente por el Minag y FAO3 el año pasado y que contempla proyectos —incluyendo varios de infraestructura de riego— por un monto aproximado de S/.2,800 millones. Al respecto, John Preissing —representante de la FAO en el Perú— indica que Mi Riego está basado en los resultados y la información producida por el Plangracc, en el que resalta la importancia de los microsistemas de riego y el uso más eficiente del agua. Considera que los tres puntos más importantes en Mi Riego son: captación de fuentes de agua, protección de esas fuentes y capacitación de los líderes locales y regionales.
La experiencia de FAO en la implementación de proyectos de riego con comunidades campesinas permite plantear un factor importante para la gestión de Mi Riego: la participación activa de los beneficiarios. «Ellos tienen que ser dueños de sus actividades y tienen que estar involucrados en su administración y su mantenimiento, para hacerlo más sostenible», sostiene Pressing.
En resumen, sería recomendable crear un programa orientado a la implementación de microproyectos de riego tecnificado que favorezcan a los pequeños agricultores para aprovechar pequeños caudales de agua. También es necesario que se contemple el pago por servicios ambientales a las comunidades altoandinas, como parte de la gestión integral de recursos hídricos, y facilitar la sostenibilidad de estos proyectos priorizando la participación activa de los beneficiarios.
Notas
1 Ejecutivo lanza programa Mi Riego a favor de comunidades campesinas altoandinas. Agencia Andina (15 de noviembre de 2012).
2 Agro Rural. Programa de Pequeños Reservorios para Riego. Memoria de Ejecución 2012.
3 Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La Revista Agraria
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