Marco Sifuentes
Para la mayoría de lectores, decir que TiSA es el nuevo TPP probablemente no signifique nada. Así que vamos por partes.
El TPP (o Acuerdo Transpacífico) ha sido blanco de los activistas de derechos digitales desde hace más de media década. Conforme pasaron los años, la crítica a este acuerdo se fue contaminando de la típica retórica altermundista. Esto ha terminado por restringir los cuestionamientos a movimientos más de izquierda, en vez de convocar a un frente amplio en defensa, por ejemplo, de las libertades en Internet, que serán afectadas si entra en vigencia el TPP.
A diferencia de los acuerdos bilaterales (como, por ejemplo, el TLC con Estados Unidos), el TPP es un acuerdo multilateral, que se negocia con una veintena de países (aunque siempre bajo la batuta de las empresas norteamericanas) y cuyo texto es inaccesible al público. De hecho, el TLC tuvo que ser aprobado por el Congreso. El TPP no lo necesita.
Hace un par de años, Wikileaks filtró no sólo algunos capítulos claves del TPP (como el de propiedad intelectual, la gran coartada para controlar los contenidos en Internet), sino que también destapó cómo negociaba cada país. Sorpresa: el Perú votó casi siempre a favor de las propuestas pro copyright de los Estados Unidos (propuestas que, en público, el entonces ministro de Comercio, José Luis Silva Martinot, llamaba “maximalistas”). Esto ocurrió 32 veces, la misma cantidad de veces, por cierto, que Chile –un país insospechable de chavismo o de rechazo al libre comercio– votó en contra.
Con estos antecedentes debería alertarnos mucho más que, la semana pasada –y nuevamente gracias a Wikileaks–, los peruanos nos hayamos enterado de que estamos negociando otro acuerdo secreto: TiSA (Acuerdo de Comercio de Servicios). No es una exageración llamarlo secreto: el texto del acuerdo no podrá conocerse sino hasta 5 años después de que entre en vigencia.
Lamentablemente, es difícil explicar en qué consiste TiSA sin sonar a propaganda del Foro Social Mundial, pero lo que ha filtrado Wikileaks no deja lugar a dudas: se trata de un acuerdo masivo (51 países) de desregulación en todo tipo de servicios, incluidos salud y educación. Una empresa que se acoja a TiSA podrá tener una capacidad de negociación brutal sobre el Estado Peruano (algo como lo que pasó con Doe Run en La Oroya gracias al TLC).
Para Internet, TiSA significa la pérdida total de la privacidad, eliminando toda restricción sobre el almacenamiento de los datos que puedan tener empresas como Google o Facebook. Además, hará que sea imposible para un país utilizar software libre o acceder al código fuente del software de los servicios que provea o que contrate en un determinado país (esto es como firmar un tratado que privilegie las medicinas con patente sobre los medicamentos genéricos).
Hace una semana, Wikileaks lanzó una campaña para recaudar 100 mil dólares que ofrecerá como recompensa a quien les consiga el texto del acuerdo completo del TPP. En 8 días, ya consiguió más de 56 mil dólares de aportantes que han contribuido con la chanchita digital. Mientras, el Perú sigue en las negociaciones del TPP, a pesar de que ya tiene acuerdos comerciales con las seis principales economías de las doce que firmarían el Acuerdo.
En Perú ha habido, siquiera, alguna discusión sobre el TPP. Todavía nadie ha dicho nada –de nada– sobre TiSA. El gobierno debería aclarar su postura ante este acuerdo. Transparentemente, claro, no vaya a ser que Wikileaks lo desmienta de nuevo.
La República, 10.06.2015
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