Herbert Mujica Rojas
Los recientes casos policiales que involucraron a malos agentes de aduana y su complicidad con empresas tramposas que usaron documentos ad hoc para pagar menos derechos o para no honrarlos simplemente, hacen patente cómo la no vigilancia de ninguna especie, puede generar sacadas de vuelta a los impuestos, delitos al por mayor y abuso contra el consumidor.
El libre comercio, sin precios regulados, sueldos mínimos, horarios ni controles, atribuye poderes mágicos y benéficos a la acción de la oferta y la demanda. O sea que el consumidor es la última rueda del coche porque puede comprar basura que es importada en grandes cantidades por el comerciante a quien sólo interesa acumular soles o dólares.
Meses atrás denuncié públicamente cómo grupos de importadores de mascarillas internaban al país con extrañas anuencias de los entes del Estado, ese tipo de adminículos a precios que no cubrían ¡ni siquiera el costo!
Más aún, las mascarillas no servían para el supuesto para el que eran importadas e introducidas al mercado local: la lucha contra el covid. Entonces las compras que hacía el Estado enriquecían a mafias de importadores nativos de baratijas chinas.
Pero esto puede repetirse en mil y un rubros en los que el afán de lucro predomina y el irrespeto al cliente es moneda diaria.
Libre comercio o hagan lo que quieran.
La definición que sigue, precisa más o menos bien qué profesan los que impulsan el libre comercio, olvidándose que siempre el más poderoso predominará sobre el más débil y que las estadísticas pueden arrojar, a veces, resultados controversiales.
Leamos:
“El comercio libre, libre comercio o libertad de comercio es un concepto económico que defiende el libre intercambio de bienes sin restricciones de ningún tipo, suponiendo la eliminación de barreras artificiales al comercio voluntario entre individuos o entre empresas.
¿Y qué ha ocurrido con no pocas empresas de diversos ámbitos industriales y comerciales ante ese alud de productos con precio a barrer? ¡Muy simple, quebraron o están en vías de hacerlo! El trabajador pierde su fuente de ingresos, las empresas no logran colocar sus productos y además dejan de pagar tributos pero la Sunat no entiende razones e insiste en las cobranzas coactivas. El panorama no puede ser más caótico.
El 95.2% de las empresas formales son microempresas, las mismas que deberían evolucionar a ser pequeñas, medianas y grandes empresas. ¿Cómo hacerlas crecer?
¿Dónde se rompe la pita? Cuando una Mype que fabrica, tiene que competir con productos asiáticos de dudosa calidad que llegan a precios por debajo del costo de la materia prima. Se quiebra en nuestra propia gente que tiene que dejar de estar en planilla y trabajar de modo informal.
¿Quiénes han dirigido el país? Con el así “nomás”, “así estoy cómodo” eso nos ha llevado a la mediocridad, pues nadie exige nada.
Entonces el libre comercio no es tan bondadoso como suelen decir sus propagandistas que ya tienen decenas de años acaparando sectores muy grandes del mercado nacional aún cuando van destruyendo a la industria peruana.
Muchos de los importadores hacen lobby y tienen operadores políticos que les protegen desde las instituciones supuestamente gremiales y que se alinean con los grupos de poder.
Téngase en cuenta que el comercio libre aborrece cualquier control porque eso impide que ganen dinero en cantidades monstruosas. Y siempre será más barato contratar comunicadores que digan cualquier disparate.
Los grandes importadores salen con mensajes incorrectos tratando de confundir y mencionan que una ley de salvaguardas generaría que todo suba de precio. Eso es mentir. Lo que va originar es que no sigan ganado por algo tan fácil como comprar en Asia y malograr la industria textil.
Nos acostumbramos a lo fácil, a la venta y ganando más que el productor, desanimando al posible emprendedor que generará una empresa formal.
Libre comercio: ¡cuántos crímenes en tu nombre!
06.11.2022
Señal de Alerta