El jueves último se firmó en Nueva Zelanda, el Acuerdo Transpacífico para la Cooperación Comercial (TPP, por sus siglas en inglés) que para la mayoría de los economistas, incluido el Premio Nobel de Economía del año 2001, el norteamericano Joseph Stiglitz, es uno de los acuerdos comerciales más favorables al capital transnacional y uno de los tratados de libre comercio más perjudiciales de la historia.
El TPP, suscrito por 12 países, entre ellos el Perú, es un documento de 6 mil páginas que ha sido negociado desde diciembre del 2012 en el más absoluto secretismo. El TPP es, sin ninguna duda, el instrumento que le otorga a Estados Unidos el mayor poder jurídico en diversos campos para controlar la economía mundial en su ya abierta disputa con China por la hegemonía mundial.
La llave del TPP tiene una enorme importancia estratégica para Estados Unidos, en este período de la historia en que el capitalismo neoliberal es una verdadera y poderosa fábrica de pobreza y desigualdad en el mundo y una implacable máquina trituradora de la Madre Naturaleza mediante el extractivismo global.
Las cifras hablan sin medidas tintas. Según el último informe de OXFAM, las 62 personas más ricas ganan más que la mitad de la población más pobre del mundo. El 1 por ciento de la población más rica tiene tanta riqueza como toda la población del planeta. Más del 36 por ciento de los bienes y servicios de la Madre Naturaleza ya están destruidos irreversiblemente; sin posibilidad de reposición.
Los 11 países que se han puesto la camisa de fuerza del TPP, obnubilados por el canto de sirena de Washington-Canadá, Perú, Chile, Japón, Brunei, México,Malasia, Nueva Zelanda, Australia, Vietnam y Singapur-tienen la ilusión de accesos fáciles a los mercados y a las innovaciones y que estarán más integrados regional y globalmente.
Esa es la cara buena de la moneda del TPP. La otra, lo ha denunciado Stiglitz, consejero económico del ex presidente Clinton y ex Vicepresidente del Banco Mundial, es que el TPP es “un pacto que preserva las malas prácticas de los tratados de antes”, que hace crecer el desempleo y la desigualdad y que “en general, la remuneración que recibe el capital es mucho más alta que la del trabajo. El sistema beneficia a la especulación”.
Eso no es todo. El TPP expropia la soberanía y las riquezas naturales de las naciones y eso explica las marchas y protestas en el Perú y en toda América Latina.
La resistencia contra esta nueva forma de recolonización de América Latina y el mundo recién está empezando.
Diario Uno, 07.02.2016